A 20 años de Chernobyl, la peor tragedia nuclear de la historia

Unas 200 mil personas murieron y 2 millones sufren aún hoy las consecuencias. La central esparció hasta 200 toneladas de material radioactivo equivalente a entre 100 y 500 bombas atómicas como la de Hiroshima. Una catástrofe que sigue provocando miedos e intrigas.

(EFE).- Ucrania conmemora el 20 aniversario de la catástrofe en la central nuclear de Chernóbyl, la mayor de la historia de la energía atómica, cuyo legado de muerte y radiación aún amenaza la vida de millones de personas.

Ucrania rendirá tributo a las miles de víctimas que perdieron la vida tras la cadena de explosiones ocurridas en el reactor número cuatro a las 01:24 del 26 de abril de 1986.

La central, cuya avería fue provocada por una conjunción de errores humanos, técnicos y de construcción, esparció hasta 200 toneladas de material fusible con una radiactividad equivalente a entre 100 y 500 bombas atómicas como la de Hiroshima.

Más de 600.000 «liquidadores» – bomberos, soldados, funcionarios y voluntarios soviéticos – combatieron durante semanas contra la radiación en condiciones «paupérrimas» – sin trajes ignífugos ni cascos – lo que a la postre les supondría a muchos la muerte o la invalidez de por vida.

«En Ucrania, en esa época del año ya hace bastante calor, por lo que fuimos a apagar el fuego en mangas de camisa», declaró a EFE Víctor Birkún, de 56 años, bombero que descansaba en un barracón a 150 metros de la planta cuando ocurrió el accidente.

En víspera del aniversario, Yúschenko hizo un encendido llamamiento en favor de celebrar una nueva conferencia de donantes, ya que «las secuelas de esa avería nuclear superan la capacidad de un sólo país».

La respuesta de la comunidad internacional no se hizo esperar y el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) anunció hoy haber reunido el dinero necesario para construir un segundo sarcófago sobre el averiado reactor número cuatro.

El director del Departamento de Seguridad Nuclear del BERD, Vince Novak, agregó que «los países donantes están dispuestos a incrementar la financiación en la medida de lo necesario. Lo esencial es gestionarlo de manera racional».

Novak, que se manifestó hace unos días «decepcionado» por no haber podido comenzar las obras de construcción coincidiendo con el 20 aniversario, anunció que el banco asignará este año 263 millones de euros a las obras de construcción del nuevo sarcófago, que comenzarán este verano.

Yúschenko, que cifró en 1.900 millones de dólares el coste de las obras, mantiene que el nuevo sarcófago para el accidentado reactor número cuatro debe estar construido antes de 2010 por cuestiones de seguridad.

El nuevo sarcófago, que cubriría al actual de acero y hormigón, que ya presenta grietas y fugas radiactivas, tendría una longitud de 257 metros, una anchura de 150 y una altura de 108 metros.

Yúschenko reconoció recientemente que Ucrania podría adjudicar en las próximas semanas el proyecto del sarcófago a una compañía francesa.

Las autoridades ucranianas advierten que las unidades una, dos y tres de la central, clausurada en diciembre del año 2000, aún contienen combustible nuclear, con lo que el peligro de radiación está muy presente.

Kíev demanda el cumplimiento de «Memorando de Ottawa», el acuerdo alcanzado por Ucrania en diciembre de 1995 con el Grupo de los Siete países más industrializados (G-7) sobre ayudas al país a cambio del cierre de la planta.

El acuerdo preveía inversiones a fondo perdido y créditos por valor de 2.300 millones de dólares para compensar el cierre de Chernóbil con la construcción de dos nuevos reactores en las centrales nucleares de Jmelnitskaya y Rivno.

En Ucrania, más de 2.300 localidades sufrieron los efectos de la contaminación radiactiva, que obligó a evacuar del territorio afectado a 164.000 habitantes y a establecer una zona de exclusión en un radio de 30 kilómetros alrededor de la planta.

El viceprimer ministro Stanislav Stashevski informó estos días de que en Ucrania la radiactividad afectó, en uno u otro grado, a 2,6 millones de habitantes, incluidos 600.000 niños.

Según la Unión «Chernóbil» de Rusia, cerca de 100.000 «liquidadores» soviéticos han muerto en los últimos 20 años tras entrar en contacto con la radiación.

