La familia de una víctima de 25 años asegura que la empresa no se responsabilizó.
Familiares y amigos de Sebastián hacen marchas en Rafaela para pedir Justicia. | Gentileza Mario Liotta – Cedoc
Sebastián Batellini tenía 25 años y trabajaba en una fábrica de pólvora que explotó. | Cedoc
Marcha cortando la ruta nacional 34, que atraviesa Rafaela, frente a la puerta de la fábrica que también explotó en 2007 dejando 4 muertos. | Gentileza Mario Liotta
La causa por la muerte de Sebastián pasaría a ser por homicidio simple. | Gentileza Mario Liotta
Sebastián Batellini tenía 25 años y trabajaba en una fábrica de pólvora. Su vida terminó el 27 de diciembre a las 8:30, en una explosión que también se llevó la vida de Ricardo Perrialdo (49) y sacudió el pacífico fin de año de Rafaela, provincia de Santa Fe.
El incidente ocurrió en Foti Manufactura Argentina de Pólvora SA, ubicada en el kilómetro 224 de la ruta nacional 34, que desde 1935 fabrica elementos explosivos para usos civiles y militares. La explosión se escuchó a decenas de kilímetros y minutos después fue noticia en todos los medios del país.
Peirraldo murió en el acto. Sebastián fue derivado a un centro de alta complejidad para el tratamiento del quemado en Rosario. Tenía el 80% de su cuerpo calcinado y habían pasado 10 horas desde la explosión. Esa demora fue «decisiva» para terminar con su vida, según contaron miembros de su familia a Perfil.com.
La empresa no se hizo cargo del traslado de Sebastián, que se mantuvo vivo por 16 horas luego del accidente. «Sólo un funcionario municipal, Marcos Corach, nos ayudó haciendo llamadas y consiguiendo el traslado a un centro de tratamiento en Rosario», narró Juan a Perfil.com. El padre tuvo que salir de su trabajo como albañil en una construcción, a dos kilómetros de la fábrica, para atender su hijo herido de muerte y organizar su tratamiento y, luego, el sepelio.
“Desde comprar el cajón hasta el entierro, todo costó miles de pesos y nadie cubría nada. La mutual quería darme un cajón sin manija”, cuenta Juan. «En Rosario estuvo 3 horas conciente, me reconoció a mí, a su familia y a los amigos. Luego le indujeron un coma farmacológico y murió más tarde, cuando su cuerpo no le dio más. Luchó muchísimo, los dolores eran muy fuertes, tenía casi todo el cuero quemado”, completó.
Sebastián vivía con su abuela Rafaela, en una casa a dos cuadras del resto de su familia. Desde chico le hacía compañía a la viuda. Luego de la explosión, la empresa no hizo contacto ni con ella ni con el resto de la familia. Ellos debieron encargarse de los servicios de traslado, atención médica y sepelio, Juan ni siquiera tiene el certificado de defunción de su hijo, ya que los forenses a cargo no le entregaron la documentación adecuada.
Un destino circular. “El primer trabajo que tuvo Sebastián en la empresa fue limpiar los escombros y poner en condiciones el lugar de la fábrica donde hubo otra explosión, en 2007”, contó Roberto (16), uno de los cinco hermanos, que vive en el hogar de los Batellini, en el humilde barrio Guemes de Rafaela. Esa explosión fue el antecedente directo del incidente que terminó con su vida: murieron cuatro obreros de Foti Manufacturas y la causa todavía sigue abierta.
«Hacía cuatro años que trabajaba y recién hoy vimos los recibos de sueldo», contó su padre Juan (52). «Yo no puedo creer que haya ganado 779 pesos por quincena», agregó. Su madre, Estela, explicó que Sebastián «era muy callado, no le gustaba contar las cosas de la empresa», y sus hermanos aseguran que “hacía todo tipo de trabajos, lo que le mandaban”.
La familia todavía no se explica por qué, en el momento del accidente, Sebastián estaba trabajando en una zona sólo para especialistas, dado que la empresa nunca lo capacitó en ninguna tarea específica. «Vimos una enorme diferencia en cómo trataron al otro obrero muerto en comparación con nuestro hijo», comentaron.
Marchas diarias. Amigos de Sebastián impulsan en estos días una marcha cortando la ruta nacional 34, que atraviesa Rafaela, frente a la puerta de la empresa Foti, y reclaman por el esclarecimiento del caso. “Justicia para Sebastián” es la consigna con que cada noche un centenar de allegados a la víctima se encuentran en la puerta de Foti para exigir a la empresa que atienda a la familia de Sebastián y el caso se esclarezca.
Las demoras en la justicia son su principal preocupación. La explosión ocurrió tres días antes de la feria judicial, por lo cual la investigación, a cargo del juez en lo Penal Correccional Osvaldo Carlos, quedó congelada.
Carlos destacó al matutino local La Opinión que luego de la muerte de Sebastián, la causa «pasa a ser un homicidio culposo múltiple. Lo que se trata de averiguar es cómo, o debido a qué, se produjo la explosión. Las causas pueden obedecer a distintos motivos: una negligencia del personal, una impericia de los mismos, una falla en el funcionamiento de la maquinaria, o algún factor externo meteorológico».
“Quieren culpar a Sebastián de la explosión, pero él nunca recibió un curso de capacitación en ningún trabajo para la empresa, en los recibos de sueldo ni siquiera figura su categoría”, explicó su padre a Perfil.com, contrastando con las versiones periodísticas que la prensa local difundió en los primeros días. Por ahora la causa comienza a caminar sus primeros tramos y se espera que haya algunas certezas a fin de mes, cuando los trabajadores judiciales comiencen a mover la causa luego de sus vacaciones.
Mientras tanto, sus amigos y familiares aseguran que continuarán la lucha por esclarecer el caso y, sobre todo, transparentar la verdadera responsabilidad de la empresa, que con Sebastián ya carga seis muertos en sus últimas dos explosiones.
(*) Especial para Perfil.com