«Me suicido por culpa de France Télécom». Así es como Michel Deparis, el técnico del gigante de las telecomunicaciones, justificó en una nota la forma desesperada en que eligió, en julio de 2009, escapar de la «administración por el terror» para forzar la salida «voluntaria» de 22.000 trabajadores y un cambio de funciones y de lugar de trabajo de 10.000.
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Entre 2008 y 2009, otros 34 trabajadores terminaron con sus vidas.
Poco más de diez años después, el entonces presidente, Didier Lombard, el vicepresidente, Louis-Pierre Wenès, y el director de recursos humanos de la empresa, Olivier Barberot, han sido declarados culpables de acoso moral y condenados a un año de prisión y 15.000 euros de multa en un tribunal correccional de París.
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