Después de muchos años de profesión me sigue llamando la atención la idea del CERO ACCIDENTE, de empresas que se vanaglorian de haber obtenido cero accidentes durante un año o más; y lo primero que se me viene a la cabeza en éstas situaciones es: cuánta información han debido barrer debajo de la alfombra para lograrlo. Sigo siendo reacio a este tipo de objetivos.
El CERO ACCIDENTE no existe, hay muchas razones teóricas que lo sustentan y que en lo posible iremos desarrollando.
Tener como objetivo un parámetro no alcanzable o irreal, convierte al objetivo en una carga muy pesada para todos.
Si este pesado e irreal objetivo baja desde los altos niveles jerárquicos de la empresa, puede ser interpretado como «acá no queremos a accidentes» y lo que se logra en realidad es que no los denuncien, por el solo hecho de no contrariar un objetivo de estas características, además, de inducir a la mentira para lograr un objetivo irreal.
Si los trabajadores no denuncian los accidentes, convierte al programa de seguridad en algo muy poco sustentable y con muy altas posibilidades de no lograr los resultados deseados; un día va a pasar un «gran accidente» y no se va a poder explicar por qué ocurrió.
Los accidentes tanto «industriales» como «sociales» son una realidad de la cual no vamos a escapar tan fácilmente. Social y laboralmente vivimos rodeados de peligros, que son esas cosas que adoptamos porque nos producen un beneficio directo o indirecto en nuestra calidad de vida, pero estos peligros son como una moneda, tiene dos caras, una es el beneficio que nos producen y la otra los daños que potencialmente pueden ocasionar, a los que normalmente identificamos como accidentes cuantos estos daños se manifiestan. Ver más
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