Una revalorización del recurso humano ha incidido en la asignación de un mayor presupuesto para prevención y en un cambio hacia una nueva cultura de la seguridad.
AUN está fresco en la memoria el incidente de los 33 trabajadores de la mina San José que quedaron atrapados a 600 metros bajo tierra, un ejemplo dramático de accidente laboral. Como ése, cada año se producen cientos de casos menos mediáticos, pero que a veces llegan a significar el cierre definitivo de una empresa o terminan en graves denuncias públicas, con graves consecuencias para una firma.
Por eso, en Chile hay una creciente conciencia que está llevando a las organizaciones a invertir más recursos en prevención y fortalecimiento de las medidas de control y seguridad. Lo hacen porque, aparte de la salud de sus trabajadores, está en juego la productividad y fortaleza del negocio.
El presidente de la Sofofa, Andrés Concha, hace hincapié en la importancia que tiene la reducción de los accidentes laborales. «Tienen un alto costo para el trabajador y su familia, al igual que para la empresa y los organismos mutuales. De ahí que el interés por evitarlos nos concierne a todos. Cualquier incidente nos obliga a paralizar las faenas e informar a los organismos fiscalizadores para que inicien la investigación correspondiente», señala.
De hecho, la inversión en prevención en las empresas chilenas ha crecido en forma sostenida y «hay un buen número de empresas en donde la seguridad se ha convertido en el valor intransable, en el corazón de su ADN, porque por las características de su negocio necesitan de ella para subsistir», señala Felipe Thomas, socio director de la consultora en marketing interno Engage.
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