Categoría: Seguridad
SINIESTRALIDAD LABORAL
Hasta noviembre murieron 1.104 personas en accidente laboral, un 12% menos
Madrid, 17 ene (EFECOM). Entre enero y noviembre de 2007 murieron en accidente laboral 1.104 personas, de las que 791 fallecieron en jornada de trabajo y 313 «in itinere» (en el trayecto de casa al trabajo o viceversa), según el último Boletín de Estadísticas Laborales (BEL) del Ministerio de Trabajo.
El número total de accidentes hasta noviembre de 2007 fue de 1.668.349, el 4,1 por ciento más que en el mismo periodo de 2006, de los que 963.054 (misma cifra que el año anterior) necesitaron baja y 705.295 (un 10,1 por ciento más que en 2006) no la necesitaron.
De los accidentes ocurridos en la jornada de trabajo, 863.490 fueron leves (una caída del 0,1 por ciento), 8.176 fueron graves (un 0,5 por ciento menos) y 791 mortales (12,8 por ciento menos).
En el caso de los accidentes «in itinere», hubo 88.515 leves (un aumento del 1,9 por ciento); 1.769 graves (2,7 por ciento menos) y 313 mortales (9,5 por ciento menos).
Además, entre enero y noviembre de 2007 se reconocieron 15.821 enfermedades profesionales, el 23,1 por ciento menos que en el mismo periodo de 2006, de las que 10.720 necesitaron baja (38,8 por ciento menos) y 5.101 no la necesitaron (66 por ciento más).
Andalucía fue la comunidad que registró el mayor número de accidentes mortales hasta noviembre, con 182, seguida de Madrid, con 140; Cataluña, con 138 y la Comunidad Valenciana, con 111.
Por el contrario, las comunidades con menos muertes en el trabajo fueron La Rioja, con 8, seguida de Baleares y Navarra, con 16 en cada caso.
El sector servicios fue donde hubo más fallecidos en accidente laboral hasta noviembre, con 296; seguido de la construcción, con 266; la industria, con 154 y el sector agrario, con 75.
El trabajo no puede costarnos la vida
NADA hay más valioso que la vida. Por encima del trabajo. Por encima de todo. Pero, lamentablemente, millones de trabajadores arriesgan su salud y seguridad a diario en el desempeño de su labor. Y en muchas ocasiones pagando el precio más elevado, el precio que nunca debería pagarse: su propia vida. El convencimiento de que el trabajo no puede costarnos la vida es lo que nos ha llevado a los cuatro sindicatos mayoritarios de Asturias a convocar una manifestación, mañana, jueves, día 22, en Oviedo, contra la siniestralidad laboral y en defensa de la salud y seguridad de los trabajadores. Porque hay motivos más que justificados para reivindicarlo.
En los nueve primeros meses de 2007 habían perdido la vida en accidente laboral a 23 trabajadores en Asturias. En apenas ocho días, durante el mes de octubre, tuvimos que lamentar la muerte de cinco trabajadores más. Esta dramática escalada de la siniestralidad fue el detonante para decidir llevar a la calle nuestra repulsa e indignación por esta lacra del mercado laboral. Una preocupación que hemos trasladado en estos últimos días a la Delegación de Gobierno, los empresarios asturianos, al consejero de Industria y Empleo y a la Fiscalía.
Porque los datos producen escalofríos. Desde que entró en vigor la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, hace casi doce años, han perdido la vida cerca de 550 trabajadores y trabajadoras en Asturias. Y hablamos de personas. Y de familias que quedan destrozadas para siempre.
Desde enero de 1996 hasta el pasado 1 de octubre se habían registrado en Asturias 268.539 accidentes laborales. De ellos, 3.051 fueron graves. Más de tres mil personas que han quedado seriamente dañadas, muchas de forma irreversible.
