Resulta increíble que en el siglo XXI la esclavitud laboral siga siendo motivo de preocupación. Y todavía más que en una reunión entre el Papa y una jefa de Estado sea uno de los temas abordados. Pero lo es. Lamentablemente. Sobre todo teniendo en cuenta que en enero se cumplieron 200 años de la abolición de la servidumbre en la Argentina. Parece mentira que aún existen quienes consideran a los trabajadores hombres y mujeres carentes de derechos. En esta misma lógica se inscriben los individuos que persisten con la trata de personas. Y, claro está, no es patrimonio de la Argentina, sino que es una triste realidad que se vive en casi todo el mundo.
La frase “trabajo esclavo” encierra una contradicción en sí misma. El trabajo dignifica y la esclavitud denigra. Salarios, descansos, cobertura de una obra social, aportes, vacaciones y condiciones adecuadas son beneficios insoslayables. Sin embargo, para algunos todavía son un privilegio. Utilizan una excusa vergonzosa, le ponen el rótulo de cultura y se escudan en ella. Una cultura a la que este gobierno decidió sacarle tarjeta roja, sabiendo que, como siempre, enfrentamos intereses. También en este tema. Ver más