Las películas y los padres, principales influencias en la percepción sobre el tabaco y alcohol de los prescolares

Los niños de dos a seis años cuyos padres fuman, eligirían casi cuatro veces más los cigarrillos al hacer compras para un acontecimiento social. Además, en un juego planteado por especialistas, los niños que ven películas no recomendadas para menores de 13 años o aquellas que requieren la compañía de un adulto por debajo de los 17 años, escogerían cinco veces más el vino o la cerveza a la hora de comprar que aquellos que no ven estos films, según un estudio publicado en el número de septiembre de ‘Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine’.

La mayoría de los estudios de prevención del consumo de tabaco y alcohol se refieren a los adolescentes, pero la exposición temprana a estos hábitos a través del ámbito familiar, la sociedad o los medios puede tener influencia en estos niños y pueden incluso contemplar su consumo antes que otros niños, según indica el artículo. Así, al ser las actitudes de los niños difíciles de determinar debido a su limitado lenguaje, los investigadores plantearon un juego en el que el niño invitaba al investigador a ver una película y a tomar algo de comer, por lo que estos debían hacer la compra.

Los niños compraron una media de 17 de los 73 productos de la tienda. De los 120 niños participantes en el estudio, 34 – un 28,3 por ciento – compraron cigarrillos y un 61,7 por ciento, alcohol.

Los niños adquirieron 3,9 veces más tabaco si sus padres fumaban y aquellos cuyos padres consumían vino o cerveza al menos una vez al mes elegían estas bebidas alcohólicas tres veces más que aquellos cuyos padres no bebían. Este porcentaje se incrementaba hasta 2 veces más si los niños veían películas no recomendadas para menores de 13 años o las no recomendadas para menores de 17 sin acompañamiento de un adulto.

«Los datos del estudio indican que los niños están especialmente atentos al uso del tabaco y el alcohol en los ámbitos sociales que le rodean», comentó Madeline A. Dalton del Colegio Dartmouth en Hanover. «Bastantes niños distinguían también la marca de fábrica de los cigarrillos, como muestra el caso de un niño de seis años que podía identificar la marca de fábrica de cigarrillos que él había comprado pero no podría hacerlo con la marca de su cereal preferido», subrayó.

Madrid, 06 de septiembre de 2005 (EP)

Encuesta de Salud de Canarias de 2004

Entre los datos extraídos de la última Encuesta de Salud de Canarias de 2004 sobresale el hecho de que un 14% de los canarios entre 30 a 44 años padece algún tipo de acoso psicológico en su lugar de trabajo. Este acoso laboral, también llamado mobbing, se produce por parte de un superior o de algún compañero y causa problemas de concentración, estrés y apatía en el trabajador acosado. La Encuesta de Salud de Canarias 2004 revela que tanto hombres como mujeres sufren este tipo de hostigamiento por igual.

Atendiendo a los datos en función de la edad se aprecian diferencias notables. Así, es la población de entre 30 y 44 años la que más se siente hostigada psicológicamente en su trabajo. El 17,7% de este grupo admite haber sufrido mobbing alguna vez, frente al 12,5% de la población comprendida entre los 45 a 64 años».

Sanidad reconoce el mobbing como «enfermedad derivada del trabajo y suele comenzar con un cambio de actitud drástico por parte de los jefes y/o de los compañeros de trabajo. Un cambio que tiende a aislar a la persona que lo sufre y la convierte en objeto de todo tipo de burlas y comentarios jocosos que hacen mella en su autoestima. El acosador suele desprestigiar el trabajo de la persona sometida e incluso deja de asignarle tareas».

http://www.la-opinion.com

Los médicos recomiendan asumir las molestias de volver a trabajar como causa de un cambio de rutina

«Recrearse» en el malestar del inicio laboral genera una preocupación desmedida.

Madrid, 30 de agosto de 2005. Los médicos de familia recomiendan a la población que estos días experimentan molestias físicas o psicológicas derivadas de la vuelta al trabajo que las asuman como causa de un cambio de rutina. Aunque dichas molestias sólo son preocupantes si persisten más de allá de una semana o diez días, cada año es más frecuente que en los primeros días de septiembre aumente la presencia en los centros de salud de pacientes con un conjunto de síntomas o molestias físicas (fatiga, falta de apetito, molestias estomacales,.) y psíquicas (tristeza, irritabilidad,.) al cual los expertos se refieren como síndrome postavacacional. «Las medidas para corregir este trastorno deben centrarse en prevenir la aparición de la sintomatología y en asumir que las molestias pueden estar originadas simplemente por un cambio en la rutina diaria», asegura el doctor Asensio López Santiago, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).

