El trabajo decente no es un privilegio

Empezaré con un tópico: si una mariposa mueve las alas en un lado del mundo, en el otro se produce un tsunami. Esta frase, se interpreta habitualmente para explicar que algo muy pequeño puede producir una tragedia lejos de donde surge. Yo entiendo que tiene otra interpretación: un poco de justicia en un pequeño lugar del mundo puede producir la desaparición del hambre y de la violencia a nivel global. Tal es la relación entre lo local y lo global. Veamos.

En el mundo hay mil millones de personas que pasan hambre. También hay mil quinientos millones de obesos. No falta comida, sobra injusticia redistributiva. Decía Gandhi que la Tierra brinda lo suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no la codicia de todos. Más de la mitad de la población del mundo vive con menos de 2 dólares al día, es decir, en este mundo, lo normal es ser pobre. También hay cuartos de baño con griferías de oro y con paredes cubiertas por cuadros de Miró. Hay casi 250 millones de niños y niñas que trabajan en el mundo.

En España hemos recibido estos años atrás a varios millones de inmigrantes, personas, muchas de ellas, que venían de lugares donde no sólo el hambre es la norma, también lo es el desempleo, la contratación precaria, el trabajo en maquilas, el abuso, incluso sexual, incluso a menores, la esclavitud… Vienen de un modelo de mercado de trabajo basado en la explotación humana y la economía sumergida, en lugares donde los empresarios se creen que todo el beneficio, las famosas plusvalías, se las puede quedar para él con toda la impunidad judicial y militar que se pueda costear. ¿No les suena esa situación?.


Los más necios siguen pensando que se puede recuperar el crecimiento y la sostenibilidad empresarial a base de esclavitud, están convencidos de que para progresar, tenemos que ser competitivos en… explotación laboral. En España, tenemos los necios más necios del planeta, de ahí que Grecia con toda la crisis de los bancos alemanes tenga seis o siete puntos menos de desempleo que España. Claro que nuestros necios son de los más ricos del planeta. Nuestros necios, por dos trajes, hacen y deshacen a su antojo y su cuenta de resultados nunca ha tenido tantas ganancias con tan poca inversión.

De esa explotación laboral vienen los inmigrantes… a esa explotación vamos.

En los últimos años, el desempleo en el mundo ha subido a más de 205 millones de personas y hay casi 1.500 millones de personas que trabajan en condiciones precarias. Los países del G20 han perdido 20 millones de empleos con la crisis y la previsión de la OIT es que si no se toman medidas, en el 2012, serán 40 millones los empleos perdidos. Y todo esto, gracias a decisiones tomadas por organismos (tipo Fondo Monetario Internacional, Banco de España o Agencias de Calificación) cuyos responsables no han salido de las urnas. Es gravísimo que nuestras ejemplares democracias estén en manos de especuladores obedientes a los dividendos especulativos y no a la voluntad o las necesidades de las personas..

Sin embargo, hay alternativas; el tsunami formado por el aleteo de millones de mariposas puede ser de justicia. Hay, simplemente, que cambiar de política, que pague quien lo ha roto todo, que los bancos devuelvan la liquidez al mercado productivo o que echen la cortina para siempre; que los ricos, en lugar de pedir más impuestos, que empiecen por pagar lo que deben, lo que esconden y lo que vienen defraudando desde hace, al menos, cincuenta años. La respuesta es Trabajo Decente, es trabajo en condiciones dignas. Y para exigirlo el día 6 los sindicatos nos convocan a tomar la calle y expresar, no sólo nuestra indignación, que también, sobre todo nuestras propuestas. Da igual que lo dijera Galeano o que fuera un proverbio africano: “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.

José María Ruiz Olmos
Sec. de Empleo CC.OO
L´Alacantí-Les Marines

Fuente: www.lacronicavirtual.com

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