Unos 2 millones de personas, entre ellos medio millón de niños, sufren las secuelas de la radiación en la vecina Rusia.

Mientras, en Bielorrusia, un 23 por ciento del territorio fue contaminado por la lluvia radiactiva y más de un 1,7 millones de personas (360.000 niños), cerca del 20 por ciento de la población, aún sufre las consecuencias de la radiación.

Fuente: www.infobae.com

Lo acusan de realizar 400 llamados en broma al 911 en La Plata

El departamento de un joven de 29 años fue allanado por la sospecha de que desde ahí se realizaron cuatro centenares de llamadas â??truchasâ?? al número de emergencias. Se cree que se habían hecho desde un celular.

La Policía Bonaerense allanó una casa sospechada de ser el lugar desde el cual se habrían realizado falsos llamados al número de emergencias 911 del Ministerio de Seguridad provincial.

Personal de la policía efectuó el operativo en una vivienda de la localidad de City Bell, partido de La Plata, en el marco de una investigación sobre al menos cuatro centenares de comunicaciones realizadas por un bromista a ese número, informó la agencia DyN.

Las fuentes dijeron que se sospecha que podría haber varias personas involucradas en la realización de esas llamadas «truchas» al 911.

El principal sospechoso es un joven de 29 años que, según su vecinos, se lo ve seguido paseando en un skate. Las llamadas habrían sido hechas desde un celular, informó el diario Hoy.

Fuente: www.infobae.com

Mobbing: admiten la vía del amparo para reclamos

Un fallo habilitó el recurso de una trabajadora que alegó ser víctima de acoso psicológico y reclamó ante los tribunales para que cesen las supuestas actitudes de maltrato.

La Justicia escribió un nuevo capítulo en materia de mobbing o acoso laboral. La figura carece de regulación legal y la jurisprudencia construye su alcance legal â??caso por casoâ??.

Esta vez, en un fallo dictado el 11 del corriente mes, la cámara laboral de Neuquén admitió la vía del amparo en el reclamo de una trabajadora que alegó ser víctima de mobbing e interpuso una medida cautelar para que cesen las supuestas actitudes de maltrato de sus empleadores.

La medida es inédita. Antes del caso â??Barrionuevo c/provincia del Neuquénâ??, la Justicia venía admitiendo el mobbing como causal de despido indirecto, como acto discriminatorio o como enfermedad profesional, es decir, todas situaciones que se daban con posterioridad a la desvinculación laboral y más bien buscaban agravar las indemnizaciones por despido.

Precedente
En cambio, a partir del caso â??Barrionuevoâ??, un trabajador que sufra una situación de acoso en el trabajo puede presentarse ante un magistrado con el objeto de que éste ordene que cese dicha situación de maltrato.

En el fallo â??Barrionuevoâ??, el tribunal neuquino no se expidió sobre el fondo de la cuestión: si la trabajadora efectivamente sufrió o no mobbing, sólo admitió que el amparo era una vía legítima para reclamar el cese de conductas arbitrarias e ilegítimas, producto del acoso laboral.
Así, el tribunal remitió el expediente al juez de primera instancia para que sea éste quien dé curso a la acción y resuelva sobre la medida cautelar solicitada por la trabajadora.

Caso
Según relató a Infobae uno de los abogados que lleva la causa, Leopoldo Denaday, la psicóloga Claudia Barrionuevo inició en el 2004 una demanda contra su empleador, el hospital de Junín de los Andes, para terminar con determinadas situaciones de maltrato â??psicológicoâ?? que -según la trabajadora- tenían por objetivo obligarla a renunciar.

Denaday reseñó algunas de esas conductas: cambio del lugar físico de trabajo; recorte de tareas, responsabilidades y colaboradores; secuestro de las fichas de pacientes; imposición de sumarios administrativos que, según la empleada, no tenían asidero, entre otras.
El juez de primera instancia rechazó la cautelar solicitada por la trabajadora y el caso llegó a la Cámara de Apelaciones, quien falló a favor de la misma.

Sobre la base de este fallo, será ahora el juez de primera instancia quien determine si otorga o no a Barrionuevo la cautelar y ordena al empleador que termine con el supuesto acoso.

Según Denaday, el impacto de la resolución es que â??permite que un trabajador que desea mantener su puesto acuda a la Justicia mediante una vía rápida, como es el amparo, y no se vea obligado a renunciarâ??.

