Las llamas, provocadas por una máquina de fuego frío, no pudieron controlarse hasta pasadas dos horas y media desde que arrancó el operativo formado por una decena de vehículos y una treintena de bomberos
El fuego que arrasó las discotecas Teatre y Fonda Milagros en la madrugada del pasado 1 de octubre fue cogiendo fuerza lentamente, pero se convirtió en una trampa mortal. El incendio, que terminó en una tragedia que costó la vida a trece personas, “tuvo que producirse mucho antes de ser detectado, por el estado de las llamas que se apreciaban y la velocidad con la que se propagó por toda la discoteca y establecimientos cercanos”, desvela un informe de 77 páginas del grupo de delitos contra las personas (UDEV) de la Policía Nacional.
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