Un albañil sin arnés, con la ayuda de un compañero, trabaja en el borde de un andamio en un edifciio céntrico.
Con uno de sus pies a centímetros del borde de un andamio y del vacío, un albañíl tuvo que hacer malabares para continuar con su trabajo en un edificio en construcción ubicado en Rivadavia al 400, casi esquina Santiago, en pleno centro de San Miguel de Tucumán.
Para completar la tarea en la pared de la construcción, en un primer piso, el hombre pidió la ayuda de un compañero, que lo tomó de una de sus manos para que el albañil pudiera estirarse y llegar hasta donde la herramienta se lo permitiera. Realizó esta peligrosa maniobra durante 10 minutos.
Como si se tratara de un espectáculo circense al que se pretendiera sumarle riesgos, el obrero no estaba provisto del arnés de uso obligatorio para trabajos de estas características, como sí los tenían dos de sus colegas.