Una figura moldeada por la jurisprudencia
En un escenario marcado por la incertidumbre en materia laboral, los empresarios están atentos a otro frente de batalla.
Por el vacío legal y la vaguedad del término, los tribunales están admitiendo el mobbing o acoso moral en el trabajo ya sea como causal de despido indirecto, como acto discriminatorio y hasta como un riesgo laboral.

De la mano de recientes fallos de la Justicia, el mobbing o acoso moral en el trabajo amenaza con convertirse en una nueva fuente de demandas laborales.

Imprecisiones y vacíos preocuantes
Desde los estudios jurídicos señalan que las empresas deberán estar atentas al derrotero judicial de la figura, que no está regulada legalmente y fue moldeada por la jurisprudencia laboral.

Al vacío legal se le suma la imprecisión del término mobbing. Los especialistas lo definen como una forma de violencia psicológica en el lugar de trabajo. Su resultado es un ambiente de trabajo hostil que, en algunos casos, puede hacer imposible la prosecución de la relación laboral.

Dentro de ese marco conceptual, la figura incluiría desde el acoso moral, psicológico o sexual, las injurias y malos tratos hasta la discriminación.
El abanico de resquicios legales que tiene la figura permitió que la Justicia admitiera el mobbing como causal de despido indirecto. Así se expidió en los casos â??Lambirâ?? y â??Dufeyâ??.

En tanto, en diciembre último, la Sala VI de la cámara laboral condenó a una empresa a indemnizar a una trabajadora que sufrió acoso moral en una relación laboral y demandó a su empleador por daños y perjuicios.

El último fallo conocido corresponde a la cámara laboral de Córdoba. En el caso â??Correaâ?? vio la luz una nueva interpretación del mobbing: como generador de una enfermedad laboral indemnizable por la Ley de Riesgos.

EL ANÃ?LISIS DE LUIS DISCENZA

Urge precisar el alcance legal del acoso moral
El acoso moral no tiene regulación legal en la Argentina. Los jueces suplen con sus sentencias tal carencia, resolviendo los planteos fundados en mobbing en trámite ante sus estrados.

En tal sentido, el Superior Tribunal de Justicia de Río Negro ha resuelto que es legítima la situación de despido indirecto de una trabajadora con fundamento en â??acoso moralâ?? (â??Dufey, Rosario c./Entretenimientos Patagonia S.A.â??). En tanto, la Cámara VI del Trabajo de Mendoza (en el fallo â??Correa Cerpa, Patricia c./Aguas Danone de Argentina S.A. s/enfermedad accidenteâ??), consideró al acoso moral como sustento de la enfermedad accidente denunciada por la reclamante.

Siguiendo esta evolución, la Sala I de la Cámara Civil, Comercial, Minería y Laboral de Neuquén hizo lugar a una acción de amparo promovida por una trabajadora, en reclamo del cese de conductas arbitrarias e ilegítimas consideradas actuales por el tribunal, producto del acoso moral.

No podemos dejar de ver con preocupación los antecedentes jurisprudenciales mencionados. El acoso moral es el fundamento de reclamos que van desde indemnizaciones por despido a una reparación por enfermedad accidente o un amparo.

Estas circunstancias, jurídicamente disímiles en su esencia, recomiendan el pronto dictado de una norma regulatoria en tal sentido, con el objeto de precisar en primer término el alcance del acoso moral y, posteriormente, reglamentar una vía de reclamo que evite la disparidad de planteos que comentamos.

Luis Discenza es socio del Estudio Adrogué, Marques, Zabala & Asociados

María Bourdin
mbourdin@infobae.com
© Infobae Profesional

Fuente: www.infobaeprofesional.com

Prenden fuego las cortinas de un aula para evitar un examen

Los estudiantes, dos mujeres y un hombre, fueron demorados por la Policía tras generar un principio de incendio en una escuela secundaria de Villa Crespo.

Tres estudiantes, dos mujeres y un hombre, de un colegio secundario de la Capital Federal prendieron fuego las cortinas de su aula para generar un incendio y, de esta forma, evitar ser sometidos a un examen.

Según informaron fuentes policiales, el insólito hecho ocurrió en la Escuela Santa María de los Buenos Aires, ubicada en la calle Padilla 1045, en el barrio porteño de Villa Crespo.

