Juicio por un accidente laboral de un trabajador de Inalsa. (Fotos: Sergio Betancort)
Sufrió quemaduras en gran parte del cuerpo, tuvo que ser trasladado a la unidad de quemados del hospital de Sevilla, donde permaneció 45 días en la UCI. Al tener injertos en la piel, ha perdido movilidad y sensibilidad. Todavía tiene «un zumbido en el oído», que asegura que le tiene “loco”. Éstas son algunas de las consecuencias de un accidente que sufrió un trabajador de Inalsa en 2005, que ya no ha podido volver a trabajar.
Este miércoles, el Juzgado de lo Penal Número 1 de Arrecife ha celebrado el juicio contra tres personas que fueron jefes de Inalsa, para los que el fiscal y la acusación particular piden 2 años de cárcel. La vista oral tendrá que continuar otro día, ante la falta de un testigo clave, solicitado por la defensa de los acusados.
El accidente tuvo lugar el día 28 de julio de 2005, en la planta Lanzarote IV. El empleado accidentado estaba trabajando en un habitáculo junto a un operario que había venido de una empresa externa de electricidad. Bajó una palanca, un disyuntor, cuando se produjo una explosión. “Sentí un calor e intenté quitarme la camisa y los zapatos, porque quemaban”, ha explicado durante el juicio. “Con 45 años, acabó mi vida laboral”, ha afirmado.
Durante la vista oral, se ha discutido sobre las medidas de seguridad y de protección de los trabajadores de Inalsa. En este sentido, la víctima ha asegurado que en el momento del accidente no llevaba zapatos “de aislamiento”, sino que eran “normales” y tampoco un traje ignífugo, que Inalsa terminó comprando después de este incidente.
Este trabajador ha explicado que el operario externo venía para reparar una avería y a él le pidieron sus jefes que le acompañara “para enseñarle el puesto de trabajo”, pero no le dieron “un catálogo para saber qué tenía que hacer”. “La orden era ponerme a disposición de esta persona”, ha insistido, al tiempo que ha dicho que fue él quien manipuló ese disyuntor por “inercia, porque estaba más cerca”.
Asimismo, ha indicado que “cree que había guantes” de protección en el habitáculo donde ocurrió la explosión, pero no “pértiga, ni careta” y tampoco traje ignífugo. En el taller sí había “guantes y una pértiga”, pero ha asegurado que en la unidad móvil en la que se desplazaba a diferentes plantas de la isla “sólo había guantes y, a veces, no estaban allí”.
Sin embargo, la versión de los entonces jefes de planta sobre la seguridad ha sido distinta. Uno de los acusados, Antonio S.R., jefe de producción cuando sucedió el accidente, ha afirmado que se reunió con otro de los acusados porque sabía que iba a venir un operario externo y quería “ponerle un hombre de apoyo”. Decidieron que fuera Nicolás A., porque “estaba muy preparado y conocía las instalaciones perfectamente”, pero su función era “guiar, nunca se le dio la orden de solucionar la avería”.
Antonio S.R. escuchó la explosión y corrió hacia el habitáculo, de unos 20 metros cuadrados. Preguntado durante el juicio por la protección de los trabajadores, ha afirmado que la víctima no tenía por qué llevar elementos de seguridad porque no iba a manipular nada. “Los zapatos no sé si eran para la electricidad porque los mandaba la mutua”, ha indicado, al tiempo que ha reconocido que no había trajes ignífugos, aunque “se compraron luego”.
El segundo acusado, Domingo B., encargado del taller eléctrico, se encontraba con Antonio S.R. cuando Nicolás A. tuvo el grave accidente en Inalsa. “Cuando le vi salir para afuera, llevaba la ropa quemándose”, ha afirmado. Lo que no vio es que el trabajador llevara un equipo de protección individual, aunque ha asegurado que “siempre se les obligaba a que se pusieran los elementos de protección” o si no se les “imponía sanciones”. No obstante, ha admitido que nunca puso ninguna sanción. También ha defendido que muy cerca del habitáculo había un equipo de protección individual.
“No tenía protección individual”
El tercer acusado, Juan Manuel J.B., era director de producción de Inalsa y facilitaba los equipos de protección, después de que los adquiriera la empresa. Durante el juicio, ha admitido que no se plantearon comprar trajes ignífugos, ya que hasta el accidente ocurrido en 2005 “no se había presentado el caso”.
Tras los acusados y la víctima han declarado durante el juicio varios testigos, que en esos momentos trabajaban en Inalsa. El primero fue el que ayudó al empleado accidentado a quitarse “la camisa y los calcetines, porque tenían fuego”. Este testigo, al igual que el siguiente en declarar, ha asegurado que todos los trabajadores de Inalsa llevaban “el mismo calzado”, aunque desconoce si era “aislante”. No obstante, el segundo testigo no recuerda “quejas por falta o deterioro de material de protección” en Inalsa.
El tercer testigo ha insistido en este asunto y ha afirmado que en la zona del accidente “no había equipos de protección individual”. Tras él, ha declarado un inspector de trabajo, que realizó un informe sobre el accidente, y que ha asegurado que el trabajador accidentado “no tenía protección individual, como guantes, calzado o careta”.
Durante el juicio, también ha testificado por videoconferencia el electricista que estuvo con la víctima en el mismo habitáculo donde ocurrió el accidente. “Nicolás estaba cerca y fue él quien bajó el disyuntor. Él ya había hecho tareas con nosotros”, ha afirmado.
Una persona que pertenecía al servicio médico de la empresa y que era coordinador de seguridad ha defendido “la facilidad para ir al almacén a pedir los equipos que hicieran falta” para la seguridad del trabajador. “No se puso reparos en el material de protección de los trabajadores”, ha señalado, mientras que otro testigo, jefe de administración en ese momento, también ha asegurado que se hacían visitas a las instalaciones, en las que había “medios de protección”.
El juicio deberá continuar otro día por la falta de un testigo de la mutua que asesoraba a Inalsa en materia de seguridad. Aunque el juez ha señalado que este testigo estaba correctamente citado, no ha aparecido a declarar en el juicio.