Tokyo Electric Power está en el centro de la atención por el potencial desastre radioactivo. Un historial marcado por la falsificación de registros de seguridad hace temer lo peor.
Los miles de japoneses que fueron evacuados de las inmediaciones de la planta de Fukushima tienen la imagen del temor grabada en sus caras. Los recuerdos de los escándalos protagonizados por los directivos de la empresa TEPCO llevaron al extremo la preocupación de que la gravedad de la fuga sea mayor.
La explosión se produjo mientras TEPCO trabajaba desesperadamente para reducir la presión en el núcleo del reactor, de 40 años de antigüedad, que se ubica a 240 kilómetros al norte de Tokio.
En 2002, el presidente de la empresa -la mayor de energía del país- fue obligado a renunciar junto con otros cuatro importantes ejecutivos tras asumir la responsabilidad por adulterar los registros de seguridad de la planta, informó Reuters.
La compañía fue sospechosa de 29 casos que involucraban documentos falsificados de reparación en reactores. Y tuvo que paralizar las operaciones en cinco reactores, incluyendo los dos dañados en el último temblor, para inspecciones de seguridad.
Pocos años después se vio en problemas por irregularidades similares. A finales de 2006, el gobierno ordenó revisar información después de que hallara modificaciones de temperaturas de líquido refrigerante en su planta de Fukushima, en 1985 y en 1988. Los datos falsos fueron utilizados en inspecciones obligatorias, que se completaron en octubre de 2005.
En las redes sociales, principal medio de comunicación en el asolado país, se suceden los comentarios de desconfianza sobre lo que está ocurriendo. «No me fío de TEPCO», dijo un usuario de Mixi, apodado «Tanuki Atsushi». Otro escribió: «No deberían parar de trabajar para limitar los daños a la gente aunque no vaya a ser un accidente tan grande como el de Chernóbil».