El desafío es enorme si tenemos en cuenta que cada cinco minutos se produce un accidente de trabajo con baja en Asturias, una región en la que aumentó la siniestralidad laboral más de un 8% en los nueve primeros meses del año. Una situación que hay que abordar y atajar entre todos y cuanto antes, aunque es evidente que unos, los empresarios, que están obligados por la ley a garantizar la salud y seguridad de sus trabajadores, tienen más responsabilidad que otros, los trabajadores, que son quienes sufren los accidentes.
Desde hace muchos años, la defensa de la salud y la seguridad de los trabajadores y trabajadoras asturianos y la lucha contra la siniestralidad laboral se han convertido en una prioridad de nuestra acción sindical. Porque es nuestra vida la que está en juego, la que corre peligro.
La presión y las movilizaciones sostenidas que venimos llevando a cabo en los últimos años han conseguido no sólo concienciar a los trabajadores y a la sociedad en general de la importancia de garantizar nuestra salud y seguridad, sino que han logrado enormes avances legislativos, tanto en el conjunto del país como en nuestra comunidad autónoma. Pero, desgraciadamente, no hemos logrado desterrar la siniestralidad laboral. Por eso, tenemos que seguir reivindicando nuestro derecho a trabajar en un contexto laboral sano y seguro.
Uno de los grandes avances logrados en Asturias en la lucha contra la siniestralidad laboral ha sido la creación de la figura de los delegados territoriales de prevención, un logro en el que hemos sido pioneros. De hecho, la Estrategia Española de Salud y Seguridad para el periodo 2007-2012 recoge la extensión de esta figura a escala nacional.
Los delegados de prevención ya trabajan en Asturias en el sector de la construcción, llevando a cabo una tarea de suma importancia en la lucha contra la siniestralidad en uno de los sectores que más la padece. Pero su presencia tiene que ampliarse a otros sectores productivos, como el metal, en el que los accidentes laborales se han disparado en los últimos años, poniendo de relieve que la prevención de los riesgos en el trabajo sigue siendo una asignatura pendiente para muchos empresarios.
Entre las principales reivindicaciones sindicales en la lucha contra la siniestralidad laboral están la creación de una Fiscalía específica y exclusiva, que persiga los incumplimientos legislativos que puedan incurrir en delito; el reforzamiento de la Inspección de Trabajo, que debe ser más contundente en sus actuaciones, y la integración de la prevención en la estructura de las empresas.
Pero no sólo eso. Además de leyes avanzadas, formación constante, políticas preventivas eficaces y capacidad sancionadora para quienes incumplan la normativa y pongan en peligro la seguridad de los trabajadores, es absolutamente imprescindible mejorar las condiciones de trabajo. La precariedad a la que muchos trabajadores se ven abocados está detrás de la inmensa mayoría de los accidentes laborales.
Por eso, resulta intolerable que mientras la economía mejora, mientras los beneficios empresariales aumentan sin límite, los trabajadores, que son principales actores en el escenario que lo hace posible, se dejan la salud y la vida en el desempeño de su labor. Y tenemos derecho a un empleo seguro. No queremos ni una muerte más en el trabajo.
Japón aplica la tecnología para inmunizarse contra los accidentes laborales
Evitar los accidentes es una obsesión en el Japón adicto al trabajo, donde los cascos y las señales luminosas son tan habituales como escasas las muertes laborales, lo que convierte al país en uno de los más seguros del mundo en el ámbito profesional.
Japón, donde cerca del 30 por ciento de los trabajadores pasan más de 50 horas semanales en su empresa, donde se reconoce la muerte por agotamiento laboral (llamada Karoshi) y las huelgas pueden suponer un aumento de la productividad, sólo dos de cada 1.000 empleados sufre percances en el trabajo.
La construcción, el sector más mortífero de Japón con más de un tercio de los fallecidos anualmente en accidentes laborales, centra la atención de los investigadores nipones.
Actualmente, en JNIOSH se evalúan nuevos dispositivos para evitar las caídas al vacío, como un arnés de cuerpo completo y un cinturón con un sistema de dos cuerdas y un airbag, que pronto podrían incorporarse al vestuario de albañiles y peones de obra.
