Por qué el horno calero fue una trampa mortal

Por la tarea que realizaban dos operarios, la profundidad en la que quedaron atrapados y el tipo de construcción, las chances de sobrevivir eran mínimas.

En Los Berros, la mayoría de los hombres adultos han pasado alguna vez por una calera. Saben, conocen cómo y qué riesgos se corren. Las medidas de seguridad en las pequeñas caleras de ese distrito no abundan, todo es precario, desde el vínculo laboral hasta la prevención de accidentes de trabajo.

«Uno vive acá (por las caleras) y también muere acá». La frase es de Juan Ayala, pariente de los dos operarios fallecidos (José Mercerí, de 26 años, y Matías González, de 21 años), y uno de los que decidió acercarse a la Calera Serrano y colaborar con el rescate.

DIARIO DE CUYO caminó el lugar, habló con los trabajadores -muchos de otras caleras se acercaron-, tuvo la palabra del dueño de la empresa, Camilo Serrano (57). Todos, absolutamente todos, eran conscientes de que cualquier accidente adentro de ese horno -y tal vez de cualquiera- podía terminar en una fatalidad.

El horno de los Serrano es de 1,90 de ancho y casi 11 metros de alto. Los hornos, con el uso, empiezan a deteriorarse en sus paredes y deben «parcharse», que es, ni más ni menos, volver a calzarlos con piedra.

Para esa tarea fueron contratados Mercerí, González y Vargas. Al momento del derrumbe estaban a unos 7 metros. ¿Cómo se produjo? Lo que dijeron fuentes policiales y de Protección Civil de la provincia, es que en esa tarea movieron alguna roca y con ello cayeron las de arriba.

Si bien hay piedras chicas en su mayoría, también hay grandes y creen que una de alrededor de 1.200 kilos cayó sobre uno de los operarios. «Imposible que resista», contó un rescatista.

Hasta ahí el problema era mayúsculo: operarios en lo profundo, atrapados y con mucho peso sobre sus cuerpos. Para sacarlos por la parte superior del horno la tarea requería retirar una a una las rocas, pero se desprendían otras. «Como un tetris», graficó un jefe policial.

La tarea de rescate comenzó oficialmente a las 14:08 cuando llegaron tres policías -Mario Ruarte, Ana Font y Lucio Castro- de la comisaría de Los Berros. Luego se apostaron los bomberos de Rawson y otras fuerzas. Hasta las 19:10 intentaron por todos los medios rescatarlos por arriba, pero advirtieron que el riesgo era grande.

Luego se decidió entrar por un costado, donde se descarga la cal (tras quemarse la caliza en el horno) y romper las paredes hasta llegar a los cuerpos.

Fuente: www.diariodecuyo.com.ar

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