Los ayudantes Edgar Jardel Fragoso Fernandes, de 30 años, y João de Oliveira Rosa, de 38, estaban comenzando su jornada laboral en un almacén de granos cuando les pidieron que desatascaran un depósito lleno de soja.
Era abril de 2017, cuando una enorme cosecha confirmaba las previsiones de que Brasil tendría la mayor producción de soja de su historia.
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Sin embargo, cuando los obreros estaban tratando de destrabar el conducto que permitía la salida de la soja del armazón, sufrieron un accidente y quedaron sepultados por varias toneladas de granos.
Los dos murieron al instante.
Y como ellos, una investigación exclusiva de BBC News Brasil reveló que, desde 2009, al menos 106 personas han muerto en silos donde se almacenan granos, la mayoría después de quedar enterrados.
Estos casos fatales apenas aparecieron en los medios, lo que hace pensar a los especialistas en este tema que es probable que las muertes de trabajadores dentro de silos hayan sido muchas más de las que se han contabilizado.
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El año con más accidentes fatales fue 2017, cuando se registraron 24 muertos, un 140% más que el año anterior.
En 2018, se han presentado 13 casos hasta julio, señal de que las muertes siguen casi el mismo patrón que el año pasado.
Uno de los trabajos más peligrosos
«Los datos son estremecedores», le dijo a BBC News Brasil Idelberto Muniz Almeida, profesor de la Universidad Estatal Paulista.
Según Almeida, las estadísticas señalan que trabajar en los silos está entre las actividades con más frecuencia de accidentes fatales en el país, después de las profesiones vinculadas a altos índices de muertes por accidentes de tránsito.
Falta de prevención
Para Almeida, la mayoría de los accidentes en silos ocurre cuando las medidas de prevención no son tomadas en cuenta o no se implementan de forma adecuada.
«Las estrategias para evitar este tipo de accidentes son conocidas desde hace por lo menos hace 15 años», dijo.
Y de acuerdo al académico, que varios casos hayan ocurrido en un mismo estado o en un municipio indica que allí el «poder público se ha mostrado impotente» frente al fenómeno.
En general, los silos matan en instantes.
El trabajador muere asfixiado hundido en un lecho de granos y no consigue subir a la superficie, como si se lo tragaran unas arenas movedizas.
En la mayoría de los casos, las víctimas han sido engullidas por los granos cuando caminaban sobre ellos sin cuerdas ni sujetadores, generalmente mientras intentaban desbloquear los conductos de salida.
En otros casos, menos numerosos, los trabajadores perecen al ser sepultados por una avalancha de granos cuando las paredes del armazón colapsan. O cuando hay grandes movimientos de las partículas dentro de la estructura.
Los depósitos también pueden explotar si tienen grandes cantidades de polvo de cereal, un material que se transforma en combustible cuando entra en contacto con superficies calientes o con una chispa.
Sobreviviente
Cuando queda cubierto por los granos, un trabajador raramente logrará sobrevivir.
Por eso, cuando Anderson Rodrigo Reis comenzó a hundirse en una montaña de soja en un silo de Paranapema, pensó que no escaparía.
«Grité: ‘Por el amor de Dios, no encuentro el suelo, no me puedo sujetar. ¡Me estoy hundiendo, me estoy hundiendo!'», le dijo a la BBC.
Reis tiene 40 años y desde 2014 trabaja para la Cooperativa Agroindustrial Holambra, como ayudante general.
En aquel día de julio de 2017, ingresó dentro del silo para cargar un camión lleno de granos.
Fue entonces cuando un colega prendió la máquina que permitía la salida de los granos del depósito para descargarlos en un camión.
«Sentí que la soja estaba mojada y que era mejor salir del silo. Ahí fue que comencé a hundirme».
En pocos segundos, ya estaba hundido hasta la cintura. Su compañero intentó sacarlo, pero la presión del cuerpo sobre la soja lo impidió.
Entonces ocurrió algo: cuando solo le quedaba la cabeza fuera, sintió que tocaba con su pie la estructura metálica del silo. Y durante cinco horas se apoyó en ese punto para evitar hundirse, hasta que fue rescatado por un equipo de bomberos.
«Es como estar en una lata de sardinas. No sientes el apretón en alguna parte, sino que se siente en todo el cuerpo», dijo.
Reis relató que, pese a la gravedad del accidente, la empresa evitó vaciar el silo -como recomendaban los bomberos- y de esa manera liberar la presión de los granos de soja, para no perder dinero.
Sin embargo, los bomberos ganaron la pulseada y abrieron una senda lateral que permitió la salida del grano y de Reis.
El ahora exayudante dijo que conocía los riesgos del trabajo y había sido entrenado para esta actividad.
Sabía que para caminar por encima de los granos tenía que estar amarrado con cuerdas, pero cuando no había técnicos de las aseguradoras en el lugar, los supervisores se saltaban las reglas para acelerar los trabajos.
Reis no tenía el cinturón de seguridad ese día.
Desde aquel episodio, nunca pudo volver a entrar en un silo. Y, según señala, le pidió a la empresa que lo transfiriera a otros sectores, pero nueve meses después del accidente fue despedido sin ningún tipo de justificación.
Al ser consultada por la BBC, la Cooperativa Agroindustrial Holambra descartó hacer comentarios sobre el caso.
Gases tóxicos
El teniente Gustavo Souza, de los bomberos de Sorriso, uno de los dos municipios que registraron más muertos dentro de los depósitos de granos (siete en total), atendió cuatro de esos casos.
En ninguno hubo sobrevivientes.