En 2006 se produjeron en Japón 121.378 accidentes laborales que supusieron 1.472 fallecimientos, cifras elevadas en términos absolutos, pero menores si se tiene en cuenta la población activa del país, más de 43.500.000 de personas, según el Ministerio de Trabajo nipón.
Ese mismo año, en España, con 15,5 millones de trabajadores, se registraron 934.743 siniestros en horario laboral en los que 966 empleados perdieron la vida, lo que situó su tasa de siniestralidad en el 6 por ciento, según datos del Ministerio de Trabajo español.
Obviamente, las cifras niponas son también muy inferiores a las de países como Brasil, Argentina, Chile o México, donde muchos profesionales no forman parte de las estadísticas al no estar inscritos en los registros estatales, y los estándares de seguridad laborales tienden a ser inferiores a los europeos o al nipón.
Pero también son mucho menores que las de EE.UU, primera economía del mundo, donde el año pasado tres de cada cien empleados sufrió un accidente de trabajo.
Los japoneses se han propuesto terminar con esta lacra y basta con darse un paseo por Tokio para comprobar el sinfín de medidas de seguridad que acompañan a cualquier obra.
Operarios vestidos de uniforme con corbata, y equipados con cascos, chalecos reflectantes, guantes, silbato y botas, armados con una linterna que imita a las espadas láser de la famosa saga cinematográfica ‘La Guerra de las Galaxias’, constituyen un ejército luminoso cuya misión es impedir que nadie sufra daños.
Estas fuerzas especiales contra el riesgo laboral cuentan además con un despliegue de medios técnicos para mejorar su eficacia.
Hileras de conos unidos entre sí que brillan en la oscuridad, vallas que franquean el perímetro de obras sobre las que se instalan jardineras, numerosos carteles informativos y flechas, muchas flechas, forman parte del decorado.
Incluso existe una versión mecánica con la silueta de un ser humano que alerta a los conductores de la existencia de trabajos en la calzada.
Estos son meros ejemplos de la conciencia de las empresas y el Gobierno nipón por evitar los percances laborales hasta reducirlos al mínimo.
‘Estamos concentrando nuestros esfuerzos en establecer un ambiente laboral libre de accidentes y esperamos lograrlo en el futuro próximo’, dijo a Efe Hajime Tomita, investigador del Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional de Japón (JNIOSH, en inglés).
En este país asiático existen, al menos, cuatro instituciones además de JNIOSH que se dedican a estudiar y proponer soluciones para evitar desgracias en las horas de trabajo.
Una de ellas es el Centro de Información Avanzada sobre Seguridad y Salud (JAISH, en inglés), que dispone de un museo y un cine en tres dimensiones que exhiben fotos y vídeos sobre accidentes laborales para ayudar a mentalizar a los empleados de los peligros que corren.
‘Para prevenir comportamientos inseguros, es esencial que los propios trabajadores reconozcan de forma voluntaria y autónoma las amenazas y decidan tomar medidas’, aseguró Kazumi Tabata, director del departamento Zero-Accident de la Asociación de Seguridad y Salud Industrial de Japón (JISHA, en inglés).
ROBERTO ICAZATI – CONSULTOR DE SEGUROS. Desde hace 17 años se dedica a la actividad. Su experiencia le posibilitó asesorar a varias compañías mineras y empresas proveedoras de servicios para la actividad.
-En cuanto a los seguros que cubren al personal de las mineras, ¿el valor difiere del que pagan las empresas ligadas a otras actividades, por el nivel de riesgo en las tareas que desempeñan?
-Según el personal, los seguros pueden ser de vida y de accidente de trabajo. El primero tiene un costo fijo por persona, mientras que el segundo sí tiene un valor directamente relacionado con la actividad, según el riesgo que ésta implique. Una actividad considerada de mayor riesgo implica un mayor costo. Por otro lado, la principal consecuencia de la minería con respecto al accidente de trabajo es que algunas aseguradoras no brindan la cobertura a las personas que trabajan en los proyectos. Esa sería una diferencia entre la minería y otras actividades.
