¡Si se puede evitar, no es un accidente!

Tras la muerte del pequeño Diego Novo, una coruñesa cuenta en Lavoz.es su experiencia como monitora de guarderías acuáticas.

No sé lo que pasó, y para contar esto, no lo necesito. Si nadie lo cuenta, yo lo contaré.

Soy monitora de piscina, pero a mi me obligan a ser monitora de guarderías acuáticas. Nada más peligroso, que eso.

Ha tenido que pasar esto para que sean conscientes de que los monitores de piscina trabajamos con la responsabilidad de vidas humanas, o «eso espero».

No son 4,5 o 6 vidas en cada clase. Pero eso de mí, no depende.Todo depende de la avaricia del centro donde trabajes.

No hay leyes sobre el ratio, sólo recomendaciones, 1/10 si no saben nadar. E incluso éstas van muy desencaminadas.

Tenemos que enseñar a nadar a los niños armándoles hasta los dientes de material auxiliar. Una forma pésima de enseñar a nadar. Mis jefes me dicen que con los niños (en mi caso 1/10) he de andar con 100 ojos, y se van en su Audi.

Yo me quedo intentando poner 100 ojos cuando entramos en la piscina, 100 ojos cuando cogen el material, 100 ojos mientras les ayudo a quitar el albornoz y zapatillas, 100 ojos mientras les ayudo a cada unos de ellos a ponerse el material, 200 ojos al hacer la clase sin que ninguno hunda al otro, o se mueva demasiado o se vaya, consolarle si llora… 100 ojos para salir del agua, 100 ojos para quitarles todo, 100 ojos para recoger, 100 ojos para ponerles a cada uno su albornoz y sus zapatillas, y devolverlos al vestuario. Y yo solo tengo dos y eso no lo puedo cambiar. No será entonces que con niños tan pequños y que no saben nadar, en la piscina debemos de ser por cada 4 niños, 4 ojos??????.

«Si tu supieras como era antaño» .Y así ellos siguen hinchando las listas de niños pequeños, y por uno más, o tres más no pasa nada.

La respuesta, cuando te llevas el primer susto y te quejas, de que así no se puede, que es muy peligroso, es «tranquila , todos tenemos sustos, y nunca ha pasado nada».

Las veces que me he sentido culpable, por un susto en el agua, durante cuatro años, se elevan muy por encima de las que llevo trabajando con niños en seco, durante mis 12 años de trabajo en la actividad física.

Bueno pues ya ha pasado, y la respuesta que ahora obtengo, es «los accidentes ocurren».

Ya no puedo más, ¡si se puede evitar, no es un accidente!.
Ni los sustos que me llevo yo, dando clase son sustos y ya está. Así es, y me indigna.

Me pregunto, si es la hora de colgar el hábito, como lo hacen casi todos, porque este trabajo no merece la pena. Así no.

No llegas a final de mes y la responsabilidad en este puesto de trabajo, ya es noticia.

No es que no seamos profesionales, es que a los de arriba no les interesa que lo seamos, porque no les sale a cuenta.

Pero a quien hemos de preguntarles si les sale a cuenta no es a ellos, si no a los padres.

Y a ellos vá:

Si nos dejaran ser profesionales, esto cambiaría.

Si nos dejaran ser profesionales la edad media de los trabajadores de una piscina no sería de 20 años.

Si nos dejaran ser profesionales, mi trabajo no sería, un trabajo «de paso».

Si nos dejaran ser profesionales, a mis casi 33 años, no seguiría valorando si, este trabajo merece la pena .

Si nos dejaran ser profesionales, podríamos acumular alguna vez la suficiente experiencia como para arreglar estos y otros «accidentes».

Si nos dejaran ser profesionales, las leyes nos apoyarían.

Si nos dejaran ser profesionales, no tendría que escuchar ¿y donde estaba el monitor?

Si nos dejaran ser profesionales ,podría seguir amando mi trabajo, sin sufrir por no llegar a final de mes.

Si nos dejaran ser profesionales, dejarían al socorrista «no hacer nada», en vez de mandarle tareas que no le pertenecen.

Si nos dejaran ser profesionales, habría mas socorristas, por si el que está tiene que ausentarse para atender un primer auxilio, o ir al baño.

Si nos dejaran ser profesionales, dejaría de escuchar, y el socorrista donde estaba?

Si nos dejaran ser profesionales, quizá Diego Novo hubiera muerto igual, pero de un accidente.
No pienso colgar el hábito, sin que esto se sepa.
No pienso colgar el hábito, sin que se reconozca nuestro trabajo.

No pienso colgar el hábito, sin que intentar que la muerte de Diego sirva para que nunca vuelva a suceder.

Y que no sirva para que nuestro trabajo sea menos valorado, menos reconocido y mal pagado.
Que no sirva que los niños dejen de ir a la piscina.

Que no sirva para que los padres tengáis miedo.
Que no sirva para que los monitores y socorristas del Liceo se sientan toda la vida culpables de una muerte que si hubieran puesto 100 ojos se hubiera podido evitar.

