La empresa y el Principado analizan las causas de la detonación de una bolsa de gas en el horno de benzol
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Una estruendosa explosión registrada ayer en la planta de baterías de coque de Arcelor-Mittal hizo saltar de la cama a los avilesinos menos madrugadores alrededor de las nueve y veinte de la mañana. La detonación, que se produjo mientras se realizaban labores de mantenimiento en el horno de calentamiento de benzol, sólo se quedó en un susto, pero ha vuelto a levantar polvareda justo después de que la Viceconsejería de Medio Ambiente le haya abierto un expediente sancionador a la empresa tras verificar que la planta de baterías incumple la autorización ambiental. A perro flaco todo son pulgas. No obstante, según fuentes de Arcelor, no se registraron daños personales, tampoco los hubo materiales de consideración y no hay que lamentar ningún tipo de impacto ambiental.
Según fuentes sindicales, la explosión se produjo cuando cuatro operarios se encontraban llevando a cabo labores de mantenimiento en el horno, que estaba apagado y no contenía ni una sola gota de benzol, un líquido tóxico y altamente inflamable que se obtiene de la destilación de la hulla en el proceso de coquización, al igual que otros subproductos como el alquitrán, el sulfato o el alcanfor. Las mismas fuentes señalaron que la detonación vino motivada por una acumulación de gas procedente de las baterías que explotó por causas que aún se desconocen y que la empresa está investigando. «Cuando se limpian las tuberías se aíslan y se utiliza nitrógeno para evitar que se produzcan esas bolsas de gas, pero hoy (por ayer) debió quedar alguna», explicó un representante sindical, que añadió: «No se puede llamar ni accidente porque los operarios siguieron trabajando y la explosión no afectó al ritmo normal de la fábrica en ningún momento».
¿Entonces como se explica una detonación que se escuchó a kilómetros de distancia? El horno de calentamiento de benzol, de unos seis metros de alto por tres de ancho, cuenta además con una chimenea de grandes dimensiones, a través de la cual, según la expresa, se canalizó la explosión. La chimenea está coronada por lo que en la factoría se conoce como un «chapín» -a grandes rasgos una especie de tapa- que fue lo que causó el estruendo. Tanto los sindicatos consultados como los representantes de Arcelor coinciden en señalar que ni siquiera en el propio horno se registraron daños de consideración. «Es nuevo de hace poco y tiene muchas medidas de seguridad», explicó uno de los responsables de la planta.
Poco después del suceso, como manda el protocolo, desde Arcelor-Mittal se dio aviso a la dirección general de Medio Ambiente, que al cierre de esta edición aún no había emitido una declaración al respecto. «No pudo causar ningún daño medioambiental porque el horno estaba vacío y el gas se quemó al explotar, en ese sentido no va a haber problemas», explicaron fuentes del sindicato UGT en la empresa. Algunos de los sindicalistas con los que se puso en contacto LA NUEVA ESPAÑA temen que este suceso afecte a la marcha de la empresa -y como consecuencia a los puestos de trabajo- justo después de haber recibido el tirón de orejas de Medio Ambiente. «No hay que darle importancia a cosas que no la tienen, provocar alarma si no es necesario siempre va en contra de los trabajadores. Nosotros nunca dejaríamos pasar algo que sea peligroso para la plantilla, pero lo de hoy (por ayer) no lo ha sido y forma parte del proceso normal de la fábrica», señaló un miembro de CC OO.
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