A la hora de afrontar este trastorno, el doctor López Santiago destaca que es importante adoptar una actitud positiva, procurando no «recrearse» excesivamente en la incomodidad de los primeros días de incorporación al trabajo. «Los afectados», explica, «deben evitar centrarse demasiado en las molestias porque lo único que se consigue es generar una preocupación desmedida».

Síntomas físicos y psíquicos

Cansancio, falta de apetito, somnolencia, falta de concentración, taquicardia, dolores musculares, molestias en el estómago, sensación de falta de aire e insomnio son algunos de los síntomas físicos que presentan los afectados por el síndrome vacacional. A nivel psicológico, también pueden presentarse signos o trastornos como falta de interés, irritabilidad, nerviosismo, inquietud, tristeza o indiferencia

Según el vicepresidente de semFYC, hay soluciones para los dos tipos de síntomas. «Entre las medidas para corregir las alteraciones de carácter físico, al paciente se le aconseja regular los horarios y el reloj biológico los días previos a iniciar el trabajo. Para ello es preciso acostarse en los horarios habituales y ser prudentes con el tiempo dedicado a la siesta. Es bueno dejarse al menos dos días del final de las vacaciones como periodo de adaptación. En el caso de que sea posible, es aconsejable regular progresivamente la intensidad de la actividad que se realiza en el trabajo. También es importante dormir más horas los primeros días de incorporación al trabajo, con un horario bien regulado».

A nivel psicológico, según el doctor López Santiago es bueno «desterrar la idea o sensación de que las vacaciones son un estado absolutamente opuesto al periodo de trabajo, y por tanto que uno es sinónimo de placer y el otro lo es de malestar y sufrimiento». «Además», continúa, «es necesario asumir que se trata de un malestar propio de los primeros días y evitar darle de demasiada importancia; no se puede estar tampoco en una actitud de queja y malestar permanente. Por eso es aconsejable, por un lado, planificar actividades gratificantes para los días laborales, buscando un tiempo para el ocio, y por otro lado, afrontar la vuelta al trabajo como un nuevo periodo vital en el que se pueden desarrollar nuevas tareas para el desarrollo personal. Si la persona ya tiene los síntomas, debe tener en cuenta que no es el mejor momento para tomar decisiones importantes sobre su futuro laboral».

Perfil del afectado

El síndrome postvacacional suele afectar a personas jóvenes, menores de 40 -45 años, que experimentan una ruptura brusca del ritmo vacacional incorporándose al trabajo sin transición alguna. Suele presentarse igualmente en aquellos que tienden a idealizar el periodo de vacaciones como la culminación de su bienestar personal. También son propensos los que presentan de forma habitual malestar o disconfort con su trabajo y en la actividad laboral cotidiana y los afectados por el síndrome de burn out («quemados»), que tienen problemas de agotamiento o desencanto con el trabajo que realizan.

El vicepresidente de semFYC aclara que el síndrome postvacacional no es preocupante aunque si el malestar no desaparece transcurridos los primeros 7 – 10 días, «es necesario que el afectado acuda a la consulta de su médico de familia para descartar que no estamos ante un problema de otra naturaleza, que requiera una atención diferente».

Fuente: Boletin de BuscaSalud.com

En los últimos años se han descrito una serie de enfermedades asociadas a las nuevas instalaciones de que se dota a los edificios modernos.

Pamplona, 4 de agosto de 2005. En los últimos años se han descrito una serie de enfermedades asociadas a las nuevas instalaciones de que se dota a los edificios modernos – sistemas de ventilación forzada, ordenadores, etc. – Se trata de un grupo de síntomas que padecen los trabajadores de un mismo edificio â??enfermoâ??, relacionados con su ambiente interior. Un trabajo de investigación del Dr. Joan Boldú, de la Sección de Neumología del Hospital Virgen del Camino, explica sus características, patologías y síntomas.

La generación de entornos de trabajo, como los sistemas de ventilación artificial, la proliferación de ordenadores, fotocopiadoras, impresoras etc., el uso extensivo de materiales sintéticos, los sistemas de iluminación fluorescente generales, o la presencia de contaminantes directos como el humo del tabaco y otros, generan efectos nocivos para la salud.