-¿Por qué?
-Porque sostienen que hay estudios que dicen que la dureza del clima y del ambiente inciden en la salud del trabajador.
-¿Cuánto más caro es el seguro de accidente de trabajo que cubre a un minero con respecto al que se contrata para un empleado que trabaja en otra actividad?
-En la minería, en términos generales, el seguro por accidentes es un 40% más caro. De todas maneras, muchas ART lo toman al seguro, salvo casos particulares que no están dispuestos a asumir ese riesgo.
-¿Cree que las condiciones de trabajo del minero son más duras que las del empleado que permanece en la ciudad?
-En términos generales, antes era más duro trabajar en la montaña. Ahora hay tantas comodidades que, personalmente, creo que debe ser lo mismo que trabajar acá.
-¿Cuáles son los siniestros más frecuentes que ocurren en la actividad?
-Por experiencia, históricamente siempre han sido los relacionados con el automotor. Antes los caminos eran muy difíciles de transitar porque eran muy angostos, por lo que los carretones o camiones no podían pasar fácilmente. Hubo muchos accidentes en camionetas… En esos casos se podía responsabilizar al conductor o a las condiciones del camino. En cambio ahora, tiene que ver con cuestiones conductivas. Hay caminos buenos y amplios, los vehículos pueden andar más rápido, pero por ahí el exceso de confianza es lo que genera algunas alteraciones.
-¿Hay menos siniestros que antes?
-Sí, muchos menos.
-Un beneficio para el mercado asegurador.
-Desde ya. Las mineras imponen tantas exigencias en cuanto a la seguridad que todo el mundo debe tener un poco más de cuidado. El accidente no sólo afecta al damnificado, sino que también al proyecto, a la minera, al contratista, a la aseguradora.
-En este sentido, ¿la minería es más exigente que otras industrias?
-Mucho más. Creo que tiene que ver con los requerimientos de las propias mineras propietarias de los proyectos. Ellas exigen un nivel de seguridad importante y eso es trasladado en cadena hacia los subcontratistas. Todos deben cumplir con ciertos cánones de seguridad que en otras actividades no se ven.
-¿Esto está relacionado con que las compañías son firmas extranjeras?
-Tiene que ver con que son de una cultura distinta. Nuestra sociedad, históricamente, no tiene una cultura aseguradora. Es imposible imaginar que en Estados Unidos alguien no tenga su seguro de vida, de retiro, que no tenga protegidos sus bienes.
También es cierto que allá hay mucha más estabilidad con respecto a las aseguradoras.
-Desde hace más de 15 años usted tiene experiencia con los seguros mineros. ¿La contratación de éstos ha diferido en algún aspecto desde aquel momento, con respecto al despegue de la actividad que se produjo recientemente en la provincia?
-Sí, muchísimo. Básicamente, el volumen. Hace 15 años había pocas mineras que exploraban. Ahora tenemos un movimiento sorprendente por el crecimiento de la minería. El desarrollo de la actividad aseguradora con respecto a la minería ha crecido muchísimo.
-Más allá de que el mercado asegurador creció con la actividad, ¿los empresarios sanjuaninos de la industria contratan seguros por exigencia o porque han tomado conciencia?
-Creo que sí han tomado conciencia. Para llevarlo a un ejemplo concreto, cuando crece la actividad, consecuentemente hay más gente que trabaja y por lo tanto hay más posibilidades de que ocurran siniestros. De hecho, han sucedido accidentes con grandes máquinas cargadoras o grúas. Hace unos años eso era más curioso que ahora. El hecho de que actualmente ocurran estos incidentes es porque hay muchas más maquinarias afectadas por la actividad. Por eso, al haber ocurrido siniestros, se ha tomado conciencia de que las cosas pasan.
