PROCESARON A DOS JEFES DE LA ACEITERA POR LA MUERTE DE OBRERO, ASFIXIADO EN UN DEPÓSITO DE GRANOS

El juez Tutau halló responsables al supervisor y al jefe de Seguridad e Higiene de la planta de San Lorenzo, por no brindar los elementos de seguridad que hubieran evitado la muerte del trabajador Ramiro Burgueño, el año pasado. Susana Tejero dice que su hijo entró al silo con el capataz para evitar que lo despidieran. Sus compañeros se habían negado porque lo consideraban peligroso.

El juez en lo Penal Correccional de San Lorenzo, Juan José Tutau, procesó esta semana por â??homicidio culposoâ?? al supervisor y al jefe de seguridad del área de Seguridad de la aceitera Vicentín, al encontrarlos responsables de la muerte de Ramiro Burgueño, quien falleció el 15 de noviembre pasado por asfixia tras quedar sepultado por una montaña de pellets de girasol en un silo de esa planta que estaba casi en desuso.

El fallo â?? que es de primera instancia y será apelado por la defensa â?? es inédito en la agroindustria, el sector que está posicionado en dos rankings a la vez: es el principal exportador del país, y el segundo en la lista de accidentes de trabajo en Argentina. Así lo reconoció el propio ministro de Trabajo, Carlos Rodríguez: â??El agro tiene la segunda causa de mortalidad de trabajadores en la Argentina. Las muertes en silos son conocidas en sus causas desde hace infinidad de tiempoâ??, advirtió.

El juez Tutau procesó a los dos jerárquicos de Vicentín tras reunir las pruebas que confirmaron las imputaciones de la querella, la familia Burgueño, que se manifestó frente al juzgado de San Lorenzo para reclamar justicia por la muerte del muchacho de 23 años, con el argumento de que el fallecimiento se produjo porque â??no tenía la seguridad adecuada para trabajar en un siloâ??.

â??Después de inspeccionar la planta, ordenar peritajes con especialistas en seguridad e higiene y tomar testimonios a obreros y bomberos, el juez concluyó que estas dos personas no cumplieron con la obligación de brindar a Ramiro Burgueño los elementos de seguridad para que su vida no corriera riesgoâ??, aseguró Cristian Tombolini, abogado de la familia.

NO DEBER�A HABER MUERTO. La historia de este muchacho y su muerte demarcan el camino sinuoso por el que el ansia productiva se junta con la irresponsabilidad de la empresa, y del Estado, que hace rato perdió toda capacidad para controlar la salud de los trabajadores, y que ahora insinúa recuperar con la ley que instaura los comités mixtos en seguridad e higiene.

Ramiro murió el 15 de noviembre de 2007. Ese día tenía pensado afiliarse al Sindicato de Aceiteros de San Lorenzo, que se mantuvo al margen de todo el proceso judicial que Susana Tejero y Roberto Burgueño, madre y padre de Ramiro, emprendieron en solitario.

Cuando se produjo el accidente en el silo 8, Ramiro hacía más de dos meses que había ingresado en Adecco, empresa contratista que realiza tareas de forma tercerizada en Vicentín. Burgueño â?? quien había estudiado mecánica y electricidad â?? entró a la aceitera para llevar adelante tareas de mantenimiento.

El gigante exportador facturó 1.409 millones de dólares en 2007 en concepto de exportación de aceites y granos de soja y girasol. Antes de hacer pie allí, Ramiro hacía cobranzas en la zona para una odontóloga y ayudaba a su familia en la atención de la granjita que los Burgueño poseen en el frente de su casa, en Richieri al 200, de San Lorenzo.

â??Era un muchacho fornido. Jugaba al básquet en el club Garibaldi y practicaba nataciónâ??, recordó su madre, quien no puede olvidar el momento cuando escuchó en la radio que en Vicentín había ocurrido un accidente, y que un tal â??Ramírezâ?? había quedado sepultado bajo toneladas de pellet de girasol. â??Cuando oí lo del accidente le dije a mi marido que se fuera para Vicentín. Tenía el presentimiento de que ese tal â??Ramírezâ?? del que hablaban era mi Ramiroâ??, contó. El mal augurio se convirtió unos minutos después en una tragedia para los Burgueño.

Ramiro conocía desde hacía tiempo a Jorge Gamarra, quien le dio una mano para entrar a trabajar en Vicentín. Esa mañana del 15 de noviembre, este hombre reunió a los empleados del área y les propuso que dejarían de trabajar en el silo 9 para pasar al 8. Según Susana Tejero, â??a Gamarra los jefes le habían ordenado que llevara gente a trabajar a ese silo, que todos sabían que estaba en desuso. Por lo tanto, era muy peligrosoâ??.

Dos de los operarios más veteranos del grupo se negaron a transformarse en â??chucerosâ?? de ese depósito. â??Los amenazó y dijo que al que se negaba a entrar lo iban a echar. Y Ramiro aceptó para evitar que lo despidieranâ??, acotó la mujer. Burgueño y Gamarra se introdujeron en el silo con sus respectivas lanzas para â??romper el vacíoâ?? que se produce en el lugar cuando el grano o el pellet se apelmaza, e impide que fluya el producto hacia las cintas transportadoras.

Pablo Reghera, titular del Sindicato de Aceiteros, apuntó que los denominados â??chucerosâ?? â?? ahora extinguidos en Vicentín tras la muerte de Burgueño â?? â??tenían la labor de destrabar el funcionamiento del silo, cuando se apelmaza el grano a causa de la humedadâ??. Según comentó el sindicalista, ahora la empresa se comprometió a remover la carga de los silos cada 48 horas para evitar que los granos se atasquen.

Dentro del silo 8, Ramiro y Gamarra se pararon arriba de una parva de unos siete metros y con sus lanzas intentaron desbloquear la carga. Según Tombolini, el abogado de la familia, â??no tenían ni siquiera un arnés o un cabo de vida, algo que quedó demostrado con el testimonio de los bomberos que sacaron a los operarios debajo de la montaña de pelletsâ??. Cuando rompieron el denominado â??vacíoâ??, la enorme montaña los tragó, y quedaron enterrados bajo toneladas de pellets, el desperdicio de lo que queda del prensado de girasol. Gamarra sobrevivió de casualidad tras permanecer más de cuatro horas sepultado. Pudo respirar por una rejilla por la que los bomberos le pasaban oxígeno. Pero Ramiro falleció por asfixia.

Cifras negras

Un informe elaborado por la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT) detalla que durante el primer semestre de 2008 se produjeron en Santa Fe un total de 57 denuncias de accidentes mortales, de los cuales 29 fueron laborales, 19 ocurrieron durante el traslado del trabajador a su domicilio o viceversa, 5 no laborables, y 4 fueron calificados como en situación «no determinada».

De los 29 accidentes laborales mortales, 13 se produjeron en el rubro transporte, 9 en la construcción, 4 en la manufactura, 1 en telecomunicaciones, 1 en el agro y 1 la actividad de extracción de arena, cita el informe de la SRT.

Fuente: www.agenciafe.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.