Unas 200 mil personas murieron y 2 millones sufren aún hoy las consecuencias. La central esparció hasta 200 toneladas de material radioactivo equivalente a entre 100 y 500 bombas atómicas como la de Hiroshima. Una catástrofe que sigue provocando miedos e intrigas.
(EFE).- Ucrania conmemora el 20 aniversario de la catástrofe en la central nuclear de Chernóbyl, la mayor de la historia de la energía atómica, cuyo legado de muerte y radiación aún amenaza la vida de millones de personas.
Ucrania rendirá tributo a las miles de víctimas que perdieron la vida tras la cadena de explosiones ocurridas en el reactor número cuatro a las 01:24 del 26 de abril de 1986.
La central, cuya avería fue provocada por una conjunción de errores humanos, técnicos y de construcción, esparció hasta 200 toneladas de material fusible con una radiactividad equivalente a entre 100 y 500 bombas atómicas como la de Hiroshima.
Más de 600.000 «liquidadores» – bomberos, soldados, funcionarios y voluntarios soviéticos – combatieron durante semanas contra la radiación en condiciones «paupérrimas» – sin trajes ignífugos ni cascos – lo que a la postre les supondría a muchos la muerte o la invalidez de por vida.
«En Ucrania, en esa época del año ya hace bastante calor, por lo que fuimos a apagar el fuego en mangas de camisa», declaró a EFE Víctor Birkún, de 56 años, bombero que descansaba en un barracón a 150 metros de la planta cuando ocurrió el accidente.
En víspera del aniversario, Yúschenko hizo un encendido llamamiento en favor de celebrar una nueva conferencia de donantes, ya que «las secuelas de esa avería nuclear superan la capacidad de un sólo país».
La respuesta de la comunidad internacional no se hizo esperar y el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) anunció hoy haber reunido el dinero necesario para construir un segundo sarcófago sobre el averiado reactor número cuatro.
El director del Departamento de Seguridad Nuclear del BERD, Vince Novak, agregó que «los países donantes están dispuestos a incrementar la financiación en la medida de lo necesario. Lo esencial es gestionarlo de manera racional».
Novak, que se manifestó hace unos días «decepcionado» por no haber podido comenzar las obras de construcción coincidiendo con el 20 aniversario, anunció que el banco asignará este año 263 millones de euros a las obras de construcción del nuevo sarcófago, que comenzarán este verano.
Yúschenko, que cifró en 1.900 millones de dólares el coste de las obras, mantiene que el nuevo sarcófago para el accidentado reactor número cuatro debe estar construido antes de 2010 por cuestiones de seguridad.
El nuevo sarcófago, que cubriría al actual de acero y hormigón, que ya presenta grietas y fugas radiactivas, tendría una longitud de 257 metros, una anchura de 150 y una altura de 108 metros.
Yúschenko reconoció recientemente que Ucrania podría adjudicar en las próximas semanas el proyecto del sarcófago a una compañía francesa.
Las autoridades ucranianas advierten que las unidades una, dos y tres de la central, clausurada en diciembre del año 2000, aún contienen combustible nuclear, con lo que el peligro de radiación está muy presente.
Kíev demanda el cumplimiento de «Memorando de Ottawa», el acuerdo alcanzado por Ucrania en diciembre de 1995 con el Grupo de los Siete países más industrializados (G-7) sobre ayudas al país a cambio del cierre de la planta.
El acuerdo preveía inversiones a fondo perdido y créditos por valor de 2.300 millones de dólares para compensar el cierre de Chernóbil con la construcción de dos nuevos reactores en las centrales nucleares de Jmelnitskaya y Rivno.
En Ucrania, más de 2.300 localidades sufrieron los efectos de la contaminación radiactiva, que obligó a evacuar del territorio afectado a 164.000 habitantes y a establecer una zona de exclusión en un radio de 30 kilómetros alrededor de la planta.
El viceprimer ministro Stanislav Stashevski informó estos días de que en Ucrania la radiactividad afectó, en uno u otro grado, a 2,6 millones de habitantes, incluidos 600.000 niños.
Según la Unión «Chernóbil» de Rusia, cerca de 100.000 «liquidadores» soviéticos han muerto en los últimos 20 años tras entrar en contacto con la radiación.
Unos 2 millones de personas, entre ellos medio millón de niños, sufren las secuelas de la radiación en la vecina Rusia.
Mientras, en Bielorrusia, un 23 por ciento del territorio fue contaminado por la lluvia radiactiva y más de un 1,7 millones de personas (360.000 niños), cerca del 20 por ciento de la población, aún sufre las consecuencias de la radiación.