Si tenéis niños, a buen seguro que los habréis visto temblar ante el reto que supone para ellos atravesar una puerta automática, de las que se abren – teóricamente – cuando alguien va a entrar o salir de un edificio.
De forma general suelen presentar un funcionamiento bastante caótico. Se abren de repente cuando estás a punto de toparte de bruces con ella, lo hacen cuando solamente pasabas por ahí, o las ves abrirse a una distancia tan grande que temes que cuando llegues a su umbral, se cierre en ese justo momento por aburrimiento de la misma. Ver más