Las patologías que producen son de tres tipos:

1. Hay personas con enfermedades ya conocidas que sufren empeoramiento al permanecer en el edificio en el que trabajan. Así, pacientes diagnosticados de asma bronquial, rinitis alérgica o dermatitis atópica, empeoran al permanecer en el interior de determinados edificios, bien por su exposición a distintos alérgenos presentes en dicho medio (irritantes volátiles, etc.) o a las condiciones microambientales del interior del edificio (condiciones adversas de humedad, temperatura, etc.)

2. Hay un segundo grupo de enfermedades específicas de diversos tipos, producidas por el edificio: enfermedades infecciosas (por transmisión de agentes infecciosos, ya sea a través de los sistemas de acondicionamiento de aire como de persona a persona), enfermedades virales (producidas por dispersión de antígenos del propio edificio, como en las neumonitis por hipersensibilidad, fiebre de los humidificadores, etc.); enfermedades tóxicas (producidas por difusión de irritantes o tóxicos volátiles presentes en el ambiente como CO, formaldehído, órgano fosforados, etc.)

3. Finalmente está el â??síndrome del edificio enfermoâ?? al que se define como la situación en la que en un edificio determinado, más personas de lo normal manifiestan tener un conjunto de síntomas inespecíficos pero bien definidos, que desaparecen al abandonar el edificio. Incluye un grupo de síntomas de vías respiratorias, dermatológicos, oculares y sistémicos, que aparecen mientras se permanece en el interior de un edificio y mejoran tras alejarse de dicho ambiente. Desde 1970 se han descrito casos de trabajadores en un mismo edificio, escuelas, hospitales e incluso domicilios.

Contaminantes del aire del edificio

Se trata de contaminantes volátiles procedentes de materiales aislantes, mobiliario, complementos de oficina, productos de limpieza, maquinaria etc. Los más habituales son: componentes orgánicos volátiles: formaldehído, disolventes, compuestos desprendidos de impresoras y fotocopiadoras, pinturas y barnices; polvo y fibras del ambiente interior: asbesto, fibra de vidrio, polvo de papel, papel autocalcable, descomposición de materiales de construcción, suciedad; bioaerosoles: bacterias, hongos, virus, ácaros, excrementos y pelos de animales; vapores de escape de vehículos y de la industria; contaminantes generados por la actividad humana: dióxido de carbono, perfume; humo del tabaco; Otros: deterioro por humedades, pesticidas, radón, materiales del edificio, productos de la combustión del carburante etc.

Ventilación y factores del propio edificio

Se precisa una buena ventilación para disminuir la concentración de contaminantes ambientales que potencialmente puedan producir síntomas. A menos ventilación mayor afectación clínica. Una proporción de ventilación mayor de 10 l/seg/persona parece disminuir la prevalencia de síndrome del edificio enfermo. En cuanto a los tipos de ventilación, la natural disminuye mucho la probabilidad de que se presenten síntomas, a pesar de que los rangos de humedad y temperatura no se encuentren entre los límites aconsejados. Cuanto más hermético es el edificio, más posibilidades de que se genere patología.

Los factores físicos son, asimismo, importantes: temperatura mayor de 23º C, humedad inferior al 40% o superior al 60%, ruido, iluminación inadecuada, controles ambientales y de iluminación no ajustables por el usuario, aumentan la prevalecia de los síntomas. Los techos bajos inferiores a 2,4 metros, las áreas de archivo de documentación en papel y unos servicios de mantenimiento del edificio ineficaz y con mala comunicación con los usuarios, se han relacionado también con mayor prevalencia de síntomas.

Factores relacionados con la organización del trabajo

Un estatus bajo a nivel laboral, un aumento del estrés y una escasa satisfacción laboral, favorecen la aparición del síndrome del edificio enfermo. El espacio disponible por el trabajador y la concentración de máquinas de oficina en áreas determinadas favorecen también la aparición de síntomas. Finalmente, el número de horas pasadas delante de los monitores de ordenador también se ha relacionado con aumento en los síntomas.

