Nuevas víctimas de la tragedia de Bhopal

India: Obreros limpian residuos tóxicos

BHOPAL, India. El inicio de la limpieza de los residuos tóxicos de la planta de Bhopal, en India, con trabajadores vestidos con chancletas, pantalones cortos y camisetas de tirantes, incluso sin mascarillas, ha despertado de nuevo la indignación de un pueblo golpeado por una de las más graves tragedias industriales de la historia, que provocó la muerte de miles de personas en la fuga de gas de la medianoche del 3 de diciembre de 1984.

Sin protección ni trajes especiales

A pocos días de la celebración del Día Mundial del Medioambiente, el Gobierno del estado central indio de Madhya Pradesh, cuya capital es Bhopal, decidió cumplir con la sentencia del Tribunal Superior de Justicia que le obliga a descontaminar el lugar antes del 20 de junio.

Sin embargo, el modo en que se está llevando a cabo la limpieza ha hecho que las organizaciones humanitarias y ecologistas y las asociaciones de víctimas protesten con firmeza contra este acto que, según ellas, supone un absoluto desprecio de los Derechos Humanos y la seguridad pública.

Después de 20 años de exigir que se limpie la zona de residuos tóxicos, más de 100 activistas de estas organizaciones entraron en la planta de fertilizantes abandonada de la empresa estadounidense «Union Carbide», que ahora pertenece a la también norteamericana «Dow Chemicals», para tratar de parar este proceso.

Un olor insoportable

Vinuta Gopal, portavoz de Greenpeace India, dijo que «el Gobierno ha contratado a trabajadores desplazados en paro, que no utilizan ninguna protección, para cargar y descargar sacos de residuos químicos y pesticidas peligrosos».

«Al entrar en la fábrica, se siente de inmediato un olor a productos químicos que enseguida resulta intolerable. Esas sustancias han provocado la muerte, hasta el momento, de cerca de 30 mil personas y han causado enfermedades crónicas a 120 mil», agregó Gopal.

Por eso, añadió, «no pueden ser movidas de un lado para otro por gente que ni siquiera lleva guantes, ni ser trasladadas en camiones abiertos», precisó al calificar el proceso de ser «absolutamente inaceptable».

Greenpeace denuncia que una retirada de residuos tóxicos como esta no se puede llevar a cabo con «métodos medievales».

«Deben respetarse las medidas internacionales de seguridad, lo que implica emplear personal calificado, protegido con máscaras de gas, botas de goma y equipos adecuados», indica la organización. «Además deben instalarse duchas de descontaminación y hay que mantener un equipo médico en alerta por si hubiera algún accidente».

Por su parte, Rachana Dhinga, portavoz de la «Campaña Internacional para la Justicia en Bhopal» (CIJB), dijo que los trabajadores, que están inhalando tóxicos a cada minuto, están indefensos y son en su mayoría campesinos desplazados por las sequías, que buscan trabajo como cargadores en mercados y otros lugares.

«Estos hombres desconocen totalmente el peligro al que están siendo expuestos y además son contratados para trabajar por un día, por lo que el Gobierno no tendrá que asumir responsabilidades sobre los efectos que esto tenga en su salud», afirmó, mientras añadía que su organización denunciará al Gobierno regional por violar las normas de seguridad en el trabajo y los derechos humanos.

Según Greenpeace, el Gobierno «debe establecer y hacer público un protocolo de limpieza y tiene que permitir la supervisión de expertos independientes y representantes de la sociedad civil, e informarnos de qué es lo que van a hacer con esos residuos y dónde los van a llevar».

Se necesitan expertos independientes

«Exponer a los trabajadores a estas toxinas mortales supone cometer una doble injusticia para con el pueblo de Bhopal», agregó.

Después de tantos años de lucha, la CIJB, que agrupa a miles de afectados por la tragedia, ha decidido exigir que se detenga la retirada de residuos.

Según Dhinga, el Gobierno «debe establecer y hacer público un protocolo de limpieza y tiene que permitir la supervisión de expertos independientes y representantes de la sociedad civil, e informarnos de qué es lo que van a hacer con esos residuos y dónde los van a llevar».

«Una limpieza tóxica no se puede llevar a cabo creando aún más riesgos para una población empobrecida, superviviente de una horrible tragedia y que, a día de hoy, continúa bebiendo agua contaminada, sufriendo enfermedades crónicas y siendo ignorada por la administración», añadió.

