Tras la muerte del pequeño Diego Novo, una coruñesa cuenta en Lavoz.es su experiencia como monitora de guarderías acuáticas.
No sé lo que pasó, y para contar esto, no lo necesito. Si nadie lo cuenta, yo lo contaré.
Soy monitora de piscina, pero a mi me obligan a ser monitora de guarderías acuáticas. Nada más peligroso, que eso.
Ha tenido que pasar esto para que sean conscientes de que los monitores de piscina trabajamos con la responsabilidad de vidas humanas, o «eso espero».
No son 4,5 o 6 vidas en cada clase. Pero eso de mí, no depende.Todo depende de la avaricia del centro donde trabajes.
No hay leyes sobre el ratio, sólo recomendaciones, 1/10 si no saben nadar. E incluso éstas van muy desencaminadas.
Tenemos que enseñar a nadar a los niños armándoles hasta los dientes de material auxiliar. Una forma pésima de enseñar a nadar. Mis jefes me dicen que con los niños (en mi caso 1/10) he de andar con 100 ojos, y se van en su Audi.
Yo me quedo intentando poner 100 ojos cuando entramos en la piscina, 100 ojos cuando cogen el material, 100 ojos mientras les ayudo a quitar el albornoz y zapatillas, 100 ojos mientras les ayudo a cada unos de ellos a ponerse el material, 200 ojos al hacer la clase sin que ninguno hunda al otro, o se mueva demasiado o se vaya, consolarle si llora… 100 ojos para salir del agua, 100 ojos para quitarles todo, 100 ojos para recoger, 100 ojos para ponerles a cada uno su albornoz y sus zapatillas, y devolverlos al vestuario. Y yo solo tengo dos y eso no lo puedo cambiar. No será entonces que con niños tan pequños y que no saben nadar, en la piscina debemos de ser por cada 4 niños, 4 ojos??????.
«Si tu supieras como era antaño» .Y así ellos siguen hinchando las listas de niños pequeños, y por uno más, o tres más no pasa nada.
La respuesta, cuando te llevas el primer susto y te quejas, de que así no se puede, que es muy peligroso, es «tranquila , todos tenemos sustos, y nunca ha pasado nada».
Las veces que me he sentido culpable, por un susto en el agua, durante cuatro años, se elevan muy por encima de las que llevo trabajando con niños en seco, durante mis 12 años de trabajo en la actividad física.
Bueno pues ya ha pasado, y la respuesta que ahora obtengo, es «los accidentes ocurren».
Ya no puedo más, ¡si se puede evitar, no es un accidente!.
Ni los sustos que me llevo yo, dando clase son sustos y ya está. Así es, y me indigna.
Me pregunto, si es la hora de colgar el hábito, como lo hacen casi todos, porque este trabajo no merece la pena. Así no.
No llegas a final de mes y la responsabilidad en este puesto de trabajo, ya es noticia.
No es que no seamos profesionales, es que a los de arriba no les interesa que lo seamos, porque no les sale a cuenta.
Pero a quien hemos de preguntarles si les sale a cuenta no es a ellos, si no a los padres.
Y a ellos vá:
Si nos dejaran ser profesionales, esto cambiaría.
Si nos dejaran ser profesionales la edad media de los trabajadores de una piscina no sería de 20 años.
Si nos dejaran ser profesionales, mi trabajo no sería, un trabajo «de paso».
Si nos dejaran ser profesionales, a mis casi 33 años, no seguiría valorando si, este trabajo merece la pena .
Si nos dejaran ser profesionales, podríamos acumular alguna vez la suficiente experiencia como para arreglar estos y otros «accidentes».
Si nos dejaran ser profesionales, las leyes nos apoyarían.
Si nos dejaran ser profesionales, no tendría que escuchar ¿y donde estaba el monitor?
Si nos dejaran ser profesionales ,podría seguir amando mi trabajo, sin sufrir por no llegar a final de mes.
Si nos dejaran ser profesionales, dejarían al socorrista «no hacer nada», en vez de mandarle tareas que no le pertenecen.
Si nos dejaran ser profesionales, habría mas socorristas, por si el que está tiene que ausentarse para atender un primer auxilio, o ir al baño.
Si nos dejaran ser profesionales, dejaría de escuchar, y el socorrista donde estaba?
Si nos dejaran ser profesionales, quizá Diego Novo hubiera muerto igual, pero de un accidente.
No pienso colgar el hábito, sin que esto se sepa.
No pienso colgar el hábito, sin que se reconozca nuestro trabajo.
No pienso colgar el hábito, sin que intentar que la muerte de Diego sirva para que nunca vuelva a suceder.
Y que no sirva para que nuestro trabajo sea menos valorado, menos reconocido y mal pagado.
Que no sirva que los niños dejen de ir a la piscina.
Que no sirva para que los padres tengáis miedo.
Que no sirva para que los monitores y socorristas del Liceo se sientan toda la vida culpables de una muerte que si hubieran puesto 100 ojos se hubiera podido evitar.
Que sea para que todos salgamos ganando en vidas y felicidad y no en Audis.
Una profesional coruñesa dolida, impotente.
Mi más sentido y profundo pésame a sus padres.
Arantxa Santesteban Teré, licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en A Coruña
Ex -vecina de Elviña 2º fase, y ex-trabajadora de monitora de patinaje en el Liceo la Paz.
Actualmente, socorrista y monitora de natación en Barcelona, entre otras cosas.
Con 12 años de experiencia en el campo de la a actividad física.