Los síntomas asociados al síndrome del edificio enfermo

Los síntomas más comunes son: oculares (irritación, sequedad, picor de ojos); nasales y faríngeos (obstrucción nasal es el más frecuente, sequedad en la garganta, irritación y prurito); rinitis (con estornudos y rinorrea); respiratorios (tos, opresión torácica, disnea); neuropsicológicos (el más prevalente es la astenia); y otros menos frecuentes (cefalea, letargia, irritabilidad, dificultad de concentración, bajo rendimiento intelectual); cutáneos (sequedad, picores).

Es característico el inicio de los síntomas a las pocas horas de entrar en el edificio, y la mejoría de todos los síntomas excepto los cutáneos, a la hora de abandonarlo. Las alteraciones dermatológicas pueden tardar días en desaparecer. Estos síntomas no amenazan la vida del paciente pero conllevan bajas laborales y descenso de la productividad. Afectan con distinta intensidad a los distintos trabajadores, dependiendo de los microambientes donde estén ubicados y de la susceptibilidad individual.

Fuente: Boletin de BuscaSalud.com

En los últimos años se han descrito una serie de enfermedades asociadas a las nuevas instalaciones de que se dota a los edificios modernos.

Pamplona, 4 de agosto de 2005. En los últimos años se han descrito una serie de enfermedades asociadas a las nuevas instalaciones de que se dota a los edificios modernos – sistemas de ventilación forzada, ordenadores, etc. – Se trata de un grupo de síntomas que padecen los trabajadores de un mismo edificio â??enfermoâ??, relacionados con su ambiente interior. Un trabajo de investigación del Dr. Joan Boldú, de la Sección de Neumología del Hospital Virgen del Camino, explica sus características, patologías y síntomas.

La generación de entornos de trabajo, como los sistemas de ventilación artificial, la proliferación de ordenadores, fotocopiadoras, impresoras etc., el uso extensivo de materiales sintéticos, los sistemas de iluminación fluorescente generales, o la presencia de contaminantes directos como el humo del tabaco y otros, generan efectos nocivos para la salud.

Las patologías que producen son de tres tipos:

1. Hay personas con enfermedades ya conocidas que sufren empeoramiento al permanecer en el edificio en el que trabajan. Así, pacientes diagnosticados de asma bronquial, rinitis alérgica o dermatitis atópica, empeoran al permanecer en el interior de determinados edificios, bien por su exposición a distintos alérgenos presentes en dicho medio (irritantes volátiles, etc.) o a las condiciones microambientales del interior del edificio (condiciones adversas de humedad, temperatura, etc.)

2. Hay un segundo grupo de enfermedades específicas de diversos tipos, producidas por el edificio: enfermedades infecciosas (por transmisión de agentes infecciosos, ya sea a través de los sistemas de acondicionamiento de aire como de persona a persona), enfermedades virales (producidas por dispersión de antígenos del propio edificio, como en las neumonitis por hipersensibilidad, fiebre de los humidificadores, etc.); enfermedades tóxicas (producidas por difusión de irritantes o tóxicos volátiles presentes en el ambiente como CO, formaldehído, órgano fosforados, etc.)

3. Finalmente está el â??síndrome del edificio enfermoâ?? al que se define como la situación en la que en un edificio determinado, más personas de lo normal manifiestan tener un conjunto de síntomas inespecíficos pero bien definidos, que desaparecen al abandonar el edificio. Incluye un grupo de síntomas de vías respiratorias, dermatológicos, oculares y sistémicos, que aparecen mientras se permanece en el interior de un edificio y mejoran tras alejarse de dicho ambiente. Desde 1970 se han descrito casos de trabajadores en un mismo edificio, escuelas, hospitales e incluso domicilios.

Contaminantes del aire del edificio

Se trata de contaminantes volátiles procedentes de materiales aislantes, mobiliario, complementos de oficina, productos de limpieza, maquinaria etc. Los más habituales son: componentes orgánicos volátiles: formaldehído, disolventes, compuestos desprendidos de impresoras y fotocopiadoras, pinturas y barnices; polvo y fibras del ambiente interior: asbesto, fibra de vidrio, polvo de papel, papel autocalcable, descomposición de materiales de construcción, suciedad; bioaerosoles: bacterias, hongos, virus, ácaros, excrementos y pelos de animales; vapores de escape de vehículos y de la industria; contaminantes generados por la actividad humana: dióxido de carbono, perfume; humo del tabaco; Otros: deterioro por humedades, pesticidas, radón, materiales del edificio, productos de la combustión del carburante etc.

