A partir de ejemplos concretos de sufrimiento laboral, el autor muestra los efectos de “las reformas que han creado condiciones dolorosas en relación con los valores del trabajo bien hecho”, advierte que hay mecanismos de defensa colectivos contra ese dolor y se pregunta cuánto y cómo inciden esos mecanismos de desconocimiento sobre “las conductas colectivas en el campo político”
Por Christophe Dejours *
Un médico joven, que no ha terminado su formación, está sin embargo a cargo de un servicio de reanimación: el director del hospital se niega a contratar más personal y la remuneración de este médico es muy inferior a lo que costaría un profesional más experimentado. El joven médico, serio y trabajador, realiza correctamente las tareas. Todo marcha sobre rieles y va ganándose progresivamente la confianza del equipo médico, los enfermos y sus familias. Pero él está muy preocupado porque hay demasiados decesos en el servicio. Algunos de sus enfermos mueren pese a los pronósticos favorables, en especial cuando él prescribe asistencia con respirador artificial en enfermos intubados: muchos se asfixian y él no logra entender por qué. Empieza a pensar que ha cometido errores, pero no logra descubrirlos. Se siente cada vez más perturbado, pierde confianza en sí mismo y finalmente consulta a un psiquiatra para que lo ayude a luchar contra una depresión ansiosa. Cada vez más cerrado e irritable, se aísla, se enoja y poco a poco va perdiendo la confianza de su equipo. Recién seis meses después –pese a que su situación psíquica está francamente deteriorada– tiene una idea: se coloca a sí mismo la máscara de oxígeno de la respiración asistida y se ahoga al inhalar algo que, por el olor, identifica de inmediato como formol. Una investigación le permite descubrir que la empresa responsable del mantenimiento de los aparatos de reanimación no respeta los procedimientos, para ganar tiempo y paliar la falta de personal. Ver más