El venteo en un surtidor de GNC espantó a los vecinos.
La esquina de Santa Fe y España vivió ayer un miniéxodo, al amanecer. En pleno centro, las trabajos obligatorios que se hicieron en una estación de servicios de gas natural comprimido (GNC) generaron un repentino desbande de los vecinos, aterrados al escuchar un ruido similar al de los aviones a reacción. La gente insultó a los responsables y empleados del surtidor, quienes no habían avisado de las tareas que, aparte del fuerte sonido, produjeron un no menos intenso olor.
Durante una hora y cuarto, aproximadamente, el improvisado público no dejó de salir de sus casas y departamentos, «así como estaba», relató una vecina. «Había mujeres en batón y yo estaba en pijama», añadió Carolina.
El caos fue tal que terminaron llegando los bomberos, Defensa Civil, la policía y la Guardia Urbana Muncipal.
«Unos agentes me dijeron que me fuera, me tranquilizaron de que no iba a haber ninguna explosión, pero me pidieron que me alejara», agregó la joven.
Hasta hubo que cortar el tránsito. En efecto, Carolina comentó que al volver a la esquina donde vive, cerca de las 8, «había personal municipal dirigiendo la circulación».
El ruido «se sintió de seis a siete, más o menos», remarcó Martha. «Parecía que estallaba todo», sumó Carolina verborrágica. Y se dedicó a detallar paso a paso lo que vivió dentro de su departamento. «Me levanté y descubrí que en la habitación había gas por todos lados, el olor era impresionante y se me ocurrió que al chico del quinto le estaba por explotar el calefón o algo así», relató. «Entonces, me asomé al balcón y vi a todo el barrio afuera».
En la calle, la gente pensaba que sobrevendría un estallido, o al menos lo imaginaba. Al mirar hacia el cielo, se pudo observar una «nube de gas que volaba y volaba», dijo.
Los vecinos iniciaron así una especie de éxodo. «La portera soltó la manguera y se piantó del edificio -de España 670-«, indicó Jorge antes de recordar que «la del primero bajó con el gato».
Mientras, en la estación de servicios no daban explicaciones. Hasta que un empleado reveló la situación, que no era más que un trabajo de rutina que consite en probar tubos y cañerías.
Es que da la sensación de que los habitantes de la zona viven sensibilizados. Ese surtidor ha originado que muy frecuentemente se formen extensas y molestas filas de coches que esperan su turno para cargar GNC. «Y, durante las noches en medio del silencio, el sonido estruendoso del retiro de las mangueras de los autos parece que te explota al lado», señaló Carolina.
Germán Woodman, responsable de la empresa Caefe, encargada de las tareas técnicas, dio los detalles del caso. «Bajo la supervisación de Litoral Gas realizamos dos pruebas conjuntas; la inspección periódica (cada cinco años) de los cilindros que forman la batería de depósito del gas y una prueba de las cañerías que van a los picos surtidores (cada 10 años)». Para esto, hubo que hacer una despresurización; ventear el gas hacia la atmósfera.
Fuente: www.lacapital.com.ar
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