Cada año, en torno a 160.000 personas pierden la vida en la UE como resultado de enfermedades o accidentes provocados por las malas condiciones de trabajo. Sin embargo, las recetas impuestas por la UE para la salida de la crisis, austeridad económica y recortes en derechos, suponen un deterioro generalizado de las condiciones de vida de la ciudadanía e incentivan políticas que cuestionan elementos esenciales en materia de prevención.
Cada año, en torno a 160.000 personas pierden la vida en la Unión Europea como resultado de enfermedades o accidentes provocados por las malas condiciones de trabajo. Sin embargo, las recetas impuestas por la UE para la salida de la crisis, austeridad económica y recortes en derechos, suponen un deterioro generalizado de las condiciones de vida de la ciudadanía e incentivan políticas que cuestionan elementos esenciales en materia de prevención.
La lógica es absolutamente perversa, los trabajadores, las trabajadoras y las familias sufren por una parte las consecuencias del desempleo, de las reestructuraciones empresariales, de la presión sobre las condiciones de trabajo en la empresa y también, y no menos importante, del deterioro de las prestaciones sociales que configuran el Estado del Bienestar. Esta situación es especialmente acusada en los países que, por una mayor exposición de sus economías a la crisis financiera o por características propias de su modelo productivo, han resultado más vulnerables. Ver más
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