-En medio de polémicas generadas por ambientalistas y políticos, ¿la actividad minera tiene que contratar seguros por daño ambiental?
-No pueden contratar seguros contra daños del medio ambiente porque nadie los vende. La Ley General del Ambiente exige en su artículo 22 la contratación de un seguro para todas las actividades que puedan significar un daño ecológico o riesgo al medio ambiente. Pero eso no es posible porque no hay oferta en el mercado.
-¿O sea que esto se permite legalmente, está avalado por la ley ante esta imposibilidad que existe en el mercado?
-Bueno, es una cuestión de orden jurídico. No me pueden obligar a acatar algo que es de cumplimiento imposible. Por lo tanto, existe algún error conceptual o falta reglamentación, como yo entiendo que es en este caso. La Ley General del Ambiente establece que se debe contratar un seguro, pero no dice cómo, cuál, con qué límites. Ninguna compañía va a exponerse a esos riesgos si no están las reglas claras.
-¿Las mineras contratan los mismos seguros que antes?
-Antes no era muy común contratar los seguros de responsabilidad civil, ya que eran específicos para algunas actividades. Se vendía, tal vez, como un componente más de lo integral. Ahora, toda actividad que se relaciona con la minería, necesariamente tiene agregado un seguro de este tipo.
LAURA VIDELA
Alertan sobre productos eléctricos sin certificación de calidad
Buenos Aires- La Cámara Argentina de Industrias Electrónicas, Electromecánicas y Luminotécnicas (Cadieel) advirtió hoy sobre la existencia en el mercado de productos que no cumplen con la certificación correspondiente, y reclamó a los organismos de contralor que tomen medidas al respecto.
A través de un comunicado, Cadieel manifestó su â??profunda preocupación por la fabricación, importación y comercialización de productos eléctricos que no cumplen con la resolución 92/98 de seguridad eléctricaâ??.
â??Esta situación es un riesgo para los consumidores porque los dispositivos que adquieren pueden fallar poniendo en riesgo la vida y los bienes de las personas, por lo que reclama que los organismos de contralor se hagan eco de las reiteradas denunciasâ??, indicó la entidad.
La resolución 92/98 obliga a fabricantes e importadores a certificar sus productos, indicando que cumplen totalmente con la norma especÃfica en sus detalles constructivos y con los ensayos requeridos. Es la norma que garantiza su funcionamiento y que su uso es seguro.
â??Nos preocupa que se permita la comercialización de estos productos que no resisten ningún ensayo o que no cuentan con las certificaciones pertinentesâ??, sostuvo el presidente de Cadieel, Ramiro Prodan.
Advirtió que â??esto es un peligro y una estafa para los consumidoresâ??, y consideró que â??los organismos de contralor deben pasar de las palabras a los hechos y tomar cartas en el asuntoâ??.
En inspecciones realizadas por la Cámara, se determinó que se comercializan tanto en comercios minoristas como en grandes superficies, productos con irregularidades.
En todos los casos las denuncias fueron acompañadas de los productos defectuosos, sus facturas de compra y los ensayos de calidad que demostraban el riesgo de estos elementos.
Además, la entidad subrayó que â??en ocasiones se presentan a inspección productos que están en regla para poder conseguir la certificación, pero que luego son importados productos con prestaciones inferiores e inseguros para el usuarioâ??.
De acuerdo a las denuncias, existe un uso inapropiado del sello de producto seguro, â??una práctica que de prosperar hará que esta herramienta de orientación al consumidor pierda su credibilidad y su eficaciaâ??.
También alertó sobre la comercialización de productos ilegales como los adaptadores y tomacorrientes de dos pernos redondos que están expresamente prohibidos.
Según datos de la Superintendencia de Bomberos de la PolicÃa Federal, 40 por ciento de los incendios producidos en 2006 en la ciudad de Buenos Aires tuvieron su origen en desperfectos eléctricos. (DyN)