Que sea para que todos salgamos ganando en vidas y felicidad y no en Audis.

Una profesional coruñesa dolida, impotente.

Mi más sentido y profundo pésame a sus padres.

Arantxa Santesteban Teré, licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en A Coruña
Ex -vecina de Elviña 2º fase, y ex-trabajadora de monitora de patinaje en el Liceo la Paz.
Actualmente, socorrista y monitora de natación en Barcelona, entre otras cosas.
Con 12 años de experiencia en el campo de la a actividad física.

Fuente: www.lavozdegalicia.es

El Futuro de la Profesión de Ingeniería de la Seguridad en los EEUU

El campo de la seguridad es difícil de definir. La profesión en temas de seguridad ha ido creciendo hasta incluir salud, incendios, seguros, comportamientos, gestión, sistemas, aplicación de la ley, medio ambiente, higiene industrial, ingeniería, control de enfermedades, así como otras funciones. El término â??ingeniero de la seguridadâ?? es aún más difícil de definir, ya que se utiliza para describir muchas funciones de seguridad que pueden o no involucrar ingeniería.

¿Qué es un ingeniero de la seguridad? ¿Es la ingeniería de la seguridad una disciplina independiente dentro de la ingeniería? ¿Son todos los ingenieros â??ingenieros de la seguridadâ??? ¿Cuáles son los requisitos educacionales y de licencia para los ingenieros de la seguridad? Muchos profesionales de la seguridad usan el título de ingeniero de la seguridad aunque pueden no tener ninguna formación en ingeniería. La mayoría de los miembros de la Sociedad Americana de Ingenieros de la Seguridad (ASSE) no son ingenieros.

Aún cuando la distinción entre seguridad, profesional de la seguridad, e ingeniero de la seguridad puede ser poco clara, lo que sí es claro es que la profesión de ingeniero de la seguridad tiene el conocimiento, habilidad, experiencia y juicio para avanzar en una estrategia nacional/global para la reducción/eliminación de las heridas y accidentes fatales dentro y fuera del lugar de trabajo. Actualmente hay dos iniciativas en los Estados Unidos que apuntan a la salud y seguridad ocupacional. El NIOSH (sector salud) ha anunciado una estrategia nacional para implementar una iniciativa de Prevención por medio del Diseño (PtD, en inglés) en Estados Unidos dirigida a reducir/eliminar las heridas, accidentes fatales y las enfermedades del trabajo. El Programa Alianza de la OSHA (sector trabajo) ha estado trabajando en Diseño para la Seguridad en la Construcción, una iniciativa para reducir las heridas y los accidentes fatales en la construcción por medio del diseño de ingeniería.

Los ingenieros de la seguridad saben que la manera más efectiva de prevenir heridas y accidentes fatales en el trabajo es abordar los peligros en la fase de diseño, en vez de intentar manejar los peligros â??después deâ??. Los orígenes exactos de las intervenciones de diseño para la prevención de las heridas y los accidentes fatales son desconocidos. Gallagher (1991) cita varias fuentes entre 1907 y 1926 que mencionan el concepto de controlar los peligros por medio de la ingeniería. Este concepto ha sido difundido recientemente bajo diversos nombres: Diseño para la Seguridad (DFS), Seguridad a través del Diseño, o Seguridad en el Diseño.

El primer paso en cualquier diseño es elaborar un diseño preliminar. El proceso de Diseño para la Seguridad (DFS) comienza con una evaluación de los peligros y los riesgos asociados. Esto implica el análisis de los modos de fallo potencial tomando en cuenta el uso predecible, el mal uso predecible, el medio ambiente, las capacidades y los comportamientos conocidos del usuario, el error humano, la instalación, ensamblaje, mantención, falta de mantención, degradación en el tiempo, y una cantidad de temas.

Una vez que los peligros han sido identificados, la metodología de Diseño para la Seguridad (DFS) se aplica en el orden de precedencia indicado más abajo. Para determinadas situaciones, puede ser necesaria alguna variación específica:

1. Diseñar la desaparición del peligro, o la reducción del riesgo hasta un nivel aceptable.
2. Incorporar elementos de seguridad.
3. Proporcionar elementos de advertencia.
4. Instaurar procedimientos administrativos tales como capacitación y/o procedimientos operativos.
5. Equipamiento de protección personal.

El control o la eliminación del peligro por medio de su diseño o incorporando elementos de seguridad deberían ser siempre la prioridad. Las soluciones conductuales deberían mantener el lugar que les corresponde en la jerarquía de controles.

