Es bailarín y sufrió la incapacidad del 15% en una mano. El accidente fue en la línea de caja del súper.
Un joven de 22 años, actor y bailarín, recurrió a la Justicia para demandar a un supermercado y a una embotelladora por daños y perjuicios, luego de sufrir heridas irreparables en un dedo tras explotarle espontáneamente en la mano una botella de cerveza en la línea de cajas del local. El hecho ocurrió a principios de 2004, y la indemnización que reclama alcanza los 44 mil pesos.
Amparado en la ley de defensa al consumidor, Cristian Bravo recurrió a los Tribunales provinciales la semana pasada patrocinado por dos profesionales. En la presentación realizada en el juzgado Civil y Comercial Nº8, a cargo de la jueza Liliana Georgetti, se imputa la responsabilidad del accidente al fabricante del producto (Cerveza Schneider) y a todos los componentes de la cadena de comercialización por los daños físicos, psíquicos y materiales que le impidieron al joven volver a desarrollar sus actividades con normalidad. El resarcimiento llega a los 44 mil pesos por todo concepto.
El muchacho recordó que el accidente ocurrió a las 20.30 del 5 de enero de 2004, apenas terminó de pagar por la compra que hizo en el supermercado Bom Bom (ahora se llama Halcón), de Casiano Casas y Blas Parera. «Aboné y me estalló la botella en la mano. Estábamos con un amigo y pensé que no era nada, pero cuando me ví tenía el dedo colgando y la pierna izquierda lastimada», recordó.
Tras el inesperado incidente, que se habría provocado por un exceso en la presión de gas del líquido, inmediatamente concurrió al Hospital Alberdi, donde le realizaron las primeras curaciones y lo derivaron al Sanatorio Rosendo García, de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), de donde sus padres eran afiliados. Allí se comprobó el corte del tendón del dedo meñique de la mano derecha. Lo operaron de urgencia, pero por la complejidad de la lesión no le pudieron reconstruir el tejido afectado.
Tras un año con yeso casi hasta el codo y de una rehabilitación sin los resultados esperados, las pericias médicas comprobaron una inmovilidad de más de 80 por ciento en el dedo meñique de Cristian, que quedó prácticamente cerrado. «Los médicos me dicen que si me vuelvo a operar solamente voy a recuperar el 14 por ciento de la movilidad», relató el joven.
«Yo soy coreógrafo y bailarín, tenía varios proyectos en carpeta y debí cancelarlos. Estuve más de una año rehabilitando. Trabajo con mi cuerpo y en varias audiencias me desaprobaron porque estéticamente no se acepta esta discapacidad, además de las limitaciones y perjuicios que me ocasiona al bailar con otra persona. Lamentablemente en esto te evalúan todo el cuerpo, y si le enganchas el vestido a tu compañera, inmediatamente quedás fuera de carrera en cualquier compañía», comentó Cristian, que gracias a la buena predisposición de una amiga hoy puede colaborar en el espectáculo musical de producción local Glamoreé.
Con varios testigos del hecho y luego de cumplir las medidas de aseguramiento de pruebas, los abogados Fernando Cejas y Cora Rollín cumplimentaron la demanda la semana pasada en el Tribunal Civil y Comercial Nº8. El principal argumento es que «el comercio y la marca que ponen el producto a la venta asumen los riesgos si este provoca un daño», comentaron los profesionales.