Siete de cada 10 son mujeres y niñas y el 25% tiene menos de 18 años. Por cada persona sometida a trabajo esclavo en áreas productivas o de servicios, se obtienen 7.500 dólares ilegales. En América Latina y en Argentina el impulso no es a combatirlo, sino a transformarlo en norma.
Les lectores pueden opinar que la última frase es una exageración ideologizada, porque ¿cómo puede un sistema que ha triunfado en el mundo por su eficacia para producir bienes y servicios, someter a millones a formas de esclavitud que degradan la condición humana?
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