El fuego fue generado por tres alumnos, dos mujeres de 15 y 16 años y un varón de 15, quienes fueron demorados por personal policial de la comisaría 27, que intervino en el caso.

También fue necesaria la convocatoria de una dotación de bomberos de la Policía Federal, que logró apagar el principio de incendio que se había registrado en el aula número 102, del establecimiento.

Fuente: Diario Clarin

Ya es ley la norma que impide al empleador reubicar a un trabajador

La nueva norma permite a trabajadores reclamar que se retorne a la situación laboral anterior o una indemnización por despido. La modificación altera facultades del empleador.

Ley 26.088

Se publicó hoy en el Boletín Oficial la reforma del artículo 66 de la Ley de Contrato de Trabajo, que permite a los trabajadores exigir judicialmente regresar a las condiciones de trabajo alteradas unilateralmente por el empleador.

La modificación entrará en vigencia en mayo próximo luego de que el Congreso sancionara la ley 26.088, que habilita a los trabajadores a reclamar que se retorne a la situación anterior, cuando se produzca una alteración de las condiciones de trabajo.

Ley 26.088
El nuevo artículo establece que el empleador puede realizar cambios relativos a la forma y modalidades de la prestación de trabajo, siempre y cuando los mismos no importen:

– Un ejercicio irrazonable de esa facultad.
– No alteren las modalidades esenciales del contrato.
– No causen perjuicio material ni moral al trabajador.

En caso de que se produzca una alteración en las condiciones de trabajo, vedando las medidas dispuestas por el nuevo artículo, el trabajador tiene dos opciones:

– Considerarse despedido sin causa y reclamar la indemnización correspondiente o;
– Solicitar judicialmente permanecer en su puesto de trabajo, en cuyo caso la empresa debe mantenerlo en las condiciones pactadas originalmente hasta tanto recaiga sentencia definitiva.

En el último supuesto, el reclamo judicial tramitará por la vía del juicio sumarísimo (que estipula plazos mucho más breves que un juicio común), debiendo el empleador mantener el statu quo del trabajador, hasta tanto no se dicte sentencia.

Críticas del sector empresarial
La polémica reforma recibió un duro cuestionamiento por parte del sector empresarial, quienes sostuvieron que la misma es arbitraria, restringe las facultades de organización y gestión empresariales, y va en contra de las necesidades de la empresa.

La ley avanza sobre las facultades del empleador, quien es el único que puede organizar económica y técnicamente la empresa y disponer en su caso los cambios que sean necesarios para la consecución del fin empresario.

La nueva norma preocupa a los empresarios, ya que podrían aumentar los juicios contra las compañías.

Por eso los empresarios reclamaron que se modifique la legislación para que la acción judicial entablada por el trabajador no origine el efecto de suspender los cambios en las condiciones de trabajo introducidos por el empleador que, como tales, generaron el conflicto.

Así, los empresarios sostienen que la demanda judicial funcionará como una suerte de amparo que le impedirá al empleador innovar, es decir, tomar decisiones que involucran cuestiones de organización y dirección de la compañía.

Finalidad de la norma
El abogado de la CGT Héctor Recalde, que preside la comisión de Legislación Laboral y defendió el proyecto en el recinto, aseguró que la intención de la iniciativa «es preservar sobre todo el puesto de trabajo.

Leer más: Empresas solicitan que se vete ley que imposibilita reubicar personal

Verónica Morelli
vmorelli@infobae.com

Fuente: www.infobaeprofesional.com

Hubo un incendio en el supermercado Coto de Constitución

El fuego comenzó anoche pasadas las 23 en el local ubicado en Brasil y Perú. Intervinieron bomberos de la Policía Federal y voluntarios de La Boca. Un efectivo sufrió un principio de asfixia.

Un incendio de regulares proporciones se desató en las últimas horas de anoche en el supermercado Coto ubicado en Brasil y Perú, en el barrio porteño de Constitución.

El fuego se inició pasadas las 23 y afectó el salón de ventas, el depósito y algunas oficinas. Según informaron, el fuego fue sofocado por bomberos de la Policía Federal y los bomberos voluntarios de La Boca.

Uno de los efectivos que combatió las llamas tuvo que ser derivado a un centro asistencial, debido a que padeció principio de asfixia.

(Fuente: Télam)

Fuente: Diario La Capital

Chernobyl: fantasmas de una catástrofe

Pese a que está prohibido habitar los lugares más afectados por la radiación, algunas personas regresaron a sus antiguas casas, donde viven de forma casi fantasmal; sus historias.


