MÉXICO (Notimex).- Cada año se documentan en México y el mundo dos millones de accidentes en hospitales a causa del mal uso de dispositivos punzo-cortantes, como bisturíes y agujas, razón por la que se elevan hasta en 30 por ciento los riesgos de infección por hepatitis B, C y VIH.
En entrevista con Notimex, el subdirector de Epidemiología Hospitalaria e Infectología del Hospital General ‘Manuel Gea González’, de la Secretaría de Salud (SSA), Rafael Ricardo Valdez, informó que en México se tiene el reto de alcanzar la tasa cero en accidentes.
Detalló que 46.2 por ciento de los trabajadores de la salud sufren accidentes ocupacionales, de ellos 19.8 por ciento ocurren por más de tres ocasiones, y 27.5 por ciento no lo notifican.
En tanto, 65.5 por ciento de los trabajadores de la salud que sufren accidentes de ese tipo no se han vacunado contra la hepatitis B, y 16.4 por ciento ya eran positivos para esa enfermedad.
Valdez Vázquez explicó que en nuestro país se tiene una Norma Oficial Mexicana (NOM) que establece la creación de Comités de Bioseguridad en los hospitales, que son las áreas encargadas de aplicar medidas encaminadas a evitar accidentes de trabajo.
Señaló que esa acción no se limita a instrumentos punzo-cortantes, sino también a la exposición a radiación de Rayos X y a substancias biológicas, así como evitar contagios de pacientes con enfermedades infectocontagiosas.
Informó que en México no hay estadísticas sobre el número de accidentes con insumos punzo-cortantes, que son los más frecuentes en los hospitales, por pinchadura de agujas o cortadas con un bisturí, sobre todo al tratar de deshacerse de ellos después de utilizarlos.
La punción es la lesión más frecuente, con 69.2 por ciento, y de éstas, 59.9 por ciento son producidas por agujas hipodérmicas huecas, lo que ocasiona incidencia en los virus de las hepatitis B, C y del VIH, que son considerablemente superiores en la población del sector salud que en la población general.
Indicó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta dos millones de accidentes con instrumentos punzo-cortantes al año, de los cuales no se registran entre 30 y 40 por ciento, por lo que estimó que puede haber casi cuatro millones de accidentes.
Agregó que el riesgo de transmisión en el caso de la hepatitis B, es de 30 por ciento; de hepatitis C, es de entre dos y tres por ciento, y para el VIH/SIDA, es de 0.3 por ciento, el más bajo de todos.
En hospitales de referencia del sector salud, como el Instituto Nacional de Perinatología (INPer), el Infantil de México (HIM) y en el ‘Gea González’ se han efectuado estudios sobre el número de accidentes con instrumentos punzo-cortantes.
En el INPer se reportó que en una investigación hecha durante dos años, se registraron casi 110 accidentes con los instrumentos mencionados, y en el HIM se publicó la estadística sobre un estudio de casi 13 años, en el que se estimaron casi 800 accidentes, lo que representó entre 30 y 100 accidentes por año.
El también integrante de la sociedad de Médicos de la Fundación Clínica Médica Sur, expuso que en la estadística del Hospital General ‘Manuel Gea González’ se reportan al año entre 70 y 100 accidentes con instrumentos punzo-cortantes.
Detalló que los trabajadores con más riesgo son el de enfermería, el de entrenamiento médico, médicos internos o residentes, y si no se tiene precaución en la disposición final de los objetos punzo-cortantes se pone en peligro al personal de intendencia y a quienes transportan los desechos a su destino final.
Explicó que esos accidentes generan la necesidad de intervenir para reducir los riesgos de adquirir una infección, pues lo que se pretende es vigilar su frecuencia a través de un registro y notificación.
‘Cada vez que ocurra un accidente, la persona lastimada debe dirigirse al departamento de infectología para recibir atención, y también es necesario que se acerque a sus Comités de Bioseguridad para que revisen las medidas que deben aplicarse para llevar a tasa cero el número de accidentes con instrumentos punzo-cortantes’, consideró.
El especialista señaló que una medida fundamental es la vacunación al personal de salud y la administración de medicamentos preventivos, en caso de que haya ocurrido un accidente, para evitar que desarrollen la enfermedad.
‘Se ha demostrado que en el caso del VIH, una intervención oportuna con antirretrovirales reduce a casi cero la probabilidad de enfermar; el accidente genera impactos emocional, económico y biológico en el trabajador que resulta infectado’.
Señaló que entre las medidas de prevención están la buena práctica en el manejo de agujas, como no reencapucharlas, ponerlas en recipientes especiales y al momento de desecharlas tener procesos definidos para la disposición final.
‘Hay medidas de ingeniería e innovación tecnológica que ayudan al trabajador de la salud a prevenir accidentes, como las jeringas con dispositivo, que hace que se oculte la aguja y evita su reuso; existen hojas de bisturí retráctiles que se ocultan’, indicó.
También hay dispositivos seguros para extraer sangre o para administrar sueros, que al momento de aplicarlos se encapuchan de manera automática sin que el trabajador esté expuesto.
Otros riesgos para los trabajadores de la salud, además de los accidentes mencionados, lo representan los pacientes con enfermedades infectocontagiosas que pueden dañarlos a través de estornidos y tos; el ejemplo más reciente fue la influenza AH1N1, y la tuberculosis’, comentó.
Agregó que hay programas y elementos que ayudan a disminuir el riesgo a través de mecanismos de protección o aislamiento del paciente, y también el uso de cubrebocas, googles, guantes.
El propósito es que un trabajador este menos expuesto a adquirir una infección proveniente de un enfermo.
Finalmente, dijo que es indispensable que el personal de salud se acerque a las unidades de infectología y reciba capacitación adecuada en el manejo de todos los instrumentos punzo-cortantes y evite los accidentes y que ponen en riesgo su vida.