Algunos ejemplos de eliminar el peligro por medio del diseño de ingeniería incluyen el uso de rampas en vez de escaleras de un peldaño, la utilización de un cerrojo de modelo irregular de modo que un anaquel crítico no pueda ser instalado al revés, y la fabricación de los componentes del juguete de un niño lo suficientemente grandes para que no impliquen un riesgo de ahogo. Si una alternativa de diseño no elimina el peligro ni proporciona una adecuada reducción del riesgo, se debe considerar el uso de un elemento de seguridad. Ejemplos de dispositivos de seguridad incluyen mandos «de muerto» sobre lanzadores de nieve y cortacéspedes, guardas protectoras de las sierras de sobre-mesa, y sensores de luz para la detección de obstrucciones para las puertas automáticas de garaje.

En algunos casos no es posible alcanzar una adecuada reducción del riesgo por medio de cambios en el diseño, o proporcionando elementos adecuados de seguridad. En estas circunstancias, se deben proporcionar advertencias y/o instrucciones escritas. Una advertencia puede ser tanto auditiva como visual. Un ejemplo de alarma auditiva podría ser la alarma de retroceso de un vehículo de la construcción. Un signo de â??cuidado con el peldañoâ?? es un ejemplo de advertencia visual. No se debe utilizar nunca una advertencia como reemplazo de un diseño alternativo o un elemento de seguridad.

Los procedimientos administrativos tales como la capacitación y/o los procedimientos especiales de operación deberán ser implementados cuando las advertencias no son apropiadas. Por ejemplo, los conductores de grúas necesitan de un entrenamiento específico.

El concepto de Diseño para la Seguridad ha sido conocido y aplicado durante muchos años en una gran variedad de industrias. Lo que ha faltado es una alineación y armonización del DFS dentro de los Estados Unidos y a nivel global. Los EEUU actualmente van por detrás de la Unión Europea, el Reino Unido y Australia en sus esfuerzos por reducir las heridas y accidentes fatales en el trabajo por medio del diseño de ingeniería. En 1994, el Reino Unido codificó las Normas de Diseño y Gestión de la Construcción (CDM). Estas normas definen el rol de los diseñadores en la atención a la salud y seguridad de los trabajadores en la construcción.

El gobierno australiano ha concluido que temas relacionados con el diseño están involucrados en un 40% de los incidentes en la minería, transporte, agricultura, construcción, comercio, y manufactura. Australia está trabajando en la integración de principios de diseño seguro en los proyectos y productos a partir de su misma planificación (Driscoll, et al 2005). La estrategia nacional OHS 2002-2012 impulsada por el Consejo Ministerial de Relaciones Laborales de Australia incluye la eliminación de los peligros en la fase de diseño.

John Mroszczyk. Sociedad Americana de Ingenieros de la Seguridad (ASSE).

Fuente: www.prevencionintegral.com

En 7 de cada 10 obras faltan profesionales

Un relevamiento realizado por la agrupación Manos a la Obra en treinta construcciones del centro rosarino demostró que el 70 por ciento no cuenta con personal capacitado para dirigirlas. La mayoría está en manos de capataces, oficiales, punteros y, en algunos casos, técnicos. «Faltan profesionales, arquitectos, ingenieros que estén en las obras», denunció Narciso Canteros, miembro de la organización.

El relevamiento comenzó el 16 de mayo, cuando la situación llegó al límite y dos albañiles murieron sepultados en una obra de Santiago y Urquiza. Desde entonces, la agrupación controló la labor de las aseguradoras de riesgos de trabajo, así como las condiciones de seguridad de los operarios, y relevó qué capacitación deberían recibir por ley.

Los resultados dejan mucho que desear. Pese a los terribles accidentes que costaron la vida a ocho obreros en lo que va del año, «nada cambió», se indignó Canteros. Según la muestra, «el Estado no verifica que se contrate a personal idóneo en higiene y seguridad».

Además, el informe mostró que no se cumple la cláusula del decreto 911/96, que obliga a capacitar a obreros y personal jerárquico. «En ninguna construcción hay gente con conocimiento sobre asistencia médica básica», subrayó. Una falencia más que se suma a la falta de seguridad.

Desde la ONG también denunciaron que «las multas son irrisorias y nunca devuelven al perjudicado lo que se les debe por los daños». Según Canteros, «la corrupción y la coima están a la orden del día», principal factor por el que fallan los controles en las construcciones.

Accidentes. El relevamiento también contabilizó cuántos accidentes fatales ocurrieron en los últimos años en obras en construcción. En el 2006 hubo 14 muertes; en el 2007, 10, y en lo que va del año ya llegan a 8 los fallecidos por accidentes de trabajo.

En cuanto a los accidentes fatales en camino hacia el trabajo en el 2006 afectaron al 3 por ciento de los obreros. En el 2007, el porcentaje fue del 5 por ciento, igual que en lo que va del 2008.

Sobre los accidentes graves en obras que impiden volver a trabajar (amputación de miembros y fracturas, entre otros) en el 2006 se detectó que 7 de cada 100 obreros sufrían algún tipo de lesión. En el 2007 fueron 10 de cada 100 y hasta mayo de este año también 10. «¿Qué nos espera?» se preguntó con ansiedad Canteros, sin que nadie le responda.

