Un negocio entre otros parece privilegiar el SPB: lavar adentro de las cárceles lo que se ensucia afuera. Clínicas privadas, hoteles y restaurantes son por igual sus clientes, aunque la normativa sanitaria prohíbe que se laven materiales de origen diverso en las mismas máquinas.
A pesar de haber sido denunciado hace ya cuatro años por radio La Cantora y otros organismos de Derechos Humanos, el funcionamiento irregular de lavaderos privados en el interior de las unidades penales 29 y 10 de Melchor Romero y 15 de Batán permanece vigente. Recientemente, una inspección realizada por La Cantora (organización dedicada a la defensa de los derechos de los ciudadanos y ciudadanas privados de su libertad) y el Secretario de Ejecución Penal de San Martín, Juan Manuel Casolati, a la cárcel de tránsito de esa localidad, constató que los detenidos siguen lavando sábanas, fundas y ambos de cirugía que se mezclan con residuos patógenos de todo tipo sin medidas de protección alguna. Así lo informa la propia radio La Cantora.
Una nota publicada ayer en la página Web de esa organización dice lo siguiente. “Diario El Atlántico: En el año 2008 recibimos en Radio La Cantora un llamado telefónico proveniente de la Unidad Penal 10 de Melchor Romero, en el que un grupo de detenidos denunciaba la existencia de un lavadero industrial para el cual trabajaban los enfermos mentales detenidos allí manipulando, entre otros elementos, ambos ensangrentados y azaleas con restos de residuos patológicos sin ningún tipo de protección. Informamos de este hecho al Comité Contra la Tortura y, producto de la inspección realizada en el lugar, se presentó ante la fiscalía de turno un hábeas corpus colectivo en septiembre de ese mismo año. En ese momento el Comité certificó: “sábanas, fundas y ambos de cirugía se mezclan con diferentes residuos patógenos que pudimos observar: pedazos de gasa y algodón con sangre, toallas, rejillas y trapos de piso ensangrentados (…) Todos los detenidos a los que vimos trabajar carecían de protección; vimos a algunos de ellos manipular estos residuos sin guantes ni traje alguno. Si bien el encargado afirmaba que los internos no manipulaban la ropa conforme llegaba, con residuos patógenos, vimos que sí lo hacían”. En esa oportunidad también se aclaró que el lavadero recibía el nombre de ‘Asepsia’, que tenía convenio con el Servicio Penitenciario Bonaerense y que su tarea consistía en el lavado de ropa proveniente de clínicas privadas localizadas en Mar Del Plata, Monte Grande y Luján.
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