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El futuro del trabajo

La propuesta de la semana laboral de cuatro días ya comienza a avanzar en otros países, y los datos muestran que es urgente replantear la realidad laboral en México.

La reducción de la jornada laboral ha sido una de las demandas más antiguas de las organizaciones de personas trabajadoras: 8 Horas de Sueño, 8 Horas de Trabajo y 8 Horas de Ocio, dice la consigna surgida al interior de los movimientos obreros durante la Revolución Industrial en el Reino Unido, en su lucha por mejores condiciones laborales. Así, desde inicios del siglo XX, muchos países se ajustaron a este modelo de división del día incluido el nuestro, que lo formalizó dentro de la Constitución de 1917.

En esa época había optimismo y todo parecía apuntar a que cada vez trabajaríamos menos. Keynes, un economista referente del siglo pasado, decía que para los inicios del siglo XXI la semana laboral sería de 15 horas; todo gracias al progreso tecnológico. Sin embargo, en muchas latitudes el número de horas que trabajamos semanalmente sigue siendo muy similar al de hace 100 años. Las razones que se han dado son, principalmente, económicas: al trabajar menos, se producirá menos, y por lo tanto seremos menos ricos. Fue hasta hace poco que se empezó a reunir evidencia para evaluar esta creencia.

La pregunta que estos experimentos se formulan es sencilla: ¿cuáles son los beneficios de trabajar menos al tiempo que no disminuye el salario? Para responder a esto, en años recientes se han conducido pruebas en países como Islandia, Estados Unidos y Nueva Zelanda. Sin embargo, el estudio más grande hasta la fecha sobre los efectos de la semana laboral de cuatro días concluyó hace poco en el Reino Unido. En el experimento de seis meses se probaron los efectos sobre el bienestar y la productividad de los trabajadores de una semana laboral de cuatro días: con esta nueva medida, se trabajaron alrededor de 32 horas semanales, contra las 40 horas anteriores. Los resultados son muy interesantes.

Los beneficios que se han comprobado con el experimento son muchos: 40 por ciento de los empleados dijeron sentir menos estrés, las ausencias laborales por enfermedad se redujeron en un 65 por ciento y, un dato que es muy importante para los patrones, se conservaron los mismos niveles de productividad; es decir, no hubo pérdidas en las ganancias que ya tenían estimadas. Al final, de los 61 negocios y empresas que fueron parte del estudio, 56 continuarán con el esquema de una semana laboral de cuatro días. Se demostró que estar menos tiempo en el trabajo, no implica trabajar menos.

Además, se demostró que hay otros beneficios sociales fuera del entorno laboral inmediato que medidas como ésta pudieran traer, como un mejor balance entre vida laboral y personal, o una distribución más equitativa del trabajo de cuidados: en el mismo estudio se encontró que con la semana laboral reducida los varones pasaron un 27 por ciento más tiempo con sus hijos.

Los beneficios de una medida así podrían ser altos también en México. Según información de la OCDE, somos el país que más trabaja dentro de este grupo de países: se trabajan un poco más de 44 horas efectivas por semana: 80 por ciento más que el promedio de los países miembros del organismo; ni qué decir de los líderes en este renglón, países como Alemania, Dinamarca o los Países Bajos, en donde se trabaja menos de 30 horas a la semana.

Hay algunas cuestiones que hace más desalentadoras estás cifras: primero, las 44 horas semanales son un promedio; hay centros de trabajo, como las maquilas, en que las operarias laboran hasta 50 horas a la semana. Segundo, esta medida solo toma en cuenta las horas efectivamente trabajadas; es decir, el cálculo no incorpora tiempos de traslado entre el hogar y los centros de trabajo, que en lugares como la Ciudad de México suma, en promedio, una hora al día; es decir, le dedicamos 50 horas semanales al trabajo. Así es muy difícil lograr un equilibrio entre la vida y el trabajo.

Como podemos ver, ha llegado la hora de dar este debate en nuestro país, primero porque la propuesta de la semana laboral de cuatro días ya comienza a avanzar en otros países, y segundo porque los datos muestran que es urgente replantear la realidad laboral en México, esto sumado a otros cambios que se avecinan, como el uso de inteligencias artificiales y la necesidad de tomar medidas contra la emergencia climática. Otro futuro para las trabajadoras y trabajadores es posible.

https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/pedro-kumamoto/2023/03/07/el-futuro-del-trabajo/

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