Fuente: Diario La Capital

"Un trabajador nunca debe asumir que puede morir en su empleo"

Esta experta señala que «no se puede tener un inspector detrás de cada empresario» y apela a la responsabilidad de éstos para evitar accidentes.


Manuela Mojarro posa para este diario momentos antes de la entrevista.


La directora del Centro de Prevención ojea una de las normativas en seguridad laboral de la Junta de Andalucía.

Dice que no le gusta salir en fotografías, que le da cierta vergüenza, pero posa bastante bien. Cuando se le cambia la cara a Manuela Mojarro es cuando le comunican que ha habido un accidente mortal en el trabajo. Dirige las riendas del Centro de Prevención de Riesgos Laborales de la Junta de Andalucía y, pese a que se hacen muchos esfuerzos, parece muy difícil acabar con esa lacra laboral. Muy simpática, de risa contagiosa, Mojarro explica cómo es el día a día en un organismo cuyo objetivo último y tal vez utópico es que todo el mundo esté sano y salvo.

-Seguridad y Salud Laboral, son cosas que se deberían dar por hechas pero que no es así.

-Llevo ocho meses en el cargo y por ahora me he dedicado a ver cómo está la situación en la provincia. En este centro vigilamos la salud de los funcionarios de la Junta de Andalucía y también nos dedicamos a trabajar con los empresarios y los servicios de prevención ajenos. También somos el apoyo técnico a los servicios de la Inspección de Trabajo. Nunca podemos dejar de ser sensibles a los accidentes en el trabajo porque nuestro objetivo es que haya una siniestralidad cero. Estamos trabajando pero hay mucho que mejorar.

-¿Cómo es la relación con los empresarios?

-Tenemos muchos programas puestos en marcha con ellos. Uno de los más conocidos es el Plan de Actuación sobre las Empresas de Mayor Siniestralidad (Paemsa) en el que llevamos ya tres años trabajando y gracias al cual hemos conseguido reducir un 46% el índice de siniestralidad de los 872 centros de trabajo de la provincia que hemos analizado.

-¿Es difícil fomentar la cultura preventiva?

-No se consigue ni en un año ni en dos. Dentro del nivel estatal, Andalucía es una de las comunidades que lleva más tiempo trabajando. Hemos sido una de las primeras comunidades en empezar a trabajar con un plan consensuado con los empresarios y los sindicatos y se ha ido desarrollando en estos últimos cuatro años. En julio de 2007 se firmó la estrategia española hasta 2012 y un buen número de sus objetivos ya estaban recogidos en Andalucía, por lo que esta comunidad es pionera en varios puntos.

-Imagino que el objetivo cero en accidentes es algo casi utópico.

-Puede parecer una utopía pero hay que trabajar en esa línea. Es difícil pero está más que demostrado que el grueso de los accidentes se pueden prevenir con una buena gestión en la empresa y eso es en lo que fundamentalmente estamos trabajando.

-Hablaba usted anteriormente del Paemsa, ¿cuáles son esas empresas de mayor siniestralidad?

-Bueno, hay en todos los sectores, en la industria, en los servicios (aquí normalmente es en los desplazamientos), si bien es verdad que el 40% pertenecen a la construcción. En este sector es donde las empresas tienen más accidentes en términos absolutos y por número de trabajadores.

-¿Por la dificultad del trabajo o porque no hay medidas suficientes de protección?

-Por las dos cosas. En la construcción el mayor riesgo que estamos viendo es la caída en altura y los aplastamientos. En ambos casos, las medidas a tomar son claras. En las primeras hay que poner andamios homologados, redes, que los trabajadores estén enganchados mediante un arnés. Las medidas están muy estudiadas y son más que conocidas. Lo que hay que garantizar es que el empresario, cuando le encarga al arquitecto el diseño del proyecto, también le encargue de forma simultánea el diseño del plan de seguridad. Y además debe ser algo de forma integrada, que vayan las dos cosas juntas. En la ejecución de la obra, además de la misma, también se tiene que hacer un seguimiento de que esos planes de seguridad se están cumpliendo.

-¿No se hace hasta ahora?

-Yo no digo que no se haga (se ríe). De hecho es obligatorio por ley. Estamos actuando con el mismo objetivo dos centros, la Inspección de Trabajo y nosotros como Centro de Prevención.

-¿Por qué cree usted que hay empresarios que no se interesan por la seguridad? ¿Por desidia, por no querer invertir…?

-Es lo que hablábamos antes. La cultura preventiva todavía no está interiorizada. Hace 20 años no era tan normal en otras profesiones que los trabajadores siempre se limpiaran las manos y ahora es algo habitual. Incluso en la población general, hoy todo el mundo se ducha todos los días porque se ha interiorizado esa cultura de higiene. Eso no lo hacía todo el mundo hace dos décadas. Ahora trabajamos en esa cultura de la prevención y, por ejemplo, les explicamos a los niños mediante juegos la seguridad que hay que tener en la casa, en la carretera y en el trabajo. Normalmente se tarda de ocho a diez años en interiorizar una cultura.

