Equipos de rescate trabajan intensamente para hallar a los 65 trabajadores atrapados en una mina al norte de México, donde intentan conectar tubos de ventilación. «El panorama no es alentador», sostuvo el sindicato de mineros.
(EFE). Tres equipos de rescate no han logrado llegar a los 65 mineros atrapados desde el domingo en una mina del norte de México, por lo que la desesperación se apoderaba hoy de sus familiares.
«Me gusta hablar siempre de frente y el panorama no es alentador», dijo a la prensa sobre la situación en la mina Pasta de Conchos, en el estado norteño de Coahuila, Napoleón Gómez, secretario del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros.
El pasado domingo una explosión de gas grisú debida a una acumulación de gases causó un derrumbe a unos 160 metros de la superficie cuando dos grupos de mineros trabajaban en galerías ubicada entre 2,5 a tres kilómetros del exterior.
Según Gómez, el sindicato tiene registrados antecedentes de problemas de seguridad con la empresa propietaria de la mina, y se quejó además de los bajos salarios que paga a los mineros.
Un minero, dijo, gana en promedio 600 (unos 57 dólares) pesos semanales.
En las tareas de rescate trabajan unos 60 socorristas en tres frentes, pero a 48 horas del derrumbe no han logrado establecer contacto con los mineros, por lo que se desconoce su situación.
Ante la falta de resultados, las autoridades han decidido ser cautelosos y evitan hacer declaraciones para no crear falsas expectativas, mientras los medios de comunicación trasmiten información sobre la situación, pero la tónica es la misma: no hay avances en el rescate.
Esa incertidumbre provocó que la desesperación se apoderara de los familiares que están cerca de la mina, unos dentro de las instalaciones (un representante por cada obrero) y otros afuera, casi unos 300.
Tres mujeres, cuyos esposos están entre los mineros atrapados, sufrieron una crisis nerviosa y tuvieron que ser atendidas el lunes por la Cruz Roja, mientras que otros familiares comenzaron a hacer reclamaciones a la empresa.
«El no quería trabajar en la mina pero no lo encontró (trabajo) en otra parte», dijo a EFE Claudia Jiménez, de 24 años, mujer de Javier Pérez, de 31.
Este último llevaba un mes trabajando en la mina, pese a que a su esposa no le gustaba el lugar ni las condiciones.
El domingo por la mañana «nos dijeron que tenían suficiente aire ahí abajo», dijo Juanita Camacho Pérez, de 34 años, cuyo cuñado es otro de los 65 mineros atrapados.
«Dijeron que la explosión había consumido el oxígeno», señaló Camacho, al explicar que el lunes les dijeron que «los ventiladores están metiendo suficiente aire. No sabemos a quién creer. Nos traen a puras mentiras y las mujeres están sufriendo y con mucho coraje».
El ministro del Trabajo, Francisco Salazar, quien acudió a la zona del derrumbe, dijo a la prensa que expertos de Estados Unidos en rescate llegarán hoy contratados por la empresa Industrial Minera Mexicana, dueña de la mina localizada en el municipio de San Juan de Sabinas.
En su último comunicado, Protección Civil del estado de Coahuila, que participa en las labores de rescate, informó de que una cuadrilla de auxilio intenta acceder por un túnel de ventilación.
Sin embargo, admitió que debido a la magnitud del derrumbe hay pocas probabilidades de éxito.
A la zona llegó el obispo de la diócesis de la ciudad de Saltillo, Raúl Vera, quien ofreció una misa y se mostró confiado en que Dios no haya abandonado a los mineros en ningún momento.
Los familiares que se congregan en esta zona árida y dedicada desde hace décadas a la extracción del carbón han ido llegando de los municipios cercanos, San Juan de Sabinas, Palau, Nueva Rosita y Muzquiz.
Fuente: www.infobae.com
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