Decenas de casas fueron destruidas por el estallido en una planta de fertilizantes en West; «Fue como una bomba nuclear», dijo el alcalde de la localidad
AUSTIN, Texas.- Un día después de la poderosa explosión en una fábrica de fertilizantes en West, una pequeña localidad de Texas, rescatistas trabajaban ayer contra reloj en busca de sobrevivientes de la tragedia, que dejó por lo menos 35 muertos, más de 200 heridos y destruyó decenas de casas.
«Aún están sacando heridos y evacuando gente de sus hogares», dijo William Patrick Swanton, sargento de la policía de Waco. «En un momento dado, esto se convertirá en un operativo de recuperación, pero por ahora seguimos con las tareas de rescate», agregó.
Tras una noche agotadora, los socorristas continuaban ayer esforzándose por manejar la situación en el lugar, mientras que el fuego aún seguía devastando las instalaciones de la planta. Entre los muertos figura al parecer un equipo de bomberos voluntarios de entre tres y cinco integrantes y un policía, que acudieron a la fábrica West Fertilizer Co. en respuesta a un aviso de fuego poco antes del estallido.
La explosión se produjo anteanoche en el centro de West, una comunidad agrícola de 2800 residentes, situada 32 kilómetros al norte de Waco. La gigantesca descarga sacudió la tierra con la fuerza de un pequeño sismo y se pudo escuchar a decenas de kilómetros. También provocó llamaradas enormes y arrojó brasas ardientes y escombros sobre los residentes. «Fue como si una bomba nuclear hubiese estallado», describió el alcalde de West, Tommy Muska, que le dijo al USA Today que hubo por lo menos 35 muertos. También precisó que unas 60 casas quedaron demolidas y que casi la mitad de los habitantes del pueblo fueron evacuados.
El concejal Al Vanek, por su parte, informó que la explosión demolió una zona de cuatro cuadras en torno a la planta.
«Es una escena de devastación», dijo Swanton, tras subrayar que aún se desconoce el origen del incendio y que era imposible a estas alturas decir si se trata de un accidente o de un acto criminal.
En las horas que siguieron a la explosión, los habitantes deambulaban por las calles oscuras y ventosas en busca de refugio. Entre ellas, estaban Crystal Anthony y su hija, que, según dijo, fueron «arrojadas» al piso por la fuerza de la onda expansiva, a pesar de que estaban a varias cuadras de la planta.
Ayer, en tanto, el presidente Barack Obama ofreció a West la asistencia de la agencia federal de emergencias y lamentó el accidente. «Una comunidad muy unida ha sido sacudida, y gente buena y trabajadora perdió la vida», dijo Obama. En un mensaje enviado por Twitter, también el papa Francisco llamó a rezar «por las víctimas de esta explosión y por sus familias».