Le ocurrió a una vecina de San Carlos cuando lo dejó arriba del televisor. Casi provoca un incendio. El caso genera inquietud sobre el riesgo de este tipo de aparatos
”Explotó. Dejé el celular arriba del televisor y explotó”. Aun incrédula, Liliana Fiebelkorn señala en su cocina los restos chamuscados y desperdigados de su teléfono celular, y reflexiona: “por cinco segundos, no perdí un ojo o una mano. Pensaba que estas cosas eran un mito, pero la realidad me probó en carne propia lo contrario”.
El episodio ocurrió anteanoche, pasadas las 20, en la casa que la docente comparte con su familia en el barrio de San Carlos. Se encontraba planchando cuando ocurrió lo que describe como “una cadena de hechos insólita“.
Según relató, “después de recibir un llamado de mi hijo apoyé el equipo, que es un Nextel Motorola, sobre la TV, porque la mesa la tenía ocupada con los trapos de planchar. Terminé la primera tanda, y cuando me di vuelta para buscar más ropa escuché un estampido muy fuerte”.
“Uno de los pedazos del celular cortó el cable de la plancha, que entró en cortocircuito y como tiene la carcaza de plástico se prendió fuego” describió Fiebelkorn desde su vivienda: “atiné a tirar todo al piso, trapos incluidos, porque se había generado un foco de incendio, y cuando vi que no había peligro eléctrico le eché agua. Una parte del teléfono siguió chisporroteando dos o tres veces más después de la primera explosión. Pero a centímetros había una caja de fósforos, y ni se movió”.
La profesora de Ciencias Sociales considera que “el celular no tenía un año de antigüedad, lo cambié porque el anterior me lo robaron. Supongo que me dieron una batería nueva, pero no tengo la certeza. En cualquier caso, de casualidad estoy ilesa, me iluminaron de arriba para que justo me diera vuelta a buscar más ropa. Pero hay criaturas que manipulan este tipo de aparatos y si existe este riesgo se debería conocer más”.
POSIBILIDADES “REMOTAS”
Para los expertos, las posiblidades de que se registren casos como el denunciado en 45 y 137 son “remotas”, pero “no se pueden descartar totalmente”.
En este contexto, se explica, lo único que puede estallar dentro de un teléfono móvil moderno es la batería, si un sobrecalentamiento de cualquier origen genera gases y vapores dentro de la unidad sellada y se rompe la cobertura metálica de las celdas.
“Que ocurra hoy en día no es imposible, sí muy difícil. Seis o siete años atrás se documentaron algunas explosiones, siempre dentro de lo inusual, pero a partir de entonces la industria hizo especial hincapié en resolver esos problemas y lo logró en buena parte” aclara el ingeniero Guillermo Garaventa, investigador del Inifta (UNLP) y la CIC bonaerense.
“Generalmente, aquellos problemas se presentaban asociados con el uso de un cargador inadecuado o una batería diferente de la original” precisa el profesional: “pero también puede ocurrir que el equipo entre en cortocircuito y recaliente en exceso ante una falla puntual”.
EL CALOR, UN ENEMIGO
Las baterías recargables de polímero de litio, sucesoras tecnológicas de las de litio-ion y de las más antiguas de níquel-cadmio, comenzaron a ser introducidas en el mercado hacia 1995 y ya son el standard de la industria.
Para su correcta preservación y prolongación de vida útil, se aconseja no dejarlas cargando más tiempo que el necesario.
Las altas temperaturas también son perjudiciales para estos accesorios. Hay que evitar colocarlos, por ejemplo, bajo las lunetas y parabrisas, así como todo otro lugar en el que puedan recibir calor directa o indirectamente.