Motria Trojimivna Foto: Lurdes R. Basoli


María ShilanMar Foto: Lurdes R. Basoli


Mikhail Arsentievich regresó a su casa, en la zona de exclusión, saltando los controles militares Foto: Lurdes R. Basoli

CHERNOBYL. Chernobyl también tiene fantasmas. De carne y hueso. Son unas cuantas docenas, tal vez superen los 300. Nadie sabe la cifra porque nadie se acuerda de ellos. Sobreviven en la zona prohibida, el área de exclusión de 30 kilómetros en torno a la central nuclear donde la contaminación radiactiva supera hasta 40 veces, y más, el máximo permitido por la Agencia Internacional de la Energía Atómica (organismo perteneciente a la ONU). En Ucrania los llaman los ilegales. También los pueblerinos eternos. La gente que nunca muere.

Mikhail Arsentievich es uno de ellos. Se mueve sobre la nieve con la paciencia de sus 80 años. Ya a la distancia, fija su mirada en los ojos del intruso. Y sonríe con sorpresa para enseñar el único diente que le queda. «¿No tiene miedo a la radiación?», le pregunto. «Jamás. Nunca en estos 20 años», contesta.

Madrugada, sábado 26 de abril de 1986, 1.26 am. Explosiones en cadena en el cuarto reactor de la central de Chernobyl. Un experimento, que simula el corte en el suministro eléctrico, provoca el mayor accidente nuclear de la historia. Error humano: los operadores violan hasta seis normativas de seguridad. El agua de refrigeración comienza a hervir desde su base, se evapora y estalla el hidrógeno acumulado dentro del núcleo. Vuela la tapa del reactor, que pesa mil toneladas. El núcleo arde al rojo vivo. La temperatura alcanza 2500 grados. Veintiocho bomberos evitan la extensión del incendio a toda la central. La mayoría lo pagará con sus vidas. Seis de ellos, los primeros que murieron, hoy son héroes nacionales de Ucrania. Otros 24 trabajadores fallecen durante las primeras horas. Poco después se registran niveles elevados de radiación en Polonia, Alemania y Austria. El 30 de abril, en Suiza e Italia. El 1° de mayo, en Francia y Gran Bretaña. El 2 de mayo, en Japón. Y el 5 de mayo, en Estados Unidos. El mundo tiembla.

Mikhail sólo ha vivido lejos de los bosques de Chernobyl en dos ocasiones. La primera, durante la II Guerra Mundial: «Los nazis me llevaron a Alemania. Estuve tres años trabajando, a la fuerza, para ellos. Me escapé y volví a casa, caminando».

Cuarenta años después, Mikhail huyó de nuevo. En esta ocasión no se trataba de trabajos forzados. Simplemente no era feliz en el lugar a donde fue evacuado por el gobierno soviético. Y regresó a la zona del terremoto nuclear «con mi abuela [mujer]», saltando los controles militares, evitando la persecución de la policía. Ilyinski, su pueblo de toda la vida, estaba abandonado. Como ahora. Sólo los fantasmas y algún visitante deambulan por sus caminos nevados.

Acceder al mítico Chernobyl no es tan difícil como parece: basta una pequeña pelea administrativa para conseguir un permiso de entrada a cambio de dinero. El viaje desde Kiev se prolonga dos horas. Un par de controles con militares, a los que parece les robaron la sonrisa hace tiempo. Pasaporte, arriba la valla y ya estamos en la zona de exclusión. Varios kilómetros por un camino solitario y entre la nieve preceden a la entrada en el cuartel general del pueblo de Chernobyl. Aquí se concentra la gente que trabaja en el refuerzo del sarcófago de la central y en las distintas empresas creadas por el Ministerio de Asuntos Extraordinarios para la medición de la radiactividad, la limpieza de bosques, etcétera. Y como las viejas costumbres tardan en desaparecer, la bienvenida suena a discurso muy soviético, donde pareciera que nada pasó. El único examen de radiación se produce a la salida. Si la lucecita es roja, habrá que dejar las prendas contaminadas.

