El enemigo invisible

Los trabajadores que desmantelan los materiales peligrosos deben protegerse con filtros y trajes de buzo.
«La peor amenaza del amianto es la que no se ve. Sabes que las fibras están ahí, flotando, y que son muy peligrosas. Pero son tan pequeñas que es imposible verlas. Contra ellas, lo único que puedes hacer es contar con buenos equipos y concentrarte en seguir el plan establecido».

Fernando Llaca, ingeniero de 31 años, trabaja en Ferrolezama, una de las 84 empresas autorizadas en la región para manipular amianto. Su misión es acudir allí donde particulares, empresas o instituciones les piden ayuda para desmantelar el amianto contenido en aislantes de tuberías, cubiertas de uralita o cualquier otra de «las 3.000 aplicaciones distintas del amianto». Las herramientas que hacen seguro su trabajo son «cumplir a rajatabla el plan de actuación, que viene muy detallado en la normativa» – el Real Decreto 396/2006, de 31 de marzo -, y los trajes de buzo y filtros para mantener los pulmones a salvo.

Cualquier actuación comienza con una llamada. «Acuden a nosotros desde particulares que quieren hacer alguna obra y no saben qué hacer hasta empresas con grandes proyectos de reforma o derribo de edificios enteros», cuenta. «El procedimiento es siempre el mismo. Primero acudimos al lugar y vemos qué tipo de amianto hay y en qué cantidades. Luego hay que hacer un plan específico de desmantelamiento, que debe ser aprobado por la Dirección General de Trabajo de la Comunidad de Madrid».

Con la aprobación del plan llega el momento de ponerse en acción. «El amianto más peligroso es el friable, que suele estar en los recubrimientos aislantes de tuberías o calderas». De aspecto parecido a un ovillo deshilachado, el friable es el tipo de amianto que más fibras libera al ser manipulado. Para hacerle frente hay que confinar el lugar en el que se encuentra. Una vez aislado, para entrar o salir de él hay que «pasar por unas compuertas y, cada vez que se sale, descontaminarse duchándose vestido o con un proceso de aspiración con filtros absolutos».

La operación es más compleja cuando hay que aislar edificios enteros, como antiguas centrales térmicas o complejos industriales casi totalmente construidos con materiales con amianto. Entonces se impermeabiliza todo el edificio cubriéndolo de plásticos y se desmonta pieza a pieza. Más sencilla es «la retirada de planchas de uralita o fibrocemento, que se deben soltar de sus anclajes a mano y retirar en piezas enteras». «Mientras no se rompan o dañen, estas piezas son más seguras», explica Llaca.

Quienes realizan todas estas operaciones van equipados con filtros para respirar y trajes de buzo desechables para cubrirse el cuerpo. «En los casos especiales, el traje incluye un motor que crea presión positiva en la zona de la boca, para que no puedan aspirarse fibras. También cubrebotas y chalecos estancos», prosigue.

En todos los casos, el destino de los materiales es el mismo: «Se encapsulan térmicamente para evitar fugas y se trasladan a un almacén especializado en San Fernando de Henares». El amianto, prácticamente indestructible pero estable, no resulta peligroso si está almacenado en condiciones.

Fuente: www.elpais.com

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