El director de Sanidad Vegetal, Carlos Debona, sostuvo que las empresas de aeroaplicadores como otras que utilizan sistemas terrestres «funcionan bajo estricto control y ajustándose a lo indicado por la legislación local, provincial y nacional», pero el problema surge con quien adquiere una herramienta para aspersión de fitosanitarios por su propia cuenta y, sin conocimientos de ninguna naturaleza, los aplica en su propiedad.
Del mismo modo, el presidente de la Cámara de Empresas Agroaéreas, Mauricio Forgioni, coincidió con los conceptos de Debona e indicó al respecto que las compañías aéreas que se dedican a esta tarea «tienen regulaciones e inspecciones muy estrictas, a la vez que el piloto posee profundos conocimientos sobre el tema a la hora de manejar agroquímicos y evaluar las condiciones de aplicación».