-¿Se están viendo ya resultados?

-En nuestros análisis vemos que cada vez hay una tendencia a que se disminuyan los accidentes, aunque habría que acentuarla aún mucho más. Desde primeros de años tenemos en nuestro servicio cinco técnicos habilitados para apoyar a inspectores de trabajo. Nuestro objetivo es visitar 800 empresas en 2008.

-Los sindicatos y los propios funcionarios se quejan de que hay pocos inspectores.

-Ahora hay una convocatoria pública en la que han salido más plazas de inspectores. Lo que sí que es verdad es que el hecho de ir a la empresa y analizarla hace que ésta suela tomar una actitud de cambio y mejora. No se puede tener un inspector detrás de cada empresario. Lo importante es que el empresario, sin necesidad de que se le controle, sepa que tiene la responsabilidad de garantizar la salud de sus trabajadores.

-Los sindicatos y, más concretamente, Comisiones Obreras tilda a algunos empresarios de «asesinos». ¿Le parece exagerada esta definición?

-Tenemos que tener mucho cuidado en no alarmar a la población. Es muy importante el papel de sensibilizar y transmitir la importancia que tiene la seguridad porque un trabajador nunca debe asumir que puede tener una lesión leve o mucho menos un accidente mortal por ir a su empleo. De todas formas hay que ser prudente con la información que se da.

-¿Qué se encuentran sobre el terreno cuando apoyan las Inspecciones de Trabajo?

-Hay mucha disparidad. La respuesta suele ser buena porque supone que hay voluntad. En general el empresario acepta las recomendaciones y pone medidas para que no vuelvan a suceder esos accidentes.

-Además de la prevención de accidentes, ustedes también vigilan la salud de los funcionarios de la Junta ¿cuáles son los dolores más frecuentes?

-Lo más habitual es todo lo relacionado con los dolores de espalda. Las posturas que se adoptan en el trabajo, tanto en aquellos empleos que hay que levantar cargas como en aquellos que estás ocho horas sentado en una silla. Los ordenadores, los portátiles, todo lo relacionado con la visualización de los datos y la iluminación.

-¿Es frecuente encontrar a personas que tienen mucho cuento?

-Mientras no se demuestre lo contrario, entiendo que si hay una baja laboral dada por un médico yo no tengo por qué cuestionarla. Lo hace la Inspección de la Seguridad Social. A nosotros el trabajador nos viene cuando está sano y de alta. Si vemos que podría enfermar como consecuencia de algo que ocurra en el trabajo, lo comunicamos a la Junta de Andalucía para que ponga los medios necesarios.

-¿Han visto algo raro?

-En los ocho meses que llevo en el cargo no ha habido nada significativo. Hay un sector que es más delicado que son aquellos trabajadores que en un momento dado pueden estar afectados por el amianto, sobre todo, en la Confederación Hidrográfica.

-La situación económica no ayuda a que las empresas hagan más gastos de los imprescindibles ¿se puede notar en la prevención de riesgos?

-La pasada semana se publicó en el BOJA las subvenciones a las pymes y micropymes para ayudas a las condiciones materiales para la prevención de riesgos laborales, tanto para el tema de equipos como de planes.

-O sea, que no hay excusa.

-Usted lo ha dicho perfectamente. Lo que tienen que hacer las empresas es ponerse en contacto con la Junta de Andalucía. Normalmente las subvenciones que no se dan no es por falta de dinero sino por falta de documentación.

-¿Cree que el sector inmobiliario ha crecido de forma desproporcionada en Málaga en los últimos años?

-Vine a Málaga en 1988 y conozco muy bien toda la zona de Carretera de Cádiz y el litoral y hay muchísimas cosas nuevas. En estos 20 años, por lo menos en la capital, el crecimiento ha sido descomunal.

-¿Le preocupa la situación económica actual?

-Sí y espero que las medidas planteadas por el Gobierno nacional y autonómico den su fruto.

-Por último, ¿qué es lo que más le gusta de Málaga y lo que menos?

-Levantarme por la mañana y ver el mar y poder pasear. Lo que menos es el tráfico.

Fuente: www.malagahoy.es

Por mejores condiciones laborales

Para celebrar el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo, el Banco Nación realizará una jornada de concientización sobre la importancia de la prevención en accidentes de trabajo y enfermedades profesionales.

El 28 de abril no es un día como cualquier otro. Es el día en que más de 100 países recuerdan a los millones de trabajadores que son víctimas de accidentes y enfermedades profesionales. En el que el movimiento sindicalista mundial conmemora, desde 1996, a los muertos y heridos en el trabajo. Y en el que, desde 2003, la OIT comenzó a celebrar el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo.