Ventilación y factores del propio edificio

Se precisa una buena ventilación para disminuir la concentración de contaminantes ambientales que potencialmente puedan producir síntomas. A menos ventilación mayor afectación clínica. Una proporción de ventilación mayor de 10 l/seg/persona parece disminuir la prevalencia de síndrome del edificio enfermo. En cuanto a los tipos de ventilación, la natural disminuye mucho la probabilidad de que se presenten síntomas, a pesar de que los rangos de humedad y temperatura no se encuentren entre los límites aconsejados. Cuanto más hermético es el edificio, más posibilidades de que se genere patología.

Los factores físicos son, asimismo, importantes: temperatura mayor de 23º C, humedad inferior al 40% o superior al 60%, ruido, iluminación inadecuada, controles ambientales y de iluminación no ajustables por el usuario, aumentan la prevalecia de los síntomas. Los techos bajos inferiores a 2,4 metros, las áreas de archivo de documentación en papel y unos servicios de mantenimiento del edificio ineficaz y con mala comunicación con los usuarios, se han relacionado también con mayor prevalencia de síntomas.

Factores relacionados con la organización del trabajo

Un estatus bajo a nivel laboral, un aumento del estrés y una escasa satisfacción laboral, favorecen la aparición del síndrome del edificio enfermo. El espacio disponible por el trabajador y la concentración de máquinas de oficina en áreas determinadas favorecen también la aparición de síntomas. Finalmente, el número de horas pasadas delante de los monitores de ordenador también se ha relacionado con aumento en los síntomas.

Los síntomas asociados al síndrome del edificio enfermo

Los síntomas más comunes son: oculares (irritación, sequedad, picor de ojos); nasales y faríngeos (obstrucción nasal es el más frecuente, sequedad en la garganta, irritación y prurito); rinitis (con estornudos y rinorrea); respiratorios (tos, opresión torácica, disnea); neuropsicológicos (el más prevalente es la astenia); y otros menos frecuentes (cefalea, letargia, irritabilidad, dificultad de concentración, bajo rendimiento intelectual); cutáneos (sequedad, picores).

Es característico el inicio de los síntomas a las pocas horas de entrar en el edificio, y la mejoría de todos los síntomas excepto los cutáneos, a la hora de abandonarlo. Las alteraciones dermatológicas pueden tardar días en desaparecer. Estos síntomas no amenazan la vida del paciente pero conllevan bajas laborales y descenso de la productividad. Afectan con distinta intensidad a los distintos trabajadores, dependiendo de los microambientes donde estén ubicados y de la susceptibilidad individual.

Fuente: Boletin de BuscaSalud.com

En los últimos años se han descrito una serie de enfermedades asociadas a las nuevas instalaciones de que se dota a los edificios modernos.

Pamplona, 4 de agosto de 2005. En los últimos años se han descrito una serie de enfermedades asociadas a las nuevas instalaciones de que se dota a los edificios modernos – sistemas de ventilación forzada, ordenadores, etc. – Se trata de un grupo de síntomas que padecen los trabajadores de un mismo edificio â??enfermoâ??, relacionados con su ambiente interior. Un trabajo de investigación del Dr. Joan Boldú, de la Sección de Neumología del Hospital Virgen del Camino, explica sus características, patologías y síntomas.

La generación de entornos de trabajo, como los sistemas de ventilación artificial, la proliferación de ordenadores, fotocopiadoras, impresoras etc., el uso extensivo de materiales sintéticos, los sistemas de iluminación fluorescente generales, o la presencia de contaminantes directos como el humo del tabaco y otros, generan efectos nocivos para la salud.

Las patologías que producen son de tres tipos:

1. Hay personas con enfermedades ya conocidas que sufren empeoramiento al permanecer en el edificio en el que trabajan. Así, pacientes diagnosticados de asma bronquial, rinitis alérgica o dermatitis atópica, empeoran al permanecer en el interior de determinados edificios, bien por su exposición a distintos alérgenos presentes en dicho medio (irritantes volátiles, etc.) o a las condiciones microambientales del interior del edificio (condiciones adversas de humedad, temperatura, etc.)