Javier Moro, escritor español coautor junto con Dominique Lapierre del libro «Era medianoche en Bhopal» y fundador de una clínica para el tratamiento de las víctimas, dijo que «esto es otra más de las maniobras políticas para seguir engañando a las víctimas de Bhopal, que continúan sufriendo las secuelas del envenenamiento de hace veinte años».

El autor, que califica la tragedia de Bhopal como «una herida abierta en la piel de la humanidad», afirma que la limpieza de la fábrica costará millones de dólares y que «no se puede descontaminar en 15 días una planta que lleva desde el inicio de su existencia soltando productos químicos que han penetrado la capa freática y envenenado los pozos de agua de los alrededores».

«Para limpiar el lugar de verdad tienen que quitar montones y montones de tierra y no mover sacos de un lugar a otro», añadió Moro, quien recordó que el accidente industrial de Bhopal es mucho más grave en cuanto al número de víctimas que el de Chernobil.

La fuga de gas de Bhopal provocó en los primeros días la muerte de unas 8 mil personas pero al menos otras 20 mil han muerto posteriormente según organizaciones humanitarias.

Más de veinte años después de la catástrofe, muchas de las víctimas y sus familiares continúan sin recibir compensaciones y sin posibilidad de acceder a tratamientos médicos y más de 20 mil personas se ven obligadas a beber agua contaminada a diario, según esas organizaciones.

Las agrupaciones de afectados, formadas mayoritariamente por mujeres, continúan luchando incansablemente por sus derechos y denuncian que muchos aún no han recibido ninguna compensación económica.

Aún hay decenas de miles afectados

La cadena de televisión británica BBC publicó el pasado diciembre una investigación que indicaba que el agua en Bhopal «alcanza un nivel de contaminación 500 veces más alto que el límite establecido por la Organización Mundial de la Salud».

Amnistía Internacional también ha advertido reiteradamente que la zona sigue contaminada y que la empresa no ha frenado la degradación tóxica que empezó cuando se abrió la planta, a principios de los años setenta.

También denuncia que Dow Chemicals continúa ocultando información vital para establecer un tratamiento médico efectivo para las víctimas, como la composición exacta del gas que se fugó y su cantidad.

Distintas organizaciones no gubernamentales indican que más de 500 mil personas sufren en la actualidad enfermedades como ceguera, cáncer, tuberculosis, problemas respiratorios, depresión, irregularidades menstruales, problemas articulares y otras afecciones achacables a la contaminación causada.

Alrededor del 50 por ciento de los supervivientes del escape de gas están total o parcialmente minusválidos. Miles de niños han nacido en la zona en estos 20 años con graves deformidades.

La incidencia de la tuberculosis y el cáncer se ha multiplicado por cuatro. Muchas mujeres, que eran niñas cuando ocurrió la fuga, tienen la menopausia a los 30 o 35 años.

Cada mes, treinta personas mueren por enfermedades relacionadas con la contaminación química en Bhopal, según datos de Greenpeace.

Las agrupaciones de afectados, formadas mayoritariamente por mujeres, continúan luchando incansablemente por sus derechos y denuncian que muchos aún no han recibido ninguna compensación económica.

El pasado 28 de mayo, supervivientes de la tragedia escribieron con su propia sangre una carta al primer ministro de la India, Manmohan Singh, para pedirle que la empresa estatal petrolera Indian Oil Corporation, abandone sus planes de entablar negocios con la norteamericana Dow Chemicals.

Mientras, la estructura de metal oxidada de la fábrica abandonada de Dow Chemicals, con su contenido tóxico dentro, permanece inalterable a las protestas y la actividad de su interior, y se alza en Bhopal como un recordatorio de que en el mundo hay dobles estándares.

Las mismas empresas que se someten a duras normativas de seguridad en occidente no toman medidas similares cuando se instalan en países en desarrollo, de los que pueden irse impunemente, como ha ocurrido en Bhopal, dejando atrás un reguero de muerte, enfermedad y contaminación.

Distintas organizaciones no gubernamentales indican que más de 500 mil personas sufren en la actualidad enfermedades como ceguera, cáncer, tuberculosis, problemas respiratorios, depresión, irregularidades menstruales, problemas articulares y otras afecciones achacables a la contaminación causada.

Ana Cárdenes Alonso, EFE
8 de Junio de 2005

Fuente: www.univision.com

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