Es una tendencia preocupante que crece. Más personas deciden dormir menos para trabajar más. Un profesional dijo a Infobae.com que «el costo es alto». Los perjuicios físicos y psíquicos
Cuando no son los apremios económicos, son los deseos de crecimiento personal los que llevan a una persona a trabajar más horas que las que debería.
«Debería» en función de las horas de sueño diarias «recomendadas».
Lo cierto es que cada vez son más las consultas médicas por lo que el común de la gente denomina «insomnio» o «trastornos nocturnos».
«Los trastornos de sueño se expresan de diferentes maneras», informó el psiconeuroendocrinólogo y profesor de Psiquiatría Norberto Abdala. Consultado por Infobae.com, el profesional detalló que los problemas se clasifican según sea la dificultad: para conciliar el sueño (insomnio inicial), para tener un sueño con continuidad (insomnio medio) o despertarse muy temprano en la madrugada y no volver a conciliar el sueño (insomnio tardío).
Los factores causales más frecuentes son el estrés, los trastornos depresivos y la ingesta de alcohol. Ahora bien, pese a que se cree que es la complejidad de las obligaciones la que hace que la somnolencia afecte negativamente a las personas, es más bien la manera en que éstas asumen esas obligaciones lo que lleva a desarrollar el trastorno.
«Si para una persona resulta más importante lograr un objetivo laboral que el costo emocional que pudiera tener su obtención, es allí cuando se empieza a generar un balance negativo que, sin duda, lo será también para su equilibrio psico emocional», sintetizó Abdala, quien agregó: «La somnolencia indica no sólo que el sueño nocturno puede haber sido insuficiente, sino además que gasta durante el día ‘más pila’ de la que se dispone».
Pese a que el profesional aclaró que los hábitos modernos no son iguales en una ciudad grande que en un pueblo pequeño de campo, generalizó que «un hábito es perjudicial cuando implica para un individuo un nivel de exigencia y/o de competitividad mayor al que le permiten sus posibilidades».
Así es que no sólo son frecuentes distintos trastornos psicosomáticos como hipertensión, taquicardia, gastritis y colon irritable, sino que, además, el esfuerzo realizado «impide realizar actividades placenteras».
«Es bastante frecuente la disminución del deseo y de la actividad sexual, tanto en hombres como en mujeres», destacó el médico, quien subrayó que «cada organismo necesita de una cuota o dosis de sueño y que quien pretenda ir contra al naturaleza, inexorablemente, perderá», en tanto aseguró que uno de los escenarios de la derrota será el de la salud y el otro, una mala calidad de vida.
Qué hace nuestro cuerpo mientras «duerme»
Durante el sueño, el organismo fabrica y repone una serie de sustancias neuroquímicas, hormonas y factores troficos, por lo que si no hay un dormir nocturno adecuado (en cantidad y calidad), el cuerpo resulta perjudicado.
«Los niños que duermen poco pueden tener una disminución en la producción de la hormona de crecimiento y problemas de estatura», ejemplificó el profesional, para quien las horas de sueño recomendadas para una vida saludable son «variables».
«Un bebé necesita dormir casi 18 horas, un adolescente duerme unas 12 horas, un adulto entre 6 a 8 horas y un adulto mayor 4 horas», dijo el médico e insistió: «No hay reglas fijas; de ahí que además de la cantidad de horas de sueño es importante la calidad de las mismas».
Así como también resulta «fundamental» que al despertar se tenga la sensación de haber «descansado bien».
Un estudio puede determinar si duerme bien
La polisomnografía es un estudio que se hace ya desde hace muchos años y que consiste en que el paciente duerma en un centro médico, para que se le realicen una serie de registros durante las horas de la noche.
Electroencefalograma, electrocardiograma, electromiograma, medición de la saturación de oxígeno de la sangre (todos en forma continua y permanente) son algunos de los que se efectúan con la finalidad de estudiar cómo es su «arquitectura de sueño», así como si se producen –o no- todas las etapas normales de los ritmos cerebrales o si las fases de sueño están alteradas.
El estudio permite sacar muchas conclusiones, como la presencia y número de las apneas de sueño (interrupción de la respiración normal durante varios segundos con una posterior bocanada de aire). Las apneas pueden ocasionar problemas cardiacos y cerebrales por una insuficiente oxigenación de estos órganos.
Por Valeria Chavez Infobae.com
Fuente: www.infobae.com
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