Para él, una de las causas por las que los ayudantes quedan enterrados debajo de los granos es que se ven afectados por los gases tóxicos que se acumulan en los depósitos a partir de la fermentación de los granos.
En algunos casos, las muertes han sido causadas por la inhalación de esos gases.
En un accidente de 2011 en el municipio de Tangará de la Sierra -en el estado de Mato Grosso-, la víctima fue precisamente un bombero que intentaba rescatar a dos trabajadores que se habían sentido mal por los gases concentrados.
En medio del operativo, el bombero Valmir Bezerra se desmayó y murió 17 días después en el hospital al que había sido llevado.
Los trabajadores sobrevivieron.
De acuerdo a las normas de seguridad brasileñas, los silos deben incluir un sistema de ventilación y otro de detección de gases tóxicos. En casos extremos, los trabajadores deben entrar con máscaras de oxígeno.
Souza denuncia que rescatar a trabajadores bajo esas condiciones es una de las actividades que más temen los bomberos.
«Si la gente no toma como propia nuestra seguridad, puede ser la siguiente víctima», señaló.
Normas de seguridad dentro de los silos
De acuerdo a la Compañía Nacional de Abastecimiento, la capacidad de almacenamiento de granos en Brasil creció en un 80% desde el año 2000 hasta el 2016, impulsada principalmente por las líneas de crédito públicas.
A pesar del aumento, la Compañía señaló que la capacidad de almacenamiento del país debe crecer otro 48% para cubrir la producción actual. Y es el primer capítulo de los problemas.
Tras las recurrentes muertes en el estado de Paraná, la segunda zona con mayor número de registros, las cosas comenzaron a moverse en el gobierno local.
En el segundo semestre de 2017, el Ministerio Público de Trabajo con sede en Londrina le exigió a las empresas dueñas de silos que aportasen información sobre el cumplimiento de las normas que rigen las actividades en ambientes confinados.
Entre ellas, el trabajo en depósitos de granos.
Allí se revisó la regulación que entrega más de un centenar de orientaciones para prevenir accidentes en este tipo de espacios, tales como prohibir el acceso a personas que no están entrenadas, examinar con frecuencia los equipos de seguridad y realizar simulacros de rescate.
Para Douglas Nunes Vasconcelos, de la oficina de la Procuraduría del Trabajo de Mato Grosso -donde han ocurrido la mayoría de los casos por región, 28-, las muertes se pueden atribuir a la falta de fiscalización por parte del Ministerio de Trabajo.
El funcionario señala que los auditores del ministerio, responsables de vigilar cómo se procede dentro de los silos, son insuficientes.
Y las carencias se agravaron tras los recortes fiscales de los últimos dos años.
Según el Sindicato Nacional de Auditores Fiscales, el número de profesionales con que cuentan es el menor de los últimos 20 años: hoy existen 2.305 auditores fiscales para cubrir todo el país.
Y solo en Mato Grosso los inspectores que trabajan en el Estado son responsables de fiscalizar un área que es casi tan extensa como Venezuela.
Al ser consultado por la BBC sobre este tema, el Ministerio del Trabajo no quiso proveer un vocero para hablar sobre la problemática de los silos.
El órgano señaló en un comunicado que el número de empresas que han sido inspeccionadas y que tienen un almacén agrícola ha ido en aumento.
Pasó de 35 en 2016 a 713 en 2017. Y en lo que va de 2018 se han revisado un total de 607 empresas.
En respuesta a los cuestionamientos del procurador de Mato Grosso, el Ministerio del Trabajo indicó que actualmente hay 15 silos que han sido intervenidos por no tener las condiciones mínimas para funcionar.
«Muchos de los almacenes están ubicados en zonas rurales de Mato Grosso, lo que dificulta enormemente la inspección «, dijo.
«Debido al tamaño del estado, se están pensando en otras formas de intervención para potencializar las adecuaciones, sumando las inspecciones físicas, como reuniones con los empleadores, notificaciones colectivas y acciones físicas indirectas», señaló.
Muertes en otros países
En EE.UU., un país con una capacidad de almacenamiento de granos cuatro veces superior a la brasilera, en 2017 se presentaron 23 muertes por soterramiento, de acuerdo a un estudio de la Universidad de Purdue.
Antes de los años 70, la mayoría de las muertes en los silos en EE.UU. ocurrían cuando las unidades explotaban.
Normas federales de seguridad que fueron adoptadas a partir de 1988 reducirían drásticamente esas muertes por esas causas, pero las atribuidas a soterramiento continuarán en los dos dígitos por año.
Y la razón es que los silos construidos en granjas, que concentran buena parte de los accidentes, no están obligados a seguir las normas federales de seguridad, decisión atribuida a la influencia del lobby agrícola en la política estadounidense.
En Argentina, otro país con una gran producción de granos, las muertes en los almacenes también ha sido frecuentes. En 1985, la explosión en un silo de la ciudad de Bahía Blanca mató a 22 personas y generó una conmoción nacional.
En China, el accidente más reciente dentro de silos, ocurrió en 2017 en la provincia de Shandong, que causó seis muertes.
*Con la colaboración de Amanda Rossi, de BBC News Brasil en São Paulo.
Muy interesante el articulo, y lamentable lo que sucede al no ser proactivo en las actividades laborales.
Lo del estado demuestra el poco interés que se tiene en hacer realmente Higiene y Seguridad, (hacer trabajar a las personas seguras), » Una frase que quizá diga mucho , es la que suelo utilizar en mis clase NO HAY COSA POR FÁCIL QUE SEA QUE LO HAGA DIFÍCIL LA MALA GANA»
Saludos