Una revalorización del recurso humano ha incidido en la asignación de un mayor presupuesto para prevención y en un cambio hacia una nueva cultura de la seguridad.
AUN está fresco en la memoria el incidente de los 33 trabajadores de la mina San José que quedaron atrapados a 600 metros bajo tierra, un ejemplo dramático de accidente laboral. Como ése, cada año se producen cientos de casos menos mediáticos, pero que a veces llegan a significar el cierre definitivo de una empresa o terminan en graves denuncias públicas, con graves consecuencias para una firma.
Por eso, en Chile hay una creciente conciencia que está llevando a las organizaciones a invertir más recursos en prevención y fortalecimiento de las medidas de control y seguridad. Lo hacen porque, aparte de la salud de sus trabajadores, está en juego la productividad y fortaleza del negocio.
El presidente de la Sofofa, Andrés Concha, hace hincapié en la importancia que tiene la reducción de los accidentes laborales. «Tienen un alto costo para el trabajador y su familia, al igual que para la empresa y los organismos mutuales. De ahí que el interés por evitarlos nos concierne a todos. Cualquier incidente nos obliga a paralizar las faenas e informar a los organismos fiscalizadores para que inicien la investigación correspondiente», señala.
De hecho, la inversión en prevención en las empresas chilenas ha crecido en forma sostenida y «hay un buen número de empresas en donde la seguridad se ha convertido en el valor intransable, en el corazón de su ADN, porque por las características de su negocio necesitan de ella para subsistir», señala Felipe Thomas, socio director de la consultora en marketing interno Engage.
Esta consultora, por ejemplo, realiza intervenciones que apuntan a una transformación de la cultura corporativa, reforzando la seguridad como un valor o conducta esperada desde el marketing y las comunicaciones, involucrando a toda la organización desde cuatro dimensiones: líderes (que, con un rol claro, son guía y ejemplo), comunicaciones (simplificar reglas de seguridad para hacerlas identificables y recordables), reconocimiento (reforzar e incentivar conductas esperadas en el día a día) y experiencia (intervenir acciones y procesos de recursos humanos para que la seguridad se viva en lo cotidiano).
«La novedad es que actualmente algunas compañías están entendiendo que el valor de la seguridad debe vivirse en toda la organización y no sólo en los procesos más críticos, a través de los procedimientos, reglas y estándares definidos», agrega Thomas.
Pymes, aún atrasadas
Esta tendencia tiene que ver con una sistemática revalorización del recurso humano. Pero la preocupación por la seguridad laboral no sólo es una obligación moral y una responsabilidad social fundamental: también fortalece la eficiencia a través de un clima organizacional óptimo y una cultura de hacer las cosas bien.
«La prevención va en directo beneficio de la calidad de vida del trabajador», dice Cristóbal Prado, gerente general de la Asociación Chilena de Seguridad. «La implementación de programas de seguridad genera mayor fidelidad del trabajador a la empresa misma, lo que directamente beneficia la eficiencia y la productividad. Cuando hay un accidente al interior de una compañía, la moral del equipo de trabajo se ve afectada y la productividad cae», agrega el ejecutivo.
No obstante, existen distintas realidades. Andrés Concha cuenta que entre las pymes, especialmente aquellas de menos de 25 trabajadores, la tasa de accidentabilidad laboral es mayor. «Pensamos que en este segmento la legislación debería considerar la creación de la figura del delegado de prevención, permitir la tercerización de servicios de prevención, fortalecer la labor de la mutual del Estado y estructurar una buena campaña publicitaria destinada a formar conciencia en la población sobre la importancia de la prevención», sostiene.
Julio Franzani, gerente de Seguridad y Salud Ocupacional y Medioambiente de la Mutual de Seguridad CCHC, añade que las empresas más básicas ven el tema desde una posición pasiva e identifican los accidentes como «actos de Dios», y para otras, la seguridad laboral sólo es el cumplimiento de un tema legal y normativo. «Por eso, estamos trabajando en lograr mayor homogeneidad, principalmente entre empresas de la misma industria, pero diferente tamaño».
Franzani, con todo, hace la salvedad de que si bien las inversiones y la asignación de recursos para el tema es importante, «en temas de seguridad y salud laboral lo más importante es el compromiso que adquiere la primera línea de una empresa con ellas».
Receta y resultado
Aunque no hay una sola receta, dado que cada empresa tiene su propia problemática, hay una serie de acciones comunes que permiten prevenir para no tener que lamentar:
- Identificar los principales riesgos a los que están expuestos los trabajadores en los diferentes procesos.
- Diseñar un plan de mitigación que incorpore la aplicación de herramientas preventivas, capacitación, materias psicosociales y otros, idealmente al alero de un Sistema de Gestión.
- Implementar dicho plan y monitorearlo constantemente.
- Aumentar los montos de inversión en prevención, fundamentalmente para elevar el número de expertos en la materia.
- De ello se desprenderán importantes beneficios:
- Mayor orden y control sobre procesos claves del negocio.
- Aumento de la eficiencia operacional.
- Aumento de la calidad de vida de los trabajadores.
- Disminución de la rotación.
- Disminución de re-procesos y desperdicios.
- Mayor sustentabilidad para una empresa.
por Jorge English G.