Para sumarse a esta conmemoración, la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT) organiza, desde 2004, la Semana Argentina de la Salud y Seguridad en el Trabajo y este año se llevará a cabo, a partir de mañana, la quinta edición. Se trata de un ámbito que reúne, una vez al año, a especialistas nacionales e internacionales, gobiernos, trabajadores y empleadores. ¿El objetivo? Intercambiar experiencias, exponer nuevas teorías y mostrar acciones concretas relacionadas con estos dos ejes.

Como adelanto de lo que sucederá, se puede decir que pese a los esfuerzos de algunos sectores, las cifras no son muy alentadoras. Según el informe de la OIT, Mi vida, mi trabajo, mi trabajo en seguridad , más de 2,2 millones de personas mueren cada año por accidentes o enfermedades relacionadas con el trabajo. Y se producen 270 millones de accidentes de trabajo no mortales, con un mínimo de tres días de baja laboral, y 160 millones de casos nuevos de enfermedades profesionales, es decir, aquellas causadas de manera directa por el ejercicio de una profesión u oficio.

Pero además de repercutir sobre la salud, y la vida de los trabajadores, una mala gestión del riesgo en el entorno laboral también afecta fuertemente a la economía. «El costo económico mundial de los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales equivale al cuatro por ciento del producto nacional bruto mundial», explica la OIT.

La prevención, una clave descuidada

Las estadísticas locales, por su parte, muestran una tendencia similar. «Pese a los avances tecnológicos en medicina, especialmente en traumatología, los períodos de baja laboral por accidente han aumentado, en promedio, de 13 a 27 días», comenta Juan González Gaviola, superintendente de Riesgos del Trabajo.

Y aunque la cantidad de trabajadores cubiertos en nuestro país se duplicó en los últimos diez años, los niveles de accidentabilidad también aumentaron. Según la SRT, en el último período analizado se notificaron 635.874 accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, de los cuales casi un 85 por ciento registraron una baja laboral e implicaron más de 14,7 millones de jornadas de trabajo perdidas. Lógicamente, esto no afecta a todos por igual: en el último período, los accidentes crecieron en el agro y en la construcción, y el índice de fallecidos se disparó en la construcción con un 16, 3 por ciento.

El tamaño de la empresa también es un factor que parece influir: los empleadores con nóminas de entre 26 y 50 empleados presentan la mayor probabilidad de tener trabajadores lesionados. Para Roberto Pinto, presidente de la Sociedad Argentina de Medicina del Trabajo (AMA), esto se debe a que en las pymes se usa muy poca tecnología y no hay tanto control.

González Gaviola, por su parte, aclara: «Notamos que, muchas veces, la seguridad en el trabajo no está en manos de un especialista, y el empleador pierde de vista que el sistema de riesgos del trabajo no es sólo un seguro, sino que apunta a desarrollar la prevención». En este sentido, el empleador debe intentar eliminar el riesgo o, si no fuera factible, aislarlo o minimizarlo. Si aún así peligra la salud o la seguridad del trabajador, debe otorgarle elementos de protección personal, informarlo sobre los riesgos a los que está expuesto y capacitarlo».

El mismo problema surge al hablar de enfermedades profesionales. Aquí también Pinto resalta la importancia de anticiparse: «Cuando aparece una patología, la medicina del trabajo ya falló, porque es eminentemente preventiva y social».

Según las cifras de la SRT, desde hace tres años crece la notificación de enfermedades profesionales, y en el último período llegó a 12.229 casos. Casi el 90 por ciento de las afecciones registradas se agruparon en enfermedades del oído (44,7%), del sistema respiratorio (24,9%), del sistema osteomuscular y tejido conectivo (11,2%), del sistema nervioso (3,5%) y en traumatismos y causas externas (5,5%).

Para Gaviola: «Las estadísticas reflejan el déficit preventivo que existe en el país y que no ha logrado revertirse. Es fundamental la capacitación y el compromiso de empresarios y trabajadores, y un aumento y perfeccionamiento de la tarea de contralor del Estado».

Ana Moreno

Responsabilidad asumida y compartida

Según la OIT, para que el ámbito laboral sea lo más seguro y saludable posible, tienen que entrar varios actores en escena. Aquí, el papel que debería desempeñar cada uno:

Empleadores: tienen que garantizar que los lugares de trabajo, la maquinaria, el equipo y las operaciones y procesos sean seguros. También deben facilitar a los trabajadores la información y formación necesarias y, cuando las circunstancias lo exijan, suministrar ropa y equipos de protección apropiados.
Trabajadores: deben cooperar en el cumplimiento de las obligaciones de sus empleadores e informar de situaciones que presenten un peligro inminente. También deben cumplir con las instrucciones que reciben para cuidar su salud y la de terceros.
Gobiernos: una de sus competencias es establecer una política nacional en materia seguridad y salud en el trabajo, y un sistema eficaz de inspección y control. Y deberían recopilar datos estadísticos de interés sobre accidentes de trabajo y enfermedades profesionales.
Instituciones de educación, formación e investigación: Su función es crucial para concientizar sobre los riesgos laborales y el modo de gestionarlos eficazmente. La investigación, por su parte, proporciona una sólida base técnica y científica para evaluarlos y reducirlos.
Comunidad internacional: las organizaciones internacionales pueden comprometerse activamente para promover la seguridad y la salud en el trabajo.