Lo primero que llama la atención en los pueblos abandonados es el silencio. Silencio sepulcral. Las vacas no mugen, los perros no ladran. Ni siquiera se escucha el galope de los caballos salvajes de Prizhivalski, tan rebeldes como los ilegales de Chernobyl. Las personas tampoco perturban el silencio. Sólo el viento, que empuja el frío a los pulmones. Tan helado que hiela el alma. En una casa abandonada encontramos tres chaquetones colgados junto a una ventana. Alguien salió corriendo hace 20 años…

Había escuchado hablar de los ilegales. Son una pequeña leyenda, olvidada a veces, desconocida otras, en la Ucrania de hoy. Viéndolos ahora, tan alejados de esas imágenes de zombis, uno se pregunta por los horrores que inventa el ser humano. Chernobyl es uno de ellos. Poco importa que hayan pasado veinte años. Pasarán 300 y esta área seguirá contaminada. Y el número de víctimas continuará creciendo…

Han transcurrido 36 horas tras el accidente. Evacuados los 50.000 habitantes de Pripyat, la ciudad más cercana al reactor. Les dijeron que se iban tres días. Y han pasado 20 años. Una de las urbes más prósperas de la ex URSS muere para siempre. La villa de Chernobyl, más alejada, y todos los pueblos de la zona también son desalojados en mayo. Entre Ucrania y Belarús alrededor de 300.000 personas abandonan sus hogares. Se crea el área de exclusión, que sigue vigente hoy.

«Aquí había mucha radiación, el viento venía del norte, desde la central. Pero yo creo que ahora el aire es más limpio», evalúa el ucraniano Ilia, quien acaba de cortar madera del bosque con una sierra que tiene tantos años como él. «Mi salud está bien. Alguna pieza no funciona, pero el motor es bueno».

Si algo le sobra a María Shilan es salud. El único acontecimiento capaz de acelerar su pulso son los combates de boxeo de los hermanos Klichko, reyes de los pesos pesados y héroes nacionales en Ucrania. Sólo Shevchenko, el delantero del Milan, es capaz de hacerles sombra. «Le dieron tal puñetazo a Vitaliy que tuve que salir fuera de la casa. No quería volver porque me lo imaginaba tumbado, sobre la lona. Pero cuando volví a ver la tele él seguía de pie, combatiendo».

María también planta su cuerpo pequeño en el ring de la vida. Una vida que se llevó a sus dos hijos por culpa de la maldita radiación. Los dos trabajaban en la central. «Y murieron. Por supuesto, la culpa la tuvo la catástrofe. Hasta entonces eran muy sanos.»

Motria Trojimivna escucha imperturbable las palabras de su amiga y vecina. Creo que serían necesarias mil explosiones como Chernobyl para que esta mujer cambiara su gesto adusto. Así sentada, y con esa mirada, parece la reencarnación de un cuadro de Wermeer. De hecho, la casa de María sería el mejor escenario para la pintura del holandés. «Vengo aquí para hablar con mi amiga. En invierno no hay otra cosa que hacer. Encendemos el horno, nos calentamos y hablamos». Quién lo diría, porque Motria pertenece a esas personas que callan y observan. Mientras María, tan pizpireta, nos enseña su casa, típico hogar campestre del norte ucraniano. Muestra con orgullo sus bordados de flores multicolores, su pequeño altar dedicado a los santos ortodoxos, su espejo tras los almohadones. Una casa coqueta que jamás podrá vender, ni siquiera regalar. Es tan ilegal como ella.

Cuando María comienza a lanzar sus puñetazos contra el poder, Motria ni pestañea. «Tras el accidente nos confiscaron los animales y nos aseguraron que sólo nos íbamos por tres días. El poder siempre mentía. Nos transformaron en mendigos, tan lejos de nuestra tierra. Por eso volvimos». Eso sí, esta mujer es todo optimismo. Se aclara la garganta y entona un estribillo que sólo los fantasmas se atreven a repetir: «Somos una nación, no nos da miedo la radiación».

Miles de personas trabajan durante meses en Chernobyl para mitigar los efectos de la catástrofe. Son los llamados «liquidadores», otro atajo de valientes. Arrojan al núcleo 5000 toneladas de arena, arcilla, plomo… Construyen un sarcófago para envolver al reactor. En sus entrañas, 20 toneladas de combustible nuclear, uranio y plutonio. La precipitada construcción provoca grietas y defectos en 200 metros cuadrados de la superficie del sarcófago. Hoy continúan escapándose aerosoles radiactivos. Sólo el blindaje con un nuevo sarcófago, que está diseñado pero todavía no se ha iniciado, garantiza que no haya otro accidente. La nueva protección será tan alta como la Estatua de la Libertad. La zona contaminada tardará siglos en limpiarse.

