Martín tiene 18 años, es callado y trabajador. Así lo encontró la tragedia que el miércoles por la tarde se llevó a su padre, Julio Lucero, de 54, con quien estaba cavando una zanja que se inundó y en la que el hombre murió ahogado mientras trataba de salvar al obrero Ceferino Crespo. Sobre el operario había caído una pared de barro y agua que lo sepultó en cuestión de minutos. “Hasta se tiró al agua para tratar de sacar al padre, pero tiene un cuerpo muy chiquito y no pudo. Está destruido, esto le va a costar un montón”, contó sobre Martín su tía Fabiana a La Capital. Tan destruido como Genaro, el padre de Ceferino, que recibió el aviso de la desgracia mientras también cavaba pozos, pero en otro lugar y con otra empresa.
Julio y Ceferino compartían el oficio de zanjeros y así los encontró la muerte el miércoles, cerca de las 16, en una obra ubicada en Herrera y Unión, en la zona norte de la ciudad. Ocupación brava según los entendidos. “Es un oficio peligroso y el principal riesgo es el derrumbe, hay que tomar precauciones de ir dejando tramos de túneles mientras se cava y no hacerlo todo a cielo abierto”, explicó Genaro Crespo con palabras claras y calmas, en medio de su dolor y mientras esperaba que llegara el mediodía para que le entregaran el cuerpo de Ceferino para velarlo en el barrio Toba.
A esa misma hora, otro cortejo doliente partía hacia Vera, en el norte santafesino, donde los ancianos padres de Julio esperaban para despedir y sepultar a su hijo. Historias de vidas que se cruzaron tres meses atrás, cuando Ceferino entró a trabajar en la Unión Transitoria de Empresas (UTE) Pecam S.A y Del Sol SRL, contratada por la Dirección Provincial de la Vivienda.
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