NADA hay más valioso que la vida. Por encima del trabajo. Por encima de todo. Pero, lamentablemente, millones de trabajadores arriesgan su salud y seguridad a diario en el desempeño de su labor. Y en muchas ocasiones pagando el precio más elevado, el precio que nunca debería pagarse: su propia vida. El convencimiento de que el trabajo no puede costarnos la vida es lo que nos ha llevado a los cuatro sindicatos mayoritarios de Asturias a convocar una manifestación, mañana, jueves, día 22, en Oviedo, contra la siniestralidad laboral y en defensa de la salud y seguridad de los trabajadores. Porque hay motivos más que justificados para reivindicarlo.
En los nueve primeros meses de 2007 habían perdido la vida en accidente laboral a 23 trabajadores en Asturias. En apenas ocho días, durante el mes de octubre, tuvimos que lamentar la muerte de cinco trabajadores más. Esta dramática escalada de la siniestralidad fue el detonante para decidir llevar a la calle nuestra repulsa e indignación por esta lacra del mercado laboral. Una preocupación que hemos trasladado en estos últimos días a la Delegación de Gobierno, los empresarios asturianos, al consejero de Industria y Empleo y a la Fiscalía.
Porque los datos producen escalofríos. Desde que entró en vigor la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, hace casi doce años, han perdido la vida cerca de 550 trabajadores y trabajadoras en Asturias. Y hablamos de personas. Y de familias que quedan destrozadas para siempre.
Desde enero de 1996 hasta el pasado 1 de octubre se habían registrado en Asturias 268.539 accidentes laborales. De ellos, 3.051 fueron graves. Más de tres mil personas que han quedado seriamente dañadas, muchas de forma irreversible.
El desafío es enorme si tenemos en cuenta que cada cinco minutos se produce un accidente de trabajo con baja en Asturias, una región en la que aumentó la siniestralidad laboral más de un 8% en los nueve primeros meses del año. Una situación que hay que abordar y atajar entre todos y cuanto antes, aunque es evidente que unos, los empresarios, que están obligados por la ley a garantizar la salud y seguridad de sus trabajadores, tienen más responsabilidad que otros, los trabajadores, que son quienes sufren los accidentes.
Desde hace muchos años, la defensa de la salud y la seguridad de los trabajadores y trabajadoras asturianos y la lucha contra la siniestralidad laboral se han convertido en una prioridad de nuestra acción sindical. Porque es nuestra vida la que está en juego, la que corre peligro.
La presión y las movilizaciones sostenidas que venimos llevando a cabo en los últimos años han conseguido no sólo concienciar a los trabajadores y a la sociedad en general de la importancia de garantizar nuestra salud y seguridad, sino que han logrado enormes avances legislativos, tanto en el conjunto del país como en nuestra comunidad autónoma. Pero, desgraciadamente, no hemos logrado desterrar la siniestralidad laboral. Por eso, tenemos que seguir reivindicando nuestro derecho a trabajar en un contexto laboral sano y seguro.
Uno de los grandes avances logrados en Asturias en la lucha contra la siniestralidad laboral ha sido la creación de la figura de los delegados territoriales de prevención, un logro en el que hemos sido pioneros. De hecho, la Estrategia Española de Salud y Seguridad para el periodo 2007-2012 recoge la extensión de esta figura a escala nacional.
Los delegados de prevención ya trabajan en Asturias en el sector de la construcción, llevando a cabo una tarea de suma importancia en la lucha contra la siniestralidad en uno de los sectores que más la padece. Pero su presencia tiene que ampliarse a otros sectores productivos, como el metal, en el que los accidentes laborales se han disparado en los últimos años, poniendo de relieve que la prevención de los riesgos en el trabajo sigue siendo una asignatura pendiente para muchos empresarios.
Entre las principales reivindicaciones sindicales en la lucha contra la siniestralidad laboral están la creación de una Fiscalía específica y exclusiva, que persiga los incumplimientos legislativos que puedan incurrir en delito; el reforzamiento de la Inspección de Trabajo, que debe ser más contundente en sus actuaciones, y la integración de la prevención en la estructura de las empresas.
Pero no sólo eso. Además de leyes avanzadas, formación constante, políticas preventivas eficaces y capacidad sancionadora para quienes incumplan la normativa y pongan en peligro la seguridad de los trabajadores, es absolutamente imprescindible mejorar las condiciones de trabajo. La precariedad a la que muchos trabajadores se ven abocados está detrás de la inmensa mayoría de los accidentes laborales.
Por eso, resulta intolerable que mientras la economía mejora, mientras los beneficios empresariales aumentan sin límite, los trabajadores, que son principales actores en el escenario que lo hace posible, se dejan la salud y la vida en el desempeño de su labor. Y tenemos derecho a un empleo seguro. No queremos ni una muerte más en el trabajo.