2. Hay un segundo grupo de enfermedades específicas de diversos tipos, producidas por el edificio: enfermedades infecciosas (por transmisión de agentes infecciosos, ya sea a través de los sistemas de acondicionamiento de aire como de persona a persona), enfermedades virales (producidas por dispersión de antígenos del propio edificio, como en las neumonitis por hipersensibilidad, fiebre de los humidificadores, etc.); enfermedades tóxicas (producidas por difusión de irritantes o tóxicos volátiles presentes en el ambiente como CO, formaldehído, órgano fosforados, etc.)

3. Finalmente está el â??síndrome del edificio enfermoâ?? al que se define como la situación en la que en un edificio determinado, más personas de lo normal manifiestan tener un conjunto de síntomas inespecíficos pero bien definidos, que desaparecen al abandonar el edificio. Incluye un grupo de síntomas de vías respiratorias, dermatológicos, oculares y sistémicos, que aparecen mientras se permanece en el interior de un edificio y mejoran tras alejarse de dicho ambiente. Desde 1970 se han descrito casos de trabajadores en un mismo edificio, escuelas, hospitales e incluso domicilios.

Contaminantes del aire del edificio

Se trata de contaminantes volátiles procedentes de materiales aislantes, mobiliario, complementos de oficina, productos de limpieza, maquinaria etc. Los más habituales son: componentes orgánicos volátiles: formaldehído, disolventes, compuestos desprendidos de impresoras y fotocopiadoras, pinturas y barnices; polvo y fibras del ambiente interior: asbesto, fibra de vidrio, polvo de papel, papel autocalcable, descomposición de materiales de construcción, suciedad; bioaerosoles: bacterias, hongos, virus, ácaros, excrementos y pelos de animales; vapores de escape de vehículos y de la industria; contaminantes generados por la actividad humana: dióxido de carbono, perfume; humo del tabaco; Otros: deterioro por humedades, pesticidas, radón, materiales del edificio, productos de la combustión del carburante etc.

Ventilación y factores del propio edificio

Se precisa una buena ventilación para disminuir la concentración de contaminantes ambientales que potencialmente puedan producir síntomas. A menos ventilación mayor afectación clínica. Una proporción de ventilación mayor de 10 l/seg/persona parece disminuir la prevalencia de síndrome del edificio enfermo. En cuanto a los tipos de ventilación, la natural disminuye mucho la probabilidad de que se presenten síntomas, a pesar de que los rangos de humedad y temperatura no se encuentren entre los límites aconsejados. Cuanto más hermético es el edificio, más posibilidades de que se genere patología.

Los factores físicos son, asimismo, importantes: temperatura mayor de 23º C, humedad inferior al 40% o superior al 60%, ruido, iluminación inadecuada, controles ambientales y de iluminación no ajustables por el usuario, aumentan la prevalecia de los síntomas. Los techos bajos inferiores a 2,4 metros, las áreas de archivo de documentación en papel y unos servicios de mantenimiento del edificio ineficaz y con mala comunicación con los usuarios, se han relacionado también con mayor prevalencia de síntomas.

Factores relacionados con la organización del trabajo

Un estatus bajo a nivel laboral, un aumento del estrés y una escasa satisfacción laboral, favorecen la aparición del síndrome del edificio enfermo. El espacio disponible por el trabajador y la concentración de máquinas de oficina en áreas determinadas favorecen también la aparición de síntomas. Finalmente, el número de horas pasadas delante de los monitores de ordenador también se ha relacionado con aumento en los síntomas.

Los síntomas asociados al síndrome del edificio enfermo

Los síntomas más comunes son: oculares (irritación, sequedad, picor de ojos); nasales y faríngeos (obstrucción nasal es el más frecuente, sequedad en la garganta, irritación y prurito); rinitis (con estornudos y rinorrea); respiratorios (tos, opresión torácica, disnea); neuropsicológicos (el más prevalente es la astenia); y otros menos frecuentes (cefalea, letargia, irritabilidad, dificultad de concentración, bajo rendimiento intelectual); cutáneos (sequedad, picores).

Es característico el inicio de los síntomas a las pocas horas de entrar en el edificio, y la mejoría de todos los síntomas excepto los cutáneos, a la hora de abandonarlo. Las alteraciones dermatológicas pueden tardar días en desaparecer. Estos síntomas no amenazan la vida del paciente pero conllevan bajas laborales y descenso de la productividad. Afectan con distinta intensidad a los distintos trabajadores, dependiendo de los microambientes donde estén ubicados y de la susceptibilidad individual.

Fuente: Boletin de BuscaSalud.com