Empezaré con un tópico: si una mariposa mueve las alas en un lado del mundo, en el otro se produce un tsunami. Esta frase, se interpreta habitualmente para explicar que algo muy pequeño puede producir una tragedia lejos de donde surge. Yo entiendo que tiene otra interpretación: un poco de justicia en un pequeño lugar del mundo puede producir la desaparición del hambre y de la violencia a nivel global. Tal es la relación entre lo local y lo global. Veamos.
En el mundo hay mil millones de personas que pasan hambre. También hay mil quinientos millones de obesos. No falta comida, sobra injusticia redistributiva. Decía Gandhi que la Tierra brinda lo suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no la codicia de todos. Más de la mitad de la población del mundo vive con menos de 2 dólares al día, es decir, en este mundo, lo normal es ser pobre. También hay cuartos de baño con griferías de oro y con paredes cubiertas por cuadros de Miró. Hay casi 250 millones de niños y niñas que trabajan en el mundo.
En España hemos recibido estos años atrás a varios millones de inmigrantes, personas, muchas de ellas, que venían de lugares donde no sólo el hambre es la norma, también lo es el desempleo, la contratación precaria, el trabajo en maquilas, el abuso, incluso sexual, incluso a menores, la esclavitud… Vienen de un modelo de mercado de trabajo basado en la explotación humana y la economía sumergida, en lugares donde los empresarios se creen que todo el beneficio, las famosas plusvalías, se las puede quedar para él con toda la impunidad judicial y militar que se pueda costear. ¿No les suena esa situación?.
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