Una fortísima explosión en el departamento 16 “B” del edificio de San Luis 948, aparentemente a raíz de un escape de gas, causó pánico ayer al mediodía en buena parte del centro. Tan virulento fue el estallido que arrancó buena parte de un balcón, paredes de los departamentos “A” y “C”, todas las aberturas —ascensor incluido— de ese y otros dos pisos. En total sufrieron daños 22 unidades del edificio, que tiene 20 pisos, e incluso otro de enfrente. Increíblemente, sólo un hombre fue atendido por “cortes superficiales” y otras tres personas por “crisis de nervios”.
Los vecinos de la cuadra ayer no salían de su asombro. Primero por la explosión que hizo saltar a más de uno de la cama —y que se escuchó en un radio enorme— y luego por lo que se encontraron al salir a la calle y en sus propios balcones y terrazas: vidrios y más vidrios, aberturas metálicas completas, persianas, cortinas, macetas, hierros retorcidos, mampostería y hasta enseres domésticos. Un auto estacionado por San Luis terminó con el techo y el capó hundidos.
Un viento muy fuerte. “Primero se sintió como un viento muy fuerte y enseguida el estruendo de la explosión”, contó todavía aterrorizada Julia Zambruno, una chica de 17 años a la que despertó el estallido en su cuarto del 9º piso del departamento de enfrente.
La explosión había hecho literalmente desaparecer un balcón en el piso 16 y las paredes que separaban el departamento “B” del “A” y el “C”. En ese mismo piso no quedó en pie ni una puerta, como tampoco en el 15 y el 17. Los daños alcanzaron a 22 departamentos de la torre.
Por esas cosas de la vida (el fin de semana largo por Navidad, la partida de muchos estudiantes que habitan en el edificio por las vacaciones, la inactividad comercial del domingo) la caída de todos esos elementos a la calle no produjo víctimas de gravedad.
Algunos vecinos refirieron que dos chicos que pasaban por allí sufrieron algunos cortes, pero hasta la tarde Defensa Civil no había podido constatar ningún ingreso al Hospital ni al Sanatorio de Niños por esa causa. Y los médicos del Sies sólo tuvieron que atender a tres personas mayores con crisis nerviosas y a un hombre con cortes superficiales de vidrio.
Minutos después de la explosión arribaron a la cuadra —con tránsito cortado durante varias horas— una dotación de Bomberos Zapadores y agentes de la Guardia Urbana Municipal (GUM), Central de Operaciones de Emergencia, Defensa Civil, Obras Particulares, Brigada de Explosivos, Patrulla Urbana y la seccional 1ª. Personal de Litoral Gas y la EPE también se hizo presente para cortar el servicio.
El personal técnico de esas reparticiones comenzó un meticuloso peritaje en el piso. Las conclusiones preliminares aludían a una fuga o una alta concentración de gas que habría hecho explotar el calefón prendido. Lo cierto es que la onda expansiva arrasó con todo lo que encontró a su paso. Las pericias alcanzaron también a otros pisos y el total de departamentos afectados.
Pudo ser trágico. “Por lo que fue la explosión me imaginé lo peor —dijo Diego, el empleado de la empresa Seguridad y Resguardo que estaba de guardia en el edifico al momento del estallido—, pero gracias a Dios sólo hubo daños materiales”.
Esos daños fueron graficados por Fernando Guagliano, sargento de la Patrulla Urbana. “Los departamentos «A», «B» y «C» quedaron unidos como un monoambiente”, graficó. “Un gran loft”, aportó irónico un bombero.
Los titulares de Defensa Civil, Raúl Rainone y Guillermo Bernardello, no dejaban de agradecer que la explosión se haya producido un domingo. “Si era durante un día de semana, esto podría haber sido un desastre”, afirmaron.
Fuente: http://www.lacapital.com.ar/contenidos/2009/12/28/noticia_0057.html