Estuvo 20 minutos y entró en el libro Guinness. Se llama Antonio, es rosarino e hincha de Newell´s, y asegura que no es «pecho frío».
Un rosarino que se dedica a la construcción y a la reparación de hornos de panadería permaneció durante veinte minutos en un horno a una temperatura de 284 grados, por lo que batió así el récord mundial de Guinness.
El hombre se llama Antonio Acosta (foto gentileza La Capital de Rosario), de 58 años, padre de cuatro hijos y abuelo de otros cuatro, quien relató a la agencia DyN la proeza por la que pudo lograr «un sueño largamente acariciado».
«Permanecí durante veinte minutos en el horno rotativo de la panadería San Cayetano II, ubicada en Montevideo 6270, con una temperatura de 284 grados centígrados», dijo.
Acosta, del barrio rosarino de Belgrano, aseguró que logró completar «una marca única en el mundo», de acuerdo a una consulta realizada en Londres, Inglaterra, por un amigo del constructor.
Según dijo, el único antecedente registrado en la editorial Guinness, que publica todos los años una recopilación de récords mundiales, fue durante la Segunda Guerra Mundial, cuando un grupo de soldados vestidos con una ropa especial soportaron 260 grados calor dentro de un horno.
En este caso, Acosta permaneció en el horno «con ropa muy simple», según afirmó, «con una camiseta, un buzo y un pantalón de jogging».
Esta no es la primera vez que el rosarino hace este tipo de pruebas, ya que durante un tiempo se preparó para completar el récord marcado hoy. «Incluso puse un pollo congelado y salió cocido en unos 35 minutos registrándose una temperatura de 270 grados», contó, aunque esa vez no lo registró ante un escribano público, como sí lo hizo en esta ocasión.
Con la compañía de su esposa y junto a un médico, Acosta, fanático hincha del club Newell´s Old Boys, bromeó: «Creo que los centralistas, con este logro, tendrán que cambiar el calificativo de ‘pecho frío’, finalizó.
Rosario ya tiene su «hombre horno»
Un rosarino de 48 años pasó ayer veinte minutos adentro de un horno industrial bajo una temperatura de 284 grados y logró ingresar formalmente al libro Guinness de los récords. La hazaña fue certificada por un escribano público y se produjo sin contratiempos ni lesiones. Tras retirarse las mudas de ropa que lo protegieron del calor, Antonio Acosta – un reparador de hornos de panadería – afirmó haber cumplido «un sueño».
El desafío de Acosta se produjo ayer en la panadería San Cayetano (Montevideo 6270) y tras haber cumplido su meta pasó a convertirse en el «hombre horno», certificado por los Guinness.
Don Antonio hace más de 30 años que es reparador de equipos de alta temperatura. «Siempre tuve la inquietud y por mi oficio debo soportar mucho calor porque los hornos se arreglan en caliente», narró a La Capital.
Ayer sintió la confianza necesaria para desafiar sus propios límites y protegido con seis mudas de ropa (todos joggings de algodón), cuatro gorros de lana, un toallón en el rostro y guantes de cuero reforzado, ingresó al horno que en veinte minutos alcanzó los 284 grados centígrados.
Para constatar la veracidad de los sucedido y dar fe de esta «prueba de fuego», se hizo presente en el lugar el escribano Carlos Gascheto, mientras una cámara de Canal 5 filmó la proeza.
Así, y con los trámites ya iniciados ante el libro de las hazañas más descabelladas, Acosta pasó a convertirse en el «hombre horno». «No creo que tenga competidores, en el país debe haber unas diez personas que hagan este trabajo con mucha temperatura. El único antecedente que informó Guinness fue de unos soldados que en la Segunda Guerra Mundial toleraron 260 grados», remarcó el hombre.
Con la prueba superada y rodeado de sus cuatro hijos y nietos, Acosta atendió a La Capital en su casa de Deán Funes al 3900. «En una prueba anterior, entré con un pollo crudo y congelado en las manos, estuve 35 minutos y el pollo salió cocido», recordó para agregar otra perlita: «Ingresé al horno con una silla de madera y al poco tiempo se descoló todo el pegamento». Eso sí, pese a las bromas que le hicieron, este hombre de 48 años pareció no calentarse.