Más que empleados, los call center parecen tener esclavos. Hay un presión sobre los trabajadores para que aumenten su productividad. Los obligan a mentirle a los clientes, no se respetan los diagnósticos en los pedidos de carpetas médicas. Y los sueldos están por debajo de lo estipulado por el convenio colectivo de trabajo.
Juventud, divino tesoro… Sabias palabras las del poeta Rubén Darío. Esa edad de la vida en la que se puede ingerir comida chatarra sin que el hígado todavía acuse recibo. Épocas en las que las caravanas duran muchas horas (y hasta días) y no hay cansancio que pueda con ellas. Etapa en la que además, por muchas razones, se puede trabajar en un call center. En realidad, sólo siendo un pibe con escasas obligaciones se puede pensar en desarrollar esa actividad… Porque alcanza con repasar las condiciones laborales que imponen este tipo de empresas para darse cuenta que no hay cuerpo que aguante. Ni cabeza que lo resista.
Córdoba, capital nacional de los call
No debe llamar la atención que Córdoba se haya convertido en la capital nacional de los call centers. Hay dos pilares fundamentales en los que se basa esto. Primero, se sabe que nuestra provincia es uno de los destinos más elegidos por estudiantes de todo el país (e incluso, de países limítrofes) para realizar sus carreras universitarias. Es decir, aquella caracterización de la Docta sigue vigente.
Basta con recorrer las calles del barrio de Nueva Córdoba para darse cuenta de esto. Y como quedó dicho, son los jóvenes y adolescentes los que ocupan la mayoría de los puestos de trabajo en estas empresas (más adelante explicaremos también por qué). Pero hay otro motivo quizás hasta más determinante: las facilidades para instalarse que recibieron los calls acá.
Cuando José Manuel De la Sota era gobernador (y Schiaretti su vice), se aprobó la ley 9.232, destinada exclusivamente a las empresas dedicadas al web hosting, y a las dedicadas a la atención al cliente como actividad principal. ¿Qué establece esa normativa aún vigente? Beneficios fiscales que consisten en la exención total de pago de los impuestos sobre ingresos brutos, de sellos e inmobiliario. Es decir, de entrada, para los calls era más barato instalarse en Córdoba que en otros lugares del país.
Menos impuestos, mano de obra barata, negocio redondo. De todos los estudiantes que se instalan en la provincia, la mayoría necesita trabajar para poder costearse los estudios. Pero además, como se trata de adolescentes, deben ser puestos de trabajo que no exijan ni demasiada capacitación, ni tampoco experiencia. Y si pueden ser con poca carga horaria, mejor.
Porque así, hay tiempo suficiente para poder ganar unos mangos y al mismo tiempo, seguir dándole a los apuntes de la facultad. Por eso, los centros de contacto surgieron también como una buena oferta ante tanta demanda. Hasta ahí, todo bien. Pero… El tema está en las condiciones que imponen estas empresas como metodología de trabajo. Un tema del que ya se habló muchas veces. Aunque quizás sin la profundidad que de verdad, merece.
Presión, presión y más presión
La labor suena sencilla. Los pibes tienen que estar sentados frente a una computadora, con un headset puesto (esos auriculares que tienen un micrófono incorporado a la altura de la boca). Las tareas se dividen en dos. En algunos casos, lo que tienen que hacer es atender las llamadas que van ingresando automáticamente. E intentar solucionar los reclamos que los clientes van planteando. En otros casos, deben ellos mismos generar las comunicaciones hacia potenciales clientes para intentar venderles nuevos productos. El tema es cómo deben hacerlo.
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