Wang Jiguo, uno de los responsables de detectar posibles fugas, advirtió un severo aumento de los niveles de gas y enseguida alertó a sus compañeros para que evacuaran la mina. «¡Rápido, corred, no cojáis nada!», les gritó mientras Fu Maoheng llamaba con su móvil a otros dos colegas que estaban aún en el interior para que huyeran a toda prisa.
«Justo después de colgar, se escuchó una fuerte explosión dentro del pozo y las galerías y la entrada se derrumbaron», explicó Fu a la agencia estatal de noticias Xinhua en el hospital de Hegang, donde fueron ingresados decenas de heridos. «Nos estábamos preparando para abandonar la mina cuando ocurrió el estallido, que lanzó cristales y rocas en todas direcciones mientras corríamos gritando», declaró a la emisora Wang Xingang.
Junto a él, otros 420 compañeros pudieron escapar con vida, pero menos suerte tuvieron los 108 mineros que, el pasado 28 de noviembre, fallecieron en la explosión de grisú que tuvo lugar en la mina Xinxing de Hegang. Por el número de víctimas, se trata del peor accidente de la industria minera china en los dos últimos años, desde el siniestro que en diciembre de 2007 se cobró la vida de 105 personas en otra explosión de gas en un pozo de la provincia de Shanxi, abundante en carbón.
Una vez más, el accidente se debió a una negligencia de los responsables de la compañía, que habían incrementado el personal de cada turno y descuidado las pertinentes medidas de seguridad, como los sistemas de ventilación y control de escapes, para elevar la producción. «Los análisis preliminares muestran que no se tomaron las precauciones adecuadas y no se tuvieron en cuenta seriamente los posibles riesgos», criticó en declaraciones a la televisión estatal CCTV el director de la Administración Estatal de China para la Seguridad Laboral, Luo Lin. Como consecuencia, fueron cesados de forma fulminante el director, subdirector e ingeniero jefe de la mina, que están siendo investigados por la Fiscalía y probablemente serán acusados de negligencia criminal.