Un informe oficial difundido este lunes sobre la explosión en la mina Pike River en Nueva Zelanda, que mató a 29 trabajadores el 19 de noviembre de 2010, responsabiliza a la empresa por anteponer «producción y beneficio» a la seguridad y al Ministerio de Trabajo por permitirlo.
El primer ministro neozelandés, el liberal John Key, indicó en rueda de prensa tras conocer el resultado de la investigación que «es posible que se hubiesen podido evitar las muertes si (Trabajo) hubiese desempeñado su cometido mejor», según la televisión local TVNZ.
Las autoridades han aceptado las recomendaciones del informe sobre la tragedia en esa mina de carbón cerca de la localidad de Greymouth, en la Isla Sur, que ya le costó en su día el cargo de ministra de Trabajo a Kate Wilkinson.
La Comisión Oficial de Investigación, autora del documento, criticó a la compañía Pike River por construir una mina insegura y sin suficiente capacitación para el personal, y a Trabajo por permitirlo a pesar de las advertencias y conclusiones sobre accidentes mineros previos.
«La motivación por la producción de carbón antes de que la mina fuera creada dieron pie a las circunstancias en las que ocurrió la tragedia», reza el documento, según el contenido citado por el portal de Fairfax NZ News. Además se agrega que los sistemas de ventilación y drenado de metano de la mina resultaron insuficientes, y la instalación de un ventilador subterráneo fue un error «mayor» porque no estaba a prueba de grande movimientos y cayó con la primera explosión.
Trabajo también tiene responsabilidad al permitir que una minera sin experiencia desarrolle un proyecto sin el escrutinio adecuado y por soslayar el hecho de que el yacimiento tuviera solamente una salida.
Asimismo, los inspectores de Trabajo faltaron en supervisar correctamente los datos y los procedimientos de seguridad de la mina, donde 48 días antes de la tragedia se habían producido 21 informes sobre excesos de metano.
El documento también incluye 16 recomendaciones referidas a reformas administrativas, reforzamiento de las regulaciones, cambios en la legislación minera, mejoras en las medidas de salud y seguridad laboral y gestión de emergencias.
Los mineros, de entre 17 y 62 años, fallecieron casi instantáneamente por traumatismos, quemaduras o asfixia después de una explosión de gas metano que les dejó sepultados a 2,5 kilómetros de profundidad dentro de la galería, que carecía de un acceso alternativo.
Cinco días después fueron dados por muertos tras una segunda explosión. La tragedia de Pike River es el segundo mayor accidente minero de la historia de Nueva Zelanda y el peor desde 1896, cuando 65 personas fueron sepultadas por una explosión de gas metano cerca del mismo yacimiento, considerado seguro pese a que sus túneles pasan por debajo de una cordillera montañosa.