«Fue un milagro». Así se expresaba una decena de empleados de la empresa Vial 3 mientras miraban como una grúa reemplazaba las dos cabinas de peaje arrasadas ayer a la tarde por un camión. Eran las 14.15 cuando la empleada que cobraba en el andén 4 de la autopista Rosario-Buenos Aires, a la altura de General Lagos, saltó repentinamente de su cabina al ver que el pesado vehículo se le venía encima y la iba a atropellar. Entonces, el chofer volanteó sin poder evitar dar de lleno con la cabina que estaba al lado. Sin control, terminó su corta pero alocada carrera impactando contra un auto con matrícula de la ciudad brasileña de Goiania que salía del peaje. El saldo fue de cinco heridos, dos de ellos con fracturas en sus caderas y politraumatismos graves. Si bien los motivos por los que el camionero perdió el control del rodado están siendo peritados, fuentes de la investigación confiaron que el chofer se habría desvanecido metros antes de llegar al control vehicular. Tras el accidente, el tránsito en el carril hacia la Capital Federal estuvo cortado durante cuatro horas.
Sólo el calor era algo para destacar la tarde de ayer. Y en las primeras horas el sol se hacía sentir en el kilómetro 271,600 de la autopista Rosario-Buenos Aires. Los empleados de Vial 3 estaban terminando su turno sin mayores novedades. Sin embargo todo cambió en un abrir y cerrar de ojos. Mientras un Chevrolet Astra con patente brasileña se ponía en marcha tras pagar peaje en la mano de circulación norte-sur, por el anden 4 de ese mismo carril un camión Fiat 1722, dominio CXI873, llegaba «más rápido que lo aconsejable», según algunos empleados que contemplaron el incidente.
Cuando la barrera del peaje se levantó para darle paso al Astra brasileño se escuchó el ruido del golpe de la chapa contra el cemento. Todo se precipitó. En menos de tres segundos, el camión Fiat conducido por Gustavo Orzuza, de 42 años, destruyó los mojones de cemento que demarcan el ingreso, arrolló dos de las cabinas del peaje y chocó de atrás al auto sin darle tiempo al conductor a evitar el impacto.
En pocos segundos, la mano de circulación de Rosario a Buenos Aires quedó inutilizada. Dos cabinas habían sido arrancadas de cuajo. Una de ellas quedó destrozada. Los gritos de los empleados era lo único que se escuchaban entonces en el lugar. «Para dimensionar lo fuerte que entró tenés que ver como quedaron los mojones de cemento», explicó una de las empleadas que no podía entender lo sucedido. Uno de los mojones estaba reducido a su mitad a lo largo de un par de metros. «El camionero se durmió. Si no, no puede haber entrado tan fuerte», comentó otra mujer, mientras sus compañeras asentían con sus cabezas.
Según fuentes de la investigación, las empleadas que estaban en las cabinas salieron ilesas «por milagro». Pero el empleado de mantenimiento de la concesionaria, Jonas Mora Menjibar, de 41 años, se llevó la peor parte. El camión y trozos de una de las cabinas lo golpearon fuertemente. Por eso fue trasladado al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez donde se le diagnosticó fractura de cadera y fémur izquierdo, traumatismo en la rodilla derecha, en el hombro izquierdo con alteración en la sensibilidad en el miembro superior y pérdida de conocimiento producto de un fuerte traumatismo en el cráneo. Anoche fue trasladado a un sanatorio privado.
La violencia del impacto quedó grabada también en el camión y en el auto brasileño que lo precedía. Uno de los tanques de combustible del pesado rodado se desprendió, volcando combustible en la salida de las cabinas. El chofer, oriundo de la localidad bonaerense de Pilar, sufrió politraumatismo de sus piernas. «Hace una hora nos comunicamos y quedamos en que nos juntábamos a comer en Fighiera», relató en el lugar un compañero del chofer siniestrado que venía siguiéndole los pasos en la ruta. «No sé que le pudo haber pasado», concluyó. Para los investigadores hay dos hipótesis: el camionero se durmió o hubo una falla mecánica. Aunque lo que prevalecía en el lugar del incidente, era que el chofer se habría «desvanecido», según él mismo lo habría asegurado.
A pocos metros del camión, que exhibía en su estructura las huellas de los impactos, estaba el Chevrolet Astra brasileño. Según pesquisas ligados a la investigación, al volante del auto iba Ermes Cum, de 81 años, un ciudadano italiano que vive desde hace 45 años en Brasil. El hombre fue el único que anoche había sido dado de alta. A su lado viajaba Ana Lucía Netto Lopes, de 61 años, jubilada del juzgado de menores número 2 de una localidad del departamento de Goias, cuya capital es Goiania. La mujer fue trasladada anoche al Clemente Alvarez para que evaluaran los politraumatismos que tenía.
El baúl del Chevrolet, totalmente compactado por el impacto, hacía presagiar que quien fuera el asiento trasero del auto la había pasado mal. Y allí iba Mareylzia Netto Lopes, de 58 años, quien anoche era intervenida en el hospital Centenario por una fractura en su cadera. «Todo es muy complicado. La mujer no entiende (por el idioma) lo que le tienen que hacer y eso hace todo cuesta arriba», confió un vocero policial. Otros heridos leves o conmocionados, como una de las empleadas que estaba en la garita antes del impacto, fueron atendidos en nosocomios de Rosario y Arroyo Seco.
A las 18.13, el tránsito hacía Capital Federal volvió a su normalidad. Ahora, los peritos deberán determinar qué sucedió con el camión o con su chofer.
Leo Graciarena / La Capital