La tragedia de Oppau ocurrió el 21 de Septiembre de 1921, en Alemania, cuando un silo de 4.500 toneladas de sulfato de amonio y nitrato de amonio explotaron en la planta BASF. Como consecuencia 500 personas murieron, más de 2.000 resultaron heridas, el 80% de los edificios linderos fueron destruidos y se formó un cráter de 19 metros de profundidad.
Pero, ¿por qué esta sustancia era tan peligrosa y para qué se utilizaba? Durante la primera guerra mundial escaseaba el azufre en Alemania, por lo que se comenzaron a producir el nitrato y sulfato de amonio. Sin embargo, el nitrato de amonio era fuertemente higroscópico (absorbe la humedad del ambiente) y junto al sulfato, potenciaba su capacidad explosiva si no se mantenían controles sobre los mismos.
Ambas sustancias eran mezcladas y almacenadas juntas en grandes silos de 4.500 toneladas cada uno. Con la presión del peso de ambas sustancias y la reacción de ambas junto al ambiente, éstas pasaban al estado sólido y se volvían extremadamente volátiles.
Para extraer los elementos, los trabajadores utilizaban picos y palas, afrontando el peligro de quedar atrapados debajo de estos, al llenarse los silos de almacenamiento. De esta forma, y para “ayudar” a los trabajadores, se utilizaban pequeñas cantidades de explosivos para dinamitar y extraer los elementos más fácilmente.
Unos meses antes de la tragedia, se habían realizado cambios en la fabricación, bajando los niveles de humedad y la densidad de los reactivos. Y finalmente dos meses antes, un hecho similar ocurrió en Kriewald en donde 19 personas murieron por explotar 30 toneladas de nitrato de amonio bajo circunstancias similares.
El 21 de Septiembre de 1921 se realizaron dos explosiones, que originaron un cráter de 125 metros de ancho y 19 metros de profundidad. Las explosiones fueron tan fuertes que éstas se escucharon en Munich, a 300 kilómetros de distancia y se estima que su energía podía ser equivalente entre 1 y 2 kilotoneladas de dinamita.
Las consecuencias incluyeron:
500 muertes y más de 2.000 heridos.
80% de la infraestructura completamente destruida dejando a 6.500 personas sin hogar.
Daños por más de 7 millones de dólares.
Desde la falta de control de los reactivos, hasta las condiciones de almacenamiento o extracción de los mismos son erróneas.
Si se hubiesen realizado más investigaciones con respecto a estas sustancias, se podrían haber conocido en mejor medida los riesgos de ambas, estableciendo nuevas medidas de seguridad.
Podrían haberse almacenado por separado.
Controlado los niveles de humedad presentes.
Elegir otros métodos menos peligrosos para la extracción.
Prevención para todos los trabajadores acerca de los peligros presentes en todos sus aspectos.
Lamentablemente esta tragedia fue la que trajo mayor conciencia acerca de los efectos del sulfato de amonio y nitrato de amonio, dejando como consecuencia más grave, la pérdida de vidas humanas.