Aislados en la zona prohibida

María y Motria viven en Parishev, otro de los pueblos abandonados de la zona de exclusión situado a una decena de kilómetros de la central. Como Ana Ivanova. Esta mujer de 70 años está sola. «Subsisto con mi cerdito, con una pequeña pensión [en torno a 80 euros] y con algunas cosas que planto, como las cebollas. Pero los jabalíes se las comen todas». Una fotografía en sepia, pegada a la pared, añora tiempos prósperos ya pasados. Ana sostiene una calabaza gigante, juraría que récord Guinness.

Refugiándose del frío, que en el pasado invierno cayó hasta los 30 grados bajo cero, Ana borda en lino. La mejor noticia de los últimos tiempos son las revistas que le han traído sus visitantes. Las mira como si fueran las únicas sobre la Tierra. Y a buen seguro que lo son en el bosque de los fantasmas.

Mikola Tkachenko y María Shevchenko eligieron vivir juntos para no estar solos. El tiene 49, y ella 64. A María se la ve radiante. A Mikola, que es el más jovencito de la zona, también. Pero tiene leucemia. Está empeñado en hacer funcionar su radioteléfono, que parece salido de un museo de la Guerra Fría. Lo prueba satisfecho. Y es tal la potencia de su voz que uno se pregunta para qué quiere un teléfono. Medio Chernobyl podría escucharla a través de sus ventanas.

La pareja anda revolucionada esperando la llegada de la camioneta, que dos veces por semana aprovisiona de comida los pueblos de los fantasmas. Pero hoy es un día negro, así bautizado cuando la nieve o algún percance impide el acceso del pan, conservas o jabón de la modesta tienda ambulante. Los vecinos no reciben visitas, ni siquiera de sus familiares que viven fuera de la franja de exclusión. Sin embargo, están de fiesta una vez al mes, cuando la autoridad de la zona prohibida -la misma que se encargará de evacuarlos si sufren algún problema de salud serio- fleta un ómnibus para que los ilegales viajen a un pueblo cercano y se aprovisionen de medicinas y otros productos. «Pero llevamos dos meses sin ómnibus. No había gasolina», matiza Mikola. «Veremos ahora, con el aniversario, si mejora nuestra situación, y nos arreglan el pozo, que el agua está contaminada».

Ya han pasado 20 años. «Nosotros vimos la humareda, pero no sabíamos qué pasaba. Seguimos trabajando en el koljost, la granja colectiva. Nuestra prensa tampoco informaba. Hasta que nos evacuaron. Nunca olvidaremos las tardes que pasábamos en Pripyat. Hoy se habría convertido en la mejor ciudad del país».

Ahora la pareja siempre está ocupada. Que si recogiendo hongos, que si alimentando a los pavos, que si plantando tomates y pepinos en el huerto… Viven en Lubianka, otro de los pueblos fantasmagóricos, el más alejado de la central, a 30 kilómetros.

En Chernobyl la vida avanza con la amargura del que se siente olvidado, pero sigue, incluso para Anastasia Pavlovna, la única habitante de Velyqui Clischy en 20 años. La abuelita Nastya se pasa el día en la iglesia ortodoxa. Allí ha llevado sus mejores bordados. Y reza. Pero como está sola, además de única feligresa ejerce también de sacerdote. Lo que no sabemos es si ha podido perdonar a los culpables de su soledad.

¿A cuántas personas ha matado la tragedia? Según el Organismo Internacional de la Energía Atómica, a 4000. Para la organización ecologista Greenpeace, las víctimas rondarían las 270.000, directas e indirectas. Cada fuente consultada sostiene una cifra. Algo parecido sucede con las secuelas. En Ivankov, ciudad fronteriza con la zona de exclusión, un estudio del gobierno local arroja datos escalofriantes: de 1025 estudiantes analizados, 744 tienen problemas asociados con el accidente (cáncer de tiroides, leucemia, corazón, pulmones…). Ivankov recibió a miles de evacuados. También es una ciudad de liquidadores.

