Rodrigo A. tiene 23 años y atraviesa un momento dramático de su vida: evoluciona favorablemente después de una cirugía que le repuso el brazo izquierdo, literalmente arrancado por una…
Rodrigo A. tiene 23 años y atraviesa un momento dramático de su vida: evoluciona favorablemente después de una cirugía que le repuso el brazo izquierdo, literalmente arrancado por una máquina trituradora de troncos en un aserradero de Santo Tomé (Corrientes), de donde llegó en avión sanitario para que un equipo de médicos rosarinos intentara por más de ocho horas la complejísima operación.
«Lo más difícil es tomar la decisión, asumir el riesgo de esa cirugía», coincidieron los traumatólogos Miguel Slulitel y Miguel Angel Capomassi, dos de los cuatro médicos que se atrevieron a realizar el reimplante, inédito en Rosario por la zona donde el miembro fue amputado, directamente a la altura del tronco. El joven cursa un proceso clave, pero hasta ahora no presenta signos de infección ni de rechazo y se mantiene lúcido, como desde un principio: consciente de que todos, incluido él, vienen haciendo lo mejor para salvar su vida y su brazo.
La cirugía estuvo a cargo del equipo del Instituto Jaime Slulitel, del Sanatorio de la Mujer. Además de Miguel Slulitel (jefe del cuerpo médico) y Capomassi, se sumaron al quirófano Andrés Glasberg y Martín Gardenal.
El paciente llegó el lunes a la noche después de aterrizar en Fisherton en un avión sanitario fletado desde Santo Tomé, donde médicos de esa localidad correntina ya le habían practicado una «toilette quirúrgica» y preparado el miembro amputado para el trayecto previo al reimplante (envuelto en nailon y rodeado de frío).
El accidente se había producido ese mediodía, mientras Rodrigo sostenía una madera que iba a ser triturada por una máquina. En una mala maniobra el guante se le enganchó y no pudo evitar que el brazo izquierdo avanzara hacia lo que él mismo advirtió que podría terminar no sólo con el miembro, sino con su vida.
El relato llegó a LaCapital por boca de Slulitel y Capomassi, pero a los médicos se los contó el propio chico. No dudó: en ese instante abismal y definitorio, Rodrigo peleó cuerpo a cuerpo con la máquina para evitar que lo succionara.
«O me arranca el brazo o me mata», contó Slulitel que, a su vez, les relató el joven, siempre consciente. Entonces tiró con todas sus fuerzas. Primero sintió la fractura del húmero y después él mismo pegó el tirón que terminó con el «arrancamiento».
«A la fuerza de la tracción se le sumó la inercia del movimiento de la máquina», graficó Capomassi. Y así fue como Rodrigo perdió el brazo, pero no la vida.
«En situaciones extremas, se logran cosas inhumanas», razonó Slulitel. Alguien, afortunadamente, logró detener el aparato y evitó que el miembro terminara triturado.
En emergencia. Una vez en Rosario los médicos evaluaron su cuadro y le practicaron, contrarreloj, todos los estudios prequirúrgicos. Pese a la celeridad, no pudieron evitar que transcurrieran más de las 8 horas aconsejables entre una amputación y un reimplante. Igual, la cirugía comenzó esa misma noche y terminó a la 6 de la madrugada siguiente.
«El primer intento consiste en conectar una arteria y una vena. Si cuando se sueltan al paciente no se le produce una intoxicación aguda, es decir, un cuadro de hipotensión o de falla renal, entonces se sutura y la cirugía sigue adelante», contó el jefe del equipo. Todo debe «quedar en su lugar»: el resto de las venas y arterias, músculos, nervios y ligamentos.
La evolución.Tras esa tremenda cirugía, el chico «evoluciona favorablemente», pero las próximas 24/48 horas seguirán siendo clave. De su ánimo los médicos sólo dijeron que es «increíble». Si todo sale bien, Rodrigo recuperará una «función motora básica, por ejemplo capacidad prensil, y sensibilidad protectiva», detalló Capomassi.
En estos casos se da un «reto enorme», no se cansaron de señalar los médicos, y sobre todo hace falta un «altísimo grado de responsabilidad» para evaluar si se practica o no la cirugía ante los múltiples riesgos que entraña, sobre todo por la proximidad del reimplante con el tronco.
Entre lo más difícil de asumir figura la posibilidad de que, después de todo, si aparecen serias complicaciones, haya que llegar a una amputación quirúrgica. Pero, hasta ahora, Rodrigo tiene todo a su favor.
El nene operado continúa estable
El nene de 3 años que perdió parte de su brazo en un accidente mientras circulaba en un carro y al que se le reimplantó el miembro en el Vilela ayer se mantenía estable y en terapia intensiva. El vicedirector del hospital, Gerardo De Vita, dijo que aún es prematuro para evaluar si la cirugía fue o no exitosa. Las próximas horas serán decisivas.