Fuente: www.lanacion.com.ar

En Finlandia culpan a Botnia por la seguridad en la planta

De visita en Uruguay y tras la muerte de un obrero en la planta de Fray Bentos, sindicalistas finlandeses dijeron que â??Botnia no puede escapar de su responsabilidadâ?? en el tema.

Aseguraron que la planta es garante de los accidentes en los lugares de trabajo.

El sitio eloncedigital.com.ar publicó que el ministro de Trabajo uruguayo, Eduardo Bonomi y el director nacional de Trabajo, Julio Baraibar, recibieron a una delegación de sindicatos fineses forestales y papeleros, quienes visitan Uruguay con una abultada agenda que incluye la evaluación de un proyecto que procura consolidar la cadena productiva, tanto en el sector maderero, papelero y químico del país.

Asimismo, evaluaron la seguridad laboral de la planta de Botnia, tema que tratarán con el Directorio de la empresa al retornar a su país.

Además, participaron de la reunión el presidente de la Federación de Papeleros Finlandeses, Jouko Ahonen; el representante de relaciones internacionales de la Federación de Forestales de Finlandia, Ulf Forsman; el presidente de Cuopyc (Centro Unión Obreros Papeleros y Celulosa de Juan Lacaze), Walter Silva y el coordinador regional del SASK (Centro de Solidaridad Sindical Finlandés), Vicente Carrera, quien coordina un proyecto uruguayo que data de 14 meses y que es asistido desde Finlandia, con un convenio del Sindicato de Papeleros de Juan Lacaze con la central finlandesa que, entre otros rubros, tiene la rama del papel.

En cuanto a seguridad laboral y teniendo en cuenta el accidente que hace unas semanas sucedió en Botnia, Jouko Ahonen dijo que se trata de â??un problema jurídico del país. Se requieren recursos de control para estos temas, porque aunque exista una legislación muy buena, en cuestiones seguridad laboral, se necesitan recursos para controlar que las leyes se cumplanâ??.

Así es que el dirigente sindical sostuvo que, sin duda, Botnia no puede escapar de su responsabilidad en el tema, porque la empresa es la garante de los accidentes en los lugares de trabajo.

Asimismo, Ahonen indicó que al regresar a Finlandia, se reunirá con el directorio de Botnia para conversar sobre la seguridad laboral en Uruguay. Y consideró que aunque en Finlandia la seguridad es de alto nivel, es muy importante que las diferentes filiales tengan el mismo comportamiento.

Por otra parte, confirmó que Botnia es una compañía muy responsable en materia de seguridad. â??Generalmente el problema, tanto aquí como en Finlandia, son las empresas subcontratadas. Es muy difícil controlar la seguridad laboral entre ellasâ??, dijo.

Fuente: www.infobae.com

SINIESTRALIDAD LABORAL

Hasta noviembre murieron 1.104 personas en accidente laboral, un 12% menos

Madrid, 17 ene (EFECOM). Entre enero y noviembre de 2007 murieron en accidente laboral 1.104 personas, de las que 791 fallecieron en jornada de trabajo y 313 «in itinere» (en el trayecto de casa al trabajo o viceversa), según el último Boletín de Estadísticas Laborales (BEL) del Ministerio de Trabajo.
El número total de accidentes hasta noviembre de 2007 fue de 1.668.349, el 4,1 por ciento más que en el mismo periodo de 2006, de los que 963.054 (misma cifra que el año anterior) necesitaron baja y 705.295 (un 10,1 por ciento más que en 2006) no la necesitaron.

De los accidentes ocurridos en la jornada de trabajo, 863.490 fueron leves (una caída del 0,1 por ciento), 8.176 fueron graves (un 0,5 por ciento menos) y 791 mortales (12,8 por ciento menos).

En el caso de los accidentes «in itinere», hubo 88.515 leves (un aumento del 1,9 por ciento); 1.769 graves (2,7 por ciento menos) y 313 mortales (9,5 por ciento menos).

Además, entre enero y noviembre de 2007 se reconocieron 15.821 enfermedades profesionales, el 23,1 por ciento menos que en el mismo periodo de 2006, de las que 10.720 necesitaron baja (38,8 por ciento menos) y 5.101 no la necesitaron (66 por ciento más).

Andalucía fue la comunidad que registró el mayor número de accidentes mortales hasta noviembre, con 182, seguida de Madrid, con 140; Cataluña, con 138 y la Comunidad Valenciana, con 111.

Por el contrario, las comunidades con menos muertes en el trabajo fueron La Rioja, con 8, seguida de Baleares y Navarra, con 16 en cada caso.

El sector servicios fue donde hubo más fallecidos en accidente laboral hasta noviembre, con 296; seguido de la construcción, con 266; la industria, con 154 y el sector agrario, con 75.

