Estas quemaduras pueden ser letales, al igual que infecciones y deshidratación.
Además de las quemaduras visibles, las personas afectadas por la explosión de los tanques de la refinería Amuay pueden sufrir polifracturas, traumas psicológicos y destrucción de las vías respiratorias. Esto último es difícil de detectar y, sin embargo, puede ser letal.
El tratamiento contra las quemaduras es complicado y la cura es larga. La terapia a aplicar depende de muchas variables, por lo que requiere de la participación de un equipo multidisciplinario.
«Los afectados por una explosión suelen sufrir quemaduras de vías respiratorias. Estas quemaduras internas sólo son visibles con complejos equipos pero hay que considerar la posibilidad de que existan porque pueden ser letales», explica Jesús Pereira, presidente de la Sociedad de Cirugía Plástica.
En el caso de las quemaduras en la piel, existen varias opciones para tratarlas, según su gravedad y su profundidad.
Las quemaduras no sólo destruyen la piel, sino que implican riesgo de deshidratación y de infecciones. Por eso, el paciente siempre debe estar bajo observación y cuidados. «Es posible que durante uno o dos meses requiera de cuidados especiales por parte de un equipo multidisciplinario de médicos. También es necesario que reciban tratamiento psicológico porque estos pacientes suelen sufrir grandes traumas», comenta Pereira.
La piel sana evita la pérdida de líquido de los tejidos subyacentes. Cuando se quema, el cuerpo pierde mucho líquido a través de la piel. Esta deshidratación puede afectar la circulación y las funciones del corazón. En ocasiones, los pacientes deben recibir líquidos intravenosos para ayudar a las funciones circulatorias.
La razón por la que aumenta el riesgo de infecciones es porque, además de estar herida, la piel ya no actúa como escudo contra las bacterias. Por eso es tan importante vendar y limpiar el área afectada hasta que cicatrice.
La piel destruida se debe ir sustituyendo a medida que el tejido necrotizado cae. Para reemplazarla se puede recurrir a material sintético o a injertos con la propia piel del paciente tratada con un cultivo de queratinositos.
El injerto se puede realizar con piel del paciente de alguna zona no afectada. Esto es viable sólo si el paciente dispone, lógicamente, de un área con suficiente piel sana.
El injerto prende cuando logra formar nuevos vasos sanguíneos y tejidos en el área quemada. Como se trata de la piel del propio paciente, no suelen producirse rechazos al trasplante. pero sí puede fallar si existe alguna infección. Y siempre deja algún tipo de cicatriz tanto en las partes del cuerpo que donaron piel como en aquellas que recibieron el injerto. Sin embargo, los cirujanos plásticos recurren a diversas técnicas para intentar reducir estas marcas al mínimo posible.
A un paciente con quemaduras graves deben atenderlo médicos de diversas especialidades. Además del internista y el dermatólogo, necesita, entre otros, de un neumonólogo que pueda chequear el estado de sus vías respiratorias; de un cardiólogo, que vigile si su función circulatoria requiere de ayuda; un fisioterapeuta para ayudarlo a recuperar la movilidad de las articulaciones afectadas especialmente de las manos; un psicólogo para que pueda superar sus traumas emocionales y aceptar su nuevo aspecto físico, y un cirujano plástico capaz de reconstruir las facciones y de minimizar cicatrices.