Buscará que los Estados luchen activamente contra problemáticas del empleo como la reducción a la servidumbre y la explotación infantil. Retoma una idea de cuando era arzobispo porteño. Para Recalde, es «una noticia fantástica».
El Papa de los derechos laborales. El Vaticano, preocupado por la cuestión social en tiempos de crisis. En la tradición de su antecesor, Pablo VI –una tradición que luego fue gradualmente abandonada–, el Papa Francisco desplegará desde fines de este año y principios del próximo una fuerte campaña mundial para comprometer a los gobiernos en torno a la problemática del trabajo y las desiguales condiciones de empleo –con explotación, trabajo infantil, semiesclavitud– que imperan en el mundo. La iniciativa coincidirá con su presencia como principal expositor de la 103° Conferencia Internacional del Trabajo, que cada año organiza la OIT en Ginebra, a la que fue especialmente invitado por el director de la entidad, el británico Guy Ryder.
La idea de Francisco, según contó a invitados argentinos que lo visitaron en su residencia de Santa Marta, es retomar una iniciativa que había pensado en 2000, cuando era arzobispo porteño: el inicio de una cruzada, a escala planetaria, por la globalización de los derechos del trabajo.
La campaña de sensibilización de la opinión pública, pero sobre todo de los gobernantes y de las empresas más importantes del mundo sobre la gravedad de la situación del trabajo, tiene un antecedente algo fallido. En 2000, declarado año del Jubileo por Juan Pablo II (una declaración que, según el derecho canónico de la Iglesia Católica, busca obtener la indulgencia de los pecados), un grupo de laicos argentinos –algunos de ellos abogados laboralistas– se acercó a Bergoglio, entonces arzobispo de Buenos Aires, para proponerle que el Vaticano, ante los efectos sociales que estaba produciendo la globalización financiera, iniciara una campaña por la globalización de los derechos del trabajo. El entonces arzobispo se entusiasmó con la idea. Impulsó a sus interlocutores a viajar a Roma y les concertó una entrevista con el cardenal irlandés Diarmuid Martin, hoy arzobispo de Dublín, en aquel momento secretario del Pontificio Consejo para la Justicia y Paz de la Santa Sede. Aquella iniciativa se había propuesto, casi como modelo a seguir, la campaña por la condonación de la deuda externa del Tercer Mundo que protagonizaba el cantante irlandés Bono, con apoyo de la Iglesia. Los abogados argentinos llegaron a reunirse con Martin y también con el entonces director general de la OIT, el chileno Juan Somavía. Pero el 2000 pasó, y más allá de las reuniones, la campaña no llegó a despegar. Sin embargo, nadie negó la actualidad e importancia de sus propósitos, y mucho menos el propio Bergoglio, que la había motorizado desde Buenos Aires. Ver más