Fuente: http://usa.invertia.com

El trabajo no puede costarnos la vida

NADA hay más valioso que la vida. Por encima del trabajo. Por encima de todo. Pero, lamentablemente, millones de trabajadores arriesgan su salud y seguridad a diario en el desempeño de su labor. Y en muchas ocasiones pagando el precio más elevado, el precio que nunca debería pagarse: su propia vida. El convencimiento de que el trabajo no puede costarnos la vida es lo que nos ha llevado a los cuatro sindicatos mayoritarios de Asturias a convocar una manifestación, mañana, jueves, día 22, en Oviedo, contra la siniestralidad laboral y en defensa de la salud y seguridad de los trabajadores. Porque hay motivos más que justificados para reivindicarlo.

En los nueve primeros meses de 2007 habían perdido la vida en accidente laboral a 23 trabajadores en Asturias. En apenas ocho días, durante el mes de octubre, tuvimos que lamentar la muerte de cinco trabajadores más. Esta dramática escalada de la siniestralidad fue el detonante para decidir llevar a la calle nuestra repulsa e indignación por esta lacra del mercado laboral. Una preocupación que hemos trasladado en estos últimos días a la Delegación de Gobierno, los empresarios asturianos, al consejero de Industria y Empleo y a la Fiscalía.

Porque los datos producen escalofríos. Desde que entró en vigor la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, hace casi doce años, han perdido la vida cerca de 550 trabajadores y trabajadoras en Asturias. Y hablamos de personas. Y de familias que quedan destrozadas para siempre.

Desde enero de 1996 hasta el pasado 1 de octubre se habían registrado en Asturias 268.539 accidentes laborales. De ellos, 3.051 fueron graves. Más de tres mil personas que han quedado seriamente dañadas, muchas de forma irreversible.

El desafío es enorme si tenemos en cuenta que cada cinco minutos se produce un accidente de trabajo con baja en Asturias, una región en la que aumentó la siniestralidad laboral más de un 8% en los nueve primeros meses del año. Una situación que hay que abordar y atajar entre todos y cuanto antes, aunque es evidente que unos, los empresarios, que están obligados por la ley a garantizar la salud y seguridad de sus trabajadores, tienen más responsabilidad que otros, los trabajadores, que son quienes sufren los accidentes.

Desde hace muchos años, la defensa de la salud y la seguridad de los trabajadores y trabajadoras asturianos y la lucha contra la siniestralidad laboral se han convertido en una prioridad de nuestra acción sindical. Porque es nuestra vida la que está en juego, la que corre peligro.

La presión y las movilizaciones sostenidas que venimos llevando a cabo en los últimos años han conseguido no sólo concienciar a los trabajadores y a la sociedad en general de la importancia de garantizar nuestra salud y seguridad, sino que han logrado enormes avances legislativos, tanto en el conjunto del país como en nuestra comunidad autónoma. Pero, desgraciadamente, no hemos logrado desterrar la siniestralidad laboral. Por eso, tenemos que seguir reivindicando nuestro derecho a trabajar en un contexto laboral sano y seguro.

Uno de los grandes avances logrados en Asturias en la lucha contra la siniestralidad laboral ha sido la creación de la figura de los delegados territoriales de prevención, un logro en el que hemos sido pioneros. De hecho, la Estrategia Española de Salud y Seguridad para el periodo 2007-2012 recoge la extensión de esta figura a escala nacional.

Los delegados de prevención ya trabajan en Asturias en el sector de la construcción, llevando a cabo una tarea de suma importancia en la lucha contra la siniestralidad en uno de los sectores que más la padece. Pero su presencia tiene que ampliarse a otros sectores productivos, como el metal, en el que los accidentes laborales se han disparado en los últimos años, poniendo de relieve que la prevención de los riesgos en el trabajo sigue siendo una asignatura pendiente para muchos empresarios.

Entre las principales reivindicaciones sindicales en la lucha contra la siniestralidad laboral están la creación de una Fiscalía específica y exclusiva, que persiga los incumplimientos legislativos que puedan incurrir en delito; el reforzamiento de la Inspección de Trabajo, que debe ser más contundente en sus actuaciones, y la integración de la prevención en la estructura de las empresas.

Pero no sólo eso. Además de leyes avanzadas, formación constante, políticas preventivas eficaces y capacidad sancionadora para quienes incumplan la normativa y pongan en peligro la seguridad de los trabajadores, es absolutamente imprescindible mejorar las condiciones de trabajo. La precariedad a la que muchos trabajadores se ven abocados está detrás de la inmensa mayoría de los accidentes laborales.

Por eso, resulta intolerable que mientras la economía mejora, mientras los beneficios empresariales aumentan sin límite, los trabajadores, que son principales actores en el escenario que lo hace posible, se dejan la salud y la vida en el desempeño de su labor. Y tenemos derecho a un empleo seguro. No queremos ni una muerte más en el trabajo.

Fuente: www.elcomerciodigital.com