Eso sí, no todo parece eterno en el bosque de Chernobyl. «No sabemos nada de uno de nuestros vecinos. El pobre se puso a caminar en dirección al pueblo de Chernobyl después de Año Nuevo. Y desapareció. No sabemos nada de él…». Quien habla es Ana Radkovich, 82 años de sabiduría popular, habitante de Ilyinski. Y quien sentencia es su compañero, Ilia Loginovich: «Se lo comieron los lobos. No es el primero…».

Prohibido nacer

Muerte y vida en Chernobyl, aunque parezca imposible. Una niña nació en 1999 dentro de la zona prohibida. Las autoridades no conocieron tal acontecimiento y cuando éste se hizo público alborotó al país. Detractores y conciliadores entraron en debate. Al final, se decidió que esa niña no podía vivir en los pueblos fantasmas. De hecho, ningún niño correteará nunca en la zona contaminada. Y es que también está prohibido nacer en Chernobyl.

Otra de las leyendas que circula por Ucrania es tan atrevida que hasta los científicos se han visto obligados a intervenir. Vegetación exuberante, animales gigantes, mutaciones genéticas… Pero la realidad es terca: la vegetación crece salvaje lejos de la mano del hombre; se ha pescado algún pez cargado de kilos, poco más; y sí se producen deformaciones en animales, incluso decenas de veces más que en otras zonas del país. Pero nada de aliens ni de zombis. «Tenemos muchos lobos, muchos jabalíes, incluso caballos salvajes… Como toda la vida».

Ilia lo tiene claro. Apura su sopa borsch, la más típica del país, mucho mejor que el vodka para luchar contra el frío, y un golubtsi, carne picada con arroz envuelta en hoja. «Me levanto a las siete de la mañana para encender la chimenea. Doy de comer a los caballos, trabajo en el huerto…». Sus ojos sólo se encienden para recordar. Como a Ana, la jefa de la casa. «Teníamos un pueblo muy bonito. Pero ellos [el Gobierno soviético] acabaron con él».

Ana Semenenko nació en Ilyintsi y quiere morir en Ilyintsi. «A los que evacuaron a otras ciudades, ésos sí que se mueren pronto. Nosotros aquí fallecemos de vejez… Algunos también por el vodka. Soy como un árbol de muchos años, que tiene sus raíces en la misma tierra que sus padres».

La mujer se afana en la preparación de la comida del día, ayudándose de sus manos rojas, de dedos hinchados y gigantes, duros y largos, rematados por unas uñas que la vida y el trabajo han oscurecido. La anciana se empeña en que probemos el salo, tocino de la tierra. Por supuesto, acompañado con vodka ucraniano. En Chernobyl no caben medias tintas. Ni medios tragos. «Si no bebes tu vodka hasta el final, lo que dejas en el vaso son mis lágrimas». Lágrimas de Ana Semenenko, fantasma de Chernobyl que, como otros vecinos, sobrevive en pueblos espectrales. Pueblos condenados a morir porque sus fantasmas aquí no son eternos.

Por Daniel Lozano
Para LA NACION

Fuente: Diario La Nacion

Explotaron dos vagones en una playa de Santa Fe

Santa Fe. Un incendio de grandes proporciones se originó ayer al mediodía en la playa de maniobras del Ferrocarril Belgrano, precisamente a unos 300 metros de bulevar Gálvez y a 50 metros de Vélez Sarsfield, donde afortunadamente no se produjeron víctimas. En el lugar permanecen desde hace varios años unos cuantos vagones cisterna, que al parecer contenían petróleo o producto derivados.

Tres dotaciones de bomberos y una del Cobem se llegaron hasta el lugar a fin de extinguir las enormes llamas que amenazaban a otras unidades ferroviarias y a los galpones donde habitan muchas familias. Aparentemente, el siniestro se habría originado con la quema de unos pastizales alrededor de la formación pero rápidamente el fuego llegó hasta los vagones cobrando mayor fuerza. En pocos minutos uno de los tanques explotó, generando una llamarada de más de 30 metros de altura e inmediatamente se propagó a otra unidad que también estalló.

Los bomberos, mediante el uso de materiales especiales para sofocar llamas producidas por petróleo, lograron extinguir el incendio una hora después de haberse iniciado. Al lugar también llegaron unidades policiales de la seccional 3ª, junto al subjefe de la Unidad Regional I, Hugo Jaime, quienes mantuvieron a los numerosos curiosos a una